La fuerza de la academia

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La fuerza de la academia

Desde sus casas, los profesores de la Universidad continúan generando conocimiento y analizando con rigor la actual crisis ocasionada por la COVID-19, en todas sus dimensiones. La Fuerza de Tarea Uniandes trabaja a diario en documentarla con sustento académico para que la sociedad y el Gobierno tomen mejores decisiones.

Por: Diego Pinzón Másmela
da.pinzon38@uniandes.edu.co

Desde el 16 de marzo de 2020, cuando la Universidad de los Andes redujo a su mínima capacidad el funcionamiento del campus y del centro de prácticas de la Facultad de Medicina, su aporte a la sociedad no ha parado.

Por el contrario, profesores investigadores de diferentes disciplinas han puesto su conocimiento al servicio del país mediante la ‘Fuerza de Tarea Uniandes para el análisis de la emergencia por COVID-19’ que surgió paralela a las dudas e inquietudes que brotaban tan rápido como la propagación del virus.

“Se trata de un espacio para producir rápidamente información con el objetivo de entregar datos confiables a la sociedad, a las empresas, a la comunidad científica y al sector externo en general”, explica Catalina González Uribe, psicóloga y antropóloga egresada de Los Andes. Ella, que también es directora de Internacionalización, lideró la puesta en marcha de este grupo interdisciplinario.

Visualizador de datos Colombia COVID-19

Para lograr la agilidad requerida en cada una de las investigaciones y en los análisis planteados por los académicos, el grupo fue divido en tres: 1. Datos y modelamiento; 2. Comunicaciones, salud pública y bienestar; y 3. Curaduría de información circulante.

Expertos del Laboratorio de Difusión de Datos de la Universidad de los Andes (LADD) crearon un mapa interactivo con número de camas y UCI en Bogotá, para hacer frente a la pandemia.

Juntos, y gracias a las bondades que otorga la tecnología para reunirse, han elaborado una serie de documentos sustentados con todo el rigor académico. Uno de ellos —quizá el de mayor visibilidad en medios de comunicación—, es sobre sistemas de transporte masivo en Bogotá y Medellín, utilizados para la toma de medidas durante las fases de mitigación y contención de la pandemia. Otros han entregado recomendaciones para el abastecimiento de productos; cómo afrontar la cuarentena durante el confinamiento (emprendimiento y teletrabajo); estrategias de logística y gestión de operaciones en salud, e interpretación de variables epidemiológicas, entre otras temáticas.

Y otros más han creado modelos matemáticos para la poscuarentena; un visualizador de casos de contagio en tiempo real y en línea con resultados del Instituto Nacional de Salud (INS); un mapa interactivo sobre la capacidad hospitalaria de Bogotá, con número de camas y unidades de cuidados intensivos (UCI) para enfrentar la pandemia; así como diversos análisis sobre la crisis económica y de salud pública que sacude a los colombianos.

A esto se ha sumado la iniciativa de estudiantes de pregrado y posgrado, incluso algunos de ellos voluntarios que regresaron del exterior, todos unos tesos en visualización de datos a través del uso de herramientas de inteligencia artificial (IA). Ellos hoy conforman el colectivo LADD: Laboratorio de Difusión de Datos de la Universidad de los Andes.

En palabras de su director, Andrés Burbano, profesor de la Facultad de Arquitectura y Diseño, “creamos mapas interactivos, hacemos diseño editorial, traducciones de literatura especializada, diseño de servicios para empresas basadas en IA, IA en transporte y big data aplicado a discurso en redes sociales, y otros proyectos creativos basados en tecnología”.

La virtualidad ha sido preponderante para propiciar el trabajo en equipo y la interacción entre estudiantes, profesores y directivos. “Es gratificante verlos haciendo un esfuerzo por desarrollar proyectos relevantes; por mostrar resultados; por hacer una diferencia desde el complejo tiempo-lugar en que nos encontramos sin perder, a pesar de las condiciones, la capacidad de maravillarnos por el mundo, de respetar la vida, el conocimiento y la creatividad”, expresa el profesor Burbano.

Otro grupo de profesores que se ha vinculado es el de Chequeo COVID-Colombia, liderado por el matemático Alf Onshuus. Este se dedica a validar la confiabilidad y la naturaleza de los resultados de otros estudios científicos sobre la pandemia. “Conscientes de que el conocimiento es esencial en las decisiones que tomemos como sociedad, necesitamos avanzar a un ritmo mayor del que permiten los procesos usuales del avance científico: revisión por pares, referato, publicación”, afirma Onshuus, profesor de la Facultad de Ciencias.

Esta Fuerza de Tarea ha derivado en equipos de trabajo colaborativos interdisciplinarios que “tal vez no se habrían dado de no ser por esta coyuntura que vivimos como sociedad. Vamos a seguir aportando desde la Universidad”, concluye la doctora Catalina Gónzalez, Ph.D. en Epidemiología y Salud Pública de University College London.

Toda la información producida ha sido recopilada en una serie de comunicados de los investigadores. Estos hacen parte de un especial de más de 70 artículos relacionados con la COVID-19. Son un insumo necesario para balancear los debates que acompañan la toma de decisiones del Gobierno, pero también de los diferentes sectores de la sociedad.

UN TRABAJO CONJUNTO

El proyecto de la Fuerza de Tarea se ha llevado a cabo con el apoyo de organizaciones como la Alcaldía de Bogotá, la Cámara de Comercio de Bogotá, la Fundación Santa Fe, Transmilenio, la Secretaría Distrital de Salud, la Universidad Nacional, el Instituto Nacional de Salud, la Gobernación de Antioquia, la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, la Alianza para la Movilidad NUMO y el Imperial College. Adicionalmente, profesores de la Universidad hacen parte del Grupo de Modelamiento y de Transporte Colombia, equipo multidisciplinario nacional creado ante la contingencia por la pandemia de la COVID-19.

CAMBIOS EN LOS HÁBITOS DE LOS COLOMBIANOS

Además de la Fuerza de Tarea, el Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe (CODS), cuya sede está en Los Andes, ha aportado a la comprensión de los efectos del virus en la movilidad y en otros comportamientos cotidianos.

Es así como apoyó a los investigadores Daniel Oviedo, University College London; Julián Arellana, Universidad del Norte; Luis Ángel Guzmán, Universidad de los Andes; y Carlos Moncada, Universidad Nacional de Colombia, en la elaboración de una encuesta en línea que concluyó el 24 de abril de 2020. Ellos son académicos de la Red Internacional de Transporte y Accesibilidad en Comunidades de Bajos Ingresos.


 

Dislilke emoji de las problemática sociales más importantesGráfica nube: CODS

 

La mayoría de los encuestados reportaron problemas económicos, aislamiento de la familia y los amigos y problemas de salud mental y física como los más recurrentes. La siguiente nube de palabras resume los problemas más frecuentes considerando las respuestas de los participantes del estudio:

Programas abiertos de la Facultad de Administración de Uniandes


 


La prueba es de todos

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La prueba es de todos

Por: Eduardo Behrentz
Vicerrector de Desarrollo

Dada la súbita y difícil coyuntura asociada con la pandemia, la Universidad enfrenta grandes desafíos. Por ejemplo, queremos seguir siendo solidarios mientras que deseamos continuar aportando a la sociedad desde nuestras distintas fortalezas. Asimismo, como lo hemos dicho en comunicados recientes, es precisamente en tiempos difíciles cuando debemos actuar sin renunciar a lo esencial, respetando los principios que nos cohesionan e inspiran.

Coherentes con esto, hemos trabajado en varias iniciativas como la campaña Positivo para Solidaridad, que apoya económicamente a centenares de familias vecinas al campus, que han sido afectadas por la crisis en mención. Esto por medio de aportes de la comunidad uniandina, que en unas pocas semanas lograron sumar cerca de 85 millones de pesos. Estos recursos han sido utilizados para ofrecer subsidios y ayudas para compra de mercados y pagos de servicios públicos.

También lanzamos el proyecto Covida, un ambicioso esfuerzo de carácter interdisciplinar e interinstitucional que tiene por objeto analizar cien mil muestras diagnósticas del coronavirus en población residente en la ciudad de Bogotá. Este es un estudio de vigilancia activa epidemiológica y de salud pública que pretende cazar el virus en poblaciones que, siendo asintomáticas, puede tener mayor riesgo de contagio dada su actividad económica.

Se trata de un proyecto liderado por la Universidad en asocio con la Secretaría Distrital de Salud de Bogotá, así como diversos aliados como la Fundación Santa Fe de Bogotá, la Universidad Nacional de Colombia, Uniandinos, el Banco Interamericano de Desarrollo y ProBogotá, entre otros. Con este trabajo estamos complementando la capacidad diagnóstica del Estado. No esperamos a que llegue un paciente al hospital, sino que buscamos la población con mayor riesgo, como trabajadores de la salud, conductores de servicio público, repartidores de comida y guardias de seguridad.

Es evidente que no podemos seguir encerrados indefinidamente. La cuarentena ya cumplió su tarea de ganar tiempo para prepararnos, y es hora del segundo paso, una cuarentena más racionalizada con base en información técnica y científica. La experiencia internacional nos ha demostrado que los países con mejores resultados en la contención de la pandemia son los que han utilizado la estrategia masiva de testear y aislar. Se busca el virus, se identifican positivos, se aíslan, se identifica la cadena de contagio y se les da el tratamiento a aquellos que lo necesiten. En este momento esto es determinante para seguir avanzando hacia una cuarentena inteligente y escalonada.

La Universidad asumió el reto de garantizar la cadena de abastecimiento necesaria para recolectar y analizar las cien mil muestras antes referenciadas. Esto incluyó la habilitación y acreditación del Laboratorio de Diagnóstico de COVID-19, a cargo de la Vicerrectoría de Investigación y Creación. Para financiar este monumental esfuerzo, lanzamos de forma simultánea la campaña filantrópica “Llegó la hora de multiplicar: #LaPruebaEsDeTodos”. Esta última ha logrado recolectar más de diez mil millones de pesos durante los últimos dos meses.

El costo total del proyecto Covida, incluyendo las contrapartidas en especie, puede ser de cerca de veinte mil millones de pesos. La Universidad está haciendo su contribución, pero necesitamos el apoyo de todos para financiar este sueño. Todos podemos apoyar, no hay donación pequeña. La prueba es de todos y ojalá todos colaboremos.

 

Para hacer sus contribuciones o conocer más de esta iniciativa puede visitar: lapruebaesdetodos.com

 



Migración venezolana a Colombia

Migración venezolana

La respuesta poco coordinada a la migración venezolana en el país ha evidenciado las falencias y los retos en la garantía de los derechos de estas personas y ha puesto sobre la mesa la necesidad de una urgente política migratoria coherente, de largo plazo y con enfoque de derechos. ¿Cuáles son las salidas?

Por: Lina Fernanda Sánchez Alvarado
lf.sancheza@uniandes.edu.co<br\>César Orozco Carrillo
ce.orozco@uniandes.edu.co<br\>Diego Pinzón Másmela
da.pinzon38@uniandes.edu.co

Agarramos nuestra mochila y nos vinimos como mochileros. Siete días para llegar a Bogotá. Aguantando agua, sol, frío y miedo, porque esa carretera de noche da mucho miedo. Sale mucho habitante de calle a robar tus cosas, como también sale mucha gente a ayudarte, a darte un abrigo”, comenta Ricardo Hurtado, migrante venezolano, originario de Valencia (Carabobo), que llegó a Colombia con tres amigos en busca de una mejor calidad de vida.

Más de un millón y medio de venezolanos han cruzado la frontera. Para diciembre de 2019, de acuerdo con un informe de Migración Colombia, por primera vez el número de migrantes irregulares superaba al de regulares: 1.017.152 frente a 754.085, pese a iniciativas como los Permisos Especiales de Permanencia, que han tenido hasta cinco versiones, o el Permiso Especial de Permanencia para el Fomento de la Formalización, que regulariza a quien cuente con una oferta laboral y su empleador lo solicite.

“Seguir diciendo que no estábamos preparados para este fenómeno es insuficiente. Los migrantes llegan, en muchos casos, con la expectativa de hacer un proyecto de vida en Colombia y por eso es necesario tomar medidas de largo plazo”, argumenta Carolina Moreno Velásquez, directora de la Clínica Jurídica para Migrantes y del Centro de Estudios en Migración de la Universidad de los Andes.

“¿Cuánto les debemos por estos días de aislamiento a los trabajadores migrantes? Por lo pronto, papeles (ya, inmediatamente), reconocimiento y derechos”.

Ana Paula Penchaszadeh, doctora en Ciencias Sociales y Filosofía, de las universidades de Buenos Aires y París.

Este equipo asegura que la respuesta del Gobierno a la atención de esta población ha sido reaccionaria, fragmentada y poco coordinada. Una respuesta insuficiente que se hizo evidente con el estallido de la pandemia de la COVID-19 y que profundizó la situación de vulnerabilidad de los migrantes venezolanos en el país, razón por la que muchos decidieron iniciar el retorno, complicando la zona de frontera y creando un escenario de alto riesgo por las condiciones adversas al distanciamiento social.

Inmigrantes venezolanos al país vecino Colombia

Foto: Felipe Cazares

Uno de los grandes obstáculos tiene que ver con la regularización de miles de personas que no pueden hacerlo por la exigencia de contar con un pasaporte y un sello de entrada por un puesto de control migratorio. Todo en el contexto de una Venezuela con una alta dificultad para conseguir documentos oficiales, una frontera porosa de más de 2.000 kilómetros y cientos de personas que huyen de sus casas con apenas una maleta en hombros.

¿Por qué no flexibilizar estas medidas brindando la regularización con un documento de identidad? se pregunta Moreno, quien además advierte que, al no poder contabilizar el número de migrantes que entran, es imposible diseñar políticas públicas adecuadas.“La regulación es una llave de acceso a los derechos”, añade.

 

DECISIONES DE LA COVID-19 PERPETÚAN LA INJUSTICIA MIGRATORIA
Colores de la bandera de Venezuela

El grupo Mujeres y Migración (2M), una iniciativa de las profesoras de Los Andes Carolina Moreno, Gracy Pelacani (Derecho) y Allison Wolf (Filosofía), advierte sobre las decisiones tomadas por el gobierno acerca de la COVID-19, como vías para seguir perpetuando la opresión y la injusticia migratoria, en especial para niñas y mujeres venezolanas:

  • Deben permanecer en cuarentena con el riesgo de sufrir múltiples formas de violencia de género.
  • Ellas perdieron sus trabajos como niñeras, en peluquerías o en oficios domésticos, fuente de ingreso principal del sector informal.
  • En el retorno, el tránsito por pasos irregulares, por el cierre de fronteras, las expone a sufrir violencias y explotación. Ponen en riesgo su vida.
  • Se eleva la xenofobia y la discriminación.

 

Con esta podría garantizarse, por ejemplo, contar con un trabajo más digno y reducir la explotación laboral y la precariedad que hoy enfrentan. “La falta de regularización lleva a una mayor vulnerabilidad y es sin duda la principal medida que se debe adoptar”, asegura Gracy Pelacani, profesora de Derecho e investigadora de la Clínica Jurídica y del Centro de Estudios en Migración, de Los Andes.

De ahí la responsabilidad también no solo del Gobierno nacional, sino de las administraciones locales, con la exigencia de mayor número de recursos a través del Sistema General de Participaciones. Todo armonizado por una política general coordinada. Allison Brooke Wolf, profesora de Filosofía de Los Andes, también hace un llamado a escuchar, en este caso, a la comunidad venezolana y a sus realidades desde los municipios o ciudades que hoy habitan.

“No todas las necesidades son iguales. Escucharlos permite hacerlos sentir parte de este país, pero también buscar soluciones conjuntas que no dependan en su totalidad del dinero que envía el Gobierno nacional”, puntualiza.

 

Programas virtuales de la Facultad de administración de la Universidad de los Andes

¿Qué puedo hacer con la persona que tengo al frente?

Colores de la bandera de Venezuela

La respuesta y atención a los migrantes venezolanos en Colombia no es solo una responsabilidad del Estado o de los gobiernos locales. Wolf es enfática al afirmar que cualquier ser humano tiene en sus manos responder ante las injusticias y aliviar a los otros con, incluso, pequeñas acciones.

“Siempre nos queda la sensación de que se debe ayudar a los migrantes con grandes decisiones de los gobernantes, pero ¿qué pasa cuando tengo a la persona al frente de mí en un bus y me pide comida o unos pañales para su bebé? ¿Por qué no ayudarla? Hacerlo también es justicia migratoria”, insiste Wolf.

La doctora en Filosofía de la Universidad de Michigan State pide cuestionarse sobre qué tipo de persona quiero ser frente a los migrantes venezolanos: Ser alguien que no reacciona, una persona que ayuda sin dar todo lo que tiene o, por los menos, una que los mira a los ojos, los saluda y los hace sentir que existen y son seres humanos.

“Colombia es un país herido que está sanando. Sus habitantes tienen una oportunidad histórica de demostrar su capacidad de dar. Tal vez no haya todos los recursos, pero se está dando la bienvenida y hay un corazón grande detrás”, dice Wolf.

En Estados Unidos, cita de ejemplo la investigadora, las personas se organizan para hacer algo por estas causas: crean campañas para recoger comida o recibir donaciones. ¿Por qué no hacerlo con nuestros vecinos, con nuestras comunidades? Pasar de las soluciones abstractas que muchas veces se generan desde arriba, a soluciones puntuales que mejoren la vida de las personas migrantes.

Es hora de formar relaciones, de sentarse a hablar con ellos, no solo el Estado, sino los habitantes del país. “Buscar salidas juntos, porque las necesidades de los migrantes de la localidad de Kennedy, en Bogotá, seguro no serán las mismas de quienes viven cerca de Cúcuta”, agrega.

Así se empieza a transformar con pequeñas acciones la vida del grupo de hombres, mujeres o niños que viven cerca del barrio o que se cruzan a diario en el bus camino al trabajo. Así también se ejerce un poco de justicia informal, mientras seguimos esperando que llegue completamente la justicia formal de arriba, afirma Wolf.

Una deuda creciente

Salud, educación y nacionalidad, derechos fundamentales de las personas venezolanas que han llegado al país en los últimos años, se están cumpliendo a medias. Entre las falencias, hay normas sobre apatridia que se repiten y que no están debidamente sustentadas, según la Clínica Jurídica del Migrante.

Migrante venezolano en las calles de Colombia

Foto: Luis Robayo-AFP

Falta mucho en educación y salud

Colores de la bandera de Venezuela

A pesar de que el Gobierno ha adoptado algunas medidas para proteger estos dos derechos fundamentales para la población procedente del país vecino, en la práctica estas personas enfrentan diversos obstáculos.

Por el lado de la educación, el Ministerio del ramo garantizó el acceso a la escuela de niñas, niños y adolescentes venezolanos, sin importar su situación migratoria (circular nacional de abril de 2018), y en Bogotá, al 31 de mayo de 2019, un total de 23.366 alumnos habían sido inscritos, según la Secretaría de Educación del Distrito.

Sin embargo, la Clínica Jurídica para Migrantes ve con preocupación algunas barreras que en definitiva llevan a la deserción:

  • Exigir uniformes o útiles escolares.
  • No contar con un transporte para llegar al centro educativo.
  • No tener planes de alimentación.
  • La alta movilidad de la población migrante.
  • La diferencia de modelos educativos entre el país de salida y el de llegada.
  • La imposibilidad de graduarse si no está regularizada la situación migratoria y las barreras para presentar las pruebas Saber 11 y obtener los resultados. “Lo que los expone a un mayor riesgo de vulnerabilidad”, asegura un informe de la Secretaría Distrital de Educación de Bogotá.

En el ámbito de la salud, Colombia solo está garantizando la atención en urgencias a personas en situación migratoria irregular. Esto plantea dificultades enormes para el tratamiento y seguimiento de enfermedades como el VIH-sida, la diabetes o el cáncer que requieren atención urgente, aclara Carolina Moreno Velásquez.

Para los venezolanos que no se han regularizado, que además son la mayoría de acuerdo con los datos más recientes de Migración Colombia, resulta imposible ser parte de cualquier sistema de salud del país, tanto del contributivo como del subsidiado.

Eso sin contar con los recurrentes casos en los que el vigilante de la entidad prestadora de salud niega de facto el acceso al servicio.

Apatridia: un riesgo latente

Colores de la bandera de Venezuela

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Más de 23.000 niños y niñas venezolanos, según el Observatorio del Proyecto Migración Venezuela, corren el riesgo de ser apátridas, es decir, de no tener el reconocimiento de su nacionalidad por ninguno de los dos países. Existe una gran dificultad para registrar a los hijos de los migrantes ante las autoridades en Venezuela, mientras que, para adquirir la nacionalidad de Colombia, los padres deben demostrar que se encuentran domiciliados en el país en el momento del nacimiento. Una barrera mayor porque para la Registraduría Nacional el domicilio solo se le reconoce al extranjero titular de una visa específica.

Para subsanar la situación, el Estado colombiano expidió, a través de la Registraduría, la Resolución 8470 de 2019 para que los menores de padres venezolanos nacidos entre el 19 de agosto de 2015 y el 19 de agosto de 2021 tengan la posibilidad de registrarse como colombianos. Al mismo tiempo, en el segundo semestre de 2019, se aprobó la Ley 1997 cuyo efecto es exactamente el mismo para los nacidos desde el 1 de enero de 2015 hasta 2021.

Para la directora de la Clínica Jurídica, la coincidencia entre ambas medidas es muestra de la ausencia de una política pública coordinada, estructurada, coherente y de largo plazo. Además, es un escenario de inseguridad jurídica, porque a la fecha no se ha reglamentado el procedimiento para hacer efectiva la ley.

“Se trata de una medida discriminatoria porque solo está dirigida a venezolanos, ignorando la población migrante de otras nacionalidades, proveniente de países de Asia y África, por ejemplo, que también están en Colombia y tienen hijos”, explica Moreno Velásquez.

Expulsiones sin garantía del debido proceso

Colores de la bandera de Venezuela

Durante el paro nacional de finales de 2019, más de 60 migrantes venezolanos fueron expulsados del país sin que se les respetara la garantía del debido proceso. La Clínica Jurídica para Migrantes ha presentado tutelas para el restablecimiento de sus derechos, sin embargo, Migración Colombia argumentó que estaban teniendo comportamientos contrarios a la convivencia, sin que se pudieran conocer, en cada caso, las razones concretas que sustentaban las decisiones de expulsión.

 

El peligro de ser mujer, migrante y venezolana

La explotación sexual, las desapariciones y el feminicidio son delitos con los que tienen que convivir por pertenecer al género femenino. Además, les niegan acceso a servicios básicos como la salud. Investigadoras de Los Andes proponen dejar de llamarlas “venecas” y aprovechar la situación para impulsar acciones contra la xenofobia.

Mujeres inmigrantes venezolanas en Colombia

Foto: Luis Robayo - AFP

Veinte mil pesos para sobrevivir a cambio de favores sexuales parece ser la realidad de cientos de mujeres venezolanas en el país. Sucede en la frontera, en las grandes ciudades y hasta en los municipios pequeños. A veces la cifra baja a cinco mil pesos colombianos, pero ellas aceptan “porque si no, no tendríamos cómo más subsistir”.

La explotación sexual es apenas una punta del iceberg de la cadena de violencias que sufren al llegar a un país como Colombia. Y es que, según las investigadoras de la Universidad de los Andes, ser mujer migrante y venezolana es un peligro en el país.

A partir del trabajo de campo realizado en terreno, la Clínica Jurídica para Migrantes ha podido conocer relatos de cómo son víctimas de trata de personas, de violencias basadas en género, incluida la sexual, y han tenido que recurrir al trabajo sexual por supervivencia.

“Sus cuerpos son formas de enviar mensajes políticos reforzando la idea de que aquí no son bienvenidas”, afirma la investigadora Allison Brooke Wolf.

Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, denunció en 2019 en un video en la revista Semana la desaparición de entre 20 y 30 venezolanas en ciudades como Cúcuta y su área metropolitana. Desapariciones de las cuales aún no hay registros oficiales, porque muchas cruzan indocumentadas.

Para Wolf la situación es comparable con lo que ocurre en Ciudad Juárez, en México, frontera con Estados Unidos. El gobierno de Chihuahua reportó entre 1993 y 2005 el asesinato de 379 mujeres, pero organizaciones civiles reclaman que la cifra supera las 420. De hecho, al día se habla del asesinato de hasta 11 mujeres.

El feminicidio, la expresión máxima de violencias contra las mujeres, es también otro crimen que viene ocurriendo contra las venezolanas. Boletines del Observatorio de Feminicidios en Colombia, de la Red Feminista Antimilitarista, han evidenciado el riesgo al que se exponen no solo en sus hogares, sino en contextos de militarización en Colombia.

Su acceso a la salud y a la justicia prácticamente no existe, lo que limita por ejemplo la posibilidad de abortar en las tres causales que permite la Corte Constitucional. Además, muchos de los gobernantes locales admiten no tener las condiciones ni las capacidades para adelantar Interrupciones Voluntarias del Embarazo (IVE).

 

1.350 millones de dólares
Colores de la bandera de Venezuela

La suma de dinero que se requiere para atender las crecientes necesidades humanitarias de los migrantes venezolanos en los países de América Latina y el Caribe, de acuerdo con el Plan Regional de Respuesta para Refugiados y Migrantes 2020, de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur). A marzo de 2020 solo se ha recaudado 40,3 millones de dólares, un 3 por ciento.

 

“Las mujeres migrantes sufren las violencias de una manera especial, por el solo hecho de ser migrantes, muchas veces en estatus irregular. Ellas están expuestas a múltiples formas de violencia en su trayecto migratorio, por sus propias familias o parejas, por la explotación laboral a la que se ven sometidas y porque tampoco reciben un respaldo de las autoridades cuando son agredidas”, relata Carolina Moreno Velásquez, de la Clínica Jurídica para Migrantes.

En Soacha, por ejemplo, una de las zonas con más alta población de migrantes de ese país, muchos de los relatos relacionados con las autoridades coinciden en que la Policía no interviene. Un ejemplo fue el caso que ocurrió con una mujer que fue agredida por su hermano físicamente, pero que venía sufriendo violencia patrimonial y psicológica: “Esos son problemas de venezolanos”, respondieron desde el Centro de Atención Inmediata (CAI).

Por eso es urgente, señalan ambas investigadoras, desarrollar una política migratoria integral y articulada, que en conjunto con la sociedad civil y los migrantes, permita la integración, pero además la regularización, uno de los factores que restringe los derechos de estas mujeres.

Hay una oportunidad también en el cambio cultural que no depende solo de las autoridades, sino del reconocimiento del otro como parte de esta sociedad. Wolf ve una posibilidad en las escuelas para ahondar en la resolución de conflictos sin violencia y en estrategias para alcanzar la integración y eliminar la xenofobia.

“¿Por qué no dejar de usar el término “venecas” y dejar de hacer chistes relacionadas con los cuerpos de las mujeres? En definitiva, son vías para no seguir perpetuando los estereotipos, pero también para aportar al desescalamiento de las violencias que sufren las mujeres venezolanas migrantes en Colombia”, agrega Wolf.

Venezolanos en Colombia

Ciudades con más venezolanos en Colombia

Cantidad de venezolanos en Colombia por departamentos

Es necesario integrarlos al sistema productivo

Manuel Fernández Sierra, doctor en Economía de la Universidad de Oxford y profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, experto en economía laboral, resalta los efectos positivos que tendría para Colombia incorporar a la fuerza laboral a los miles de venezolanos que han llegado al país en años recientes.

Los cerca de un millón setecientos mil venezolanos que viven actualmente en el territorio colombiano, incluyendo migrantes regulares e irregulares, son una oportunidad para aumentar la innovación y la productividad a partir de sus conocimientos y experiencias diversas.

Sin embargo, según el profesor Manuel Fernández Sierra, su situación es preocupante, pues el 90 % de los que tienen un empleo está en el sector informal y sus salarios son 34 % más bajos que los de los trabajadores nacionales. A su juicio, aunque las políticas adoptadas por el Gobierno para vincularlos al sistema productivo van en la dirección correcta, más que normas se requiere un cambio cultural.

En esta entrevista dice, además, que “es un imperativo moral” que el Ejecutivo extienda a esta población las ayudas que está otorgando a los colombianos más vulnerables, pues “este no es el momento de hacer distinciones por nacionalidad”.

 

¿Qué efectos ha producido la llegada masiva de ciudadanos venezolanos en la economía del país?

Colores de la bandera de Venezuela

Porcentaje del último nivel educativo de venezolanos en Colombia

Porcentaje del último nivel educativo de la población que hace 5 años vivía en Venezuela

 

La evidencia internacional sugiere que la inmigración puede tener efectos positivos sobre los países receptores, especialmente en el mediano y largo plazo. En primer lugar, los inmigrantes traen diferentes experiencias y conocimientos que, si son aprovechados, se pueden traducir en mayor innovación y mejoras en productividad. Un ejemplo es la industria petrolera colombiana que se benefició de la experiencia de los técnicos venezolanos que llegaron a Colombia tras los despidos masivos en PDVSA.

El segundo canal es más directo: los inmigrantes traen capital y son más propensos a crear emprendimientos. Esto impulsa la inversión y contribuye a la generación de empleo. La primera ola de inmigrantes venezolanos incluyó personas que estaban en una buena posición económica, y este mecanismo actúa principalmente a través de este subgrupo, pero en los últimos años la mayoría son personas que llegan en una situación económica más precaria.

Aun así, la inmigración puede generar un bono demográfico al incrementar el tamaño relativo de la fuerza laboral respecto a la población total. Los provenientes de Venezuela tienden a ser más jóvenes, 26 años en promedio, y tienen una tasa de participación laboral cercana al 72 %, casi 9 puntos porcentuales más alta que la de los nacionales. Estos beneficios no se dan de forma automática. Es necesario integrar a esta población al sistema productivo.

Familia de inmigrantes venezolanos caminando hacia Colombia

Foto: Schneyder Mendoza - AFP

 

¿El Gobierno ha tomado medidas para vincularlos al sistema productivo que usted menciona?

Colores de la bandera de Venezuela

Los últimos dos gobiernos han tratado de facilitar su vinculación al sector productivo nacional, y su acceso a la seguridad social, pero los recursos son escasos y todavía falta mucho trabajo. En el documento Conpes 3950 de 2018 se resume la estrategia de atención a corto plazo para esta población. En la parte laboral, hay que resaltar que se continúan otorgando los Permisos Especiales de Permanencia (PEP) que se vienen dando desde 2017. Para complementar, en febrero de este año se creó el Permiso Especial de Permanencia para el Fomento de la Formalización (PEPFF), que autoriza a los empresarios nacionales a contratar trabajadores venezolanos en condición migratoria irregular haciendo una solicitud en la página web del Ministerio del Trabajo.

Estas son políticas importantes que van en la dirección correcta, pero los resultados laborales no son buenos. Según datos del módulo de migración de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH), la tasa de desempleo de los inmigrantes recientes entre septiembre de 2018 y septiembre de 2019 fue de 19,2 %, casi el doble de la tasa observada para el resto de la población.

Según estadísticas del Ministerio de Hacienda, la diferencia promedio entre lo que gana un trabajador nacional y un inmigrante venezolano es de 34 %. ¿Cómo explicar esta diferencia salarial?

Colores de la bandera de Venezuela

mapa-colombia-migracion

Total tasa de desempleo en ciudades con mayor población migrante

 

Solo una sexta parte de esta brecha (5,5 %) se explica por diferencias en características observables como el nivel educativo y la experiencia laboral. Estos son datos preocupantes. En una investigación en curso con profesores de la Universidad de Eafit, estamos usando métodos experimentales para estudiar si este tipo de diferencias en los resultados laborales se explican por prácticas discriminatorias en contra de la población inmigrante.

Para dar una idea, en una encuesta a pequeños y medianos empresarios elaborada por la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif) en 2017, cerca del 30 % de los encuestados reportó que en ninguna circunstancia contrataría este tipo de trabajadores. No es suficiente entonces atacar este problema con normas y regulaciones, también se necesita un cambio cultural.

¿Es cierto que la inmigración venezolana ha disparado los índices de empleo informal, como piensan muchos colombianos?

Colores de la bandera de Venezuela

La tasa de informalidad laboral en Colombia, medida según afiliación a seguridad social o por tamaño de los establecimientos, cayó de forma sostenida entre los años 2012 y 2019, aunque se mantiene en un nivel bastante alto cercano al 47 %. El periodo de inmigración masiva de población venezolana se ha caracterizado por la caída en la informalidad, no por el aumento.

Dicho esto, según datos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH), la proporción de inmigrantes venezolanos en trabajos informales se acercaba al 90 % en 2019. Es difícil saber cuál hubiera sido la trayectoria de esta variable en ausencia del flujo migratorio, pero estas cifras sugieren que este fenómeno ha dificultado la tarea de reducir la informalidad.

Cuantos venezolanos hay en Colombia después de la migración

Ante la incertidumbre generada por la COVID-19, así como las graves consecuencias que ha traído sobre los más vulnerables, ¿cómo podría el Gobierno mitigar la crisis y evitar un crecimiento desbordado del desempleo, incluso para las familias venezolanas?

Colores de la bandera de Venezuela

Puestos de trabajos de la población venezolana en Colombia

Puestos de trabajos de la población que hace un año vivía en Venezuela

 

En dos reportes recientes elaborados por colegas de la Facultad de Economía se muestra que cerca de 9 millones de personas trabajan en los sectores más vulnerables a la parálisis. Los trabajadores informales, que son cerca de la mitad de la fuerza laboral, están en una situación particularmente precaria por la dificultad que tienen para generar ingresos durante la cuarentena y porque no tienen ahorros; es mayoritariamente una población que vive del día a día.

Para aliviar esta situación se necesita dar transferencias monetarias inmediatas a los hogares cuyos ingresos dependen del trabajo informal, y esto incluye a los inmigrantes. Este no es el momento de hacer distinciones por nacionalidad. Es un imperativo moral extender las ayudas del Gobierno a esta población.


Divorcios en Colombia y sus consecuencias

Divorcio y separación: golpe económico para mujeres e hijos

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Divorcio y separación: golpe económico para mujeres e hijos

Alrededor del mundo las familias monoparentales maternas disminuyen su bienestar económico tras la disolución de sus uniones maritales o de hecho. La situación es particularmente preocupante en Colombia, donde estas presentan altos índices de pobreza.

Por: Lina Fernanda Sánchez Alvarado
lf.sancheza@uniandes.edu.co

En las últimas tres décadas, el divorcio y la separación han aumentado a un ritmo acelerado en Colombia. Entre 1990 y 2010, este fenómeno creció en 65 por ciento para mujeres entre los 25 y los 29 años y en 46 por ciento para aquellas entre 35 y 39 años.

Con esta disolución, su bienestar económico se reduce, no solo como consecuencia del reajuste de los ingresos del hogar, sino porque en su mayoría son ellas quienes conservan la custodia de sus hijos. Por su parte, los hombres aumentan su bienestar económico en la mayoría de los casos. Estas dinámicas son expuestas por resultados preliminares de la investigación “Consecuencias económicas del divorcio y la separación para las mujeres en Colombia” de la profesora Ángela Guarín Aristizábal, de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes.

Allí no solo explora la situación colombiana, sino que la compara con otros países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos). Una investigación sobre seis de ellos muestra que, en Alemania, las mujeres experimentan una reducción de 35 por ciento en el ingreso ajustado del hogar al disolver sus uniones. En Estados Unidos, la merma es de 30 por ciento y en el Reino Unido de 26 por ciento. Para el caso de Colombia, el estudio de la profesora Guarín busca estimar el porcentaje de esta disminución. Resultados preliminares indican que para las colombianas cambian las fuentes de ingreso del hogar, y que las ayudas recibidas de familiares y amigos aumentan considerablemente.

“Este impacto negativo en el bienestar económico de las mujeres se puede explicar desde factores que se dan incluso antes de formar sus uniones. Por ejemplo, las desventajas en el mercado laboral, seguidas de la maternidad y de dinámicas asociadas con el divorcio, la separación y la custodia de los niños”, asegura la investigadora Guarín, doctora en Bienestar y Política Social, de la Universidad de Wisconsin–Madison.

En su mayoría son ellas quienes reciben menores salarios y experimentan la penalidad por ser madres, acumulando menos años de experiencia laboral, producto de su mayor dedicación al cuidado de los hijos.

Por otra parte, el aumento en la proporción de personas separadas y divorciadas sugiere mayor inestabilidad de las uniones. También se ha documentado la pérdida de importancia del matrimonio, a la par con un incremento significativo en el número de uniones libres, según estudios de la investigadora Carmen Elisa Flórez.

De hecho, Colombia es uno de los países que registra las cifras más altas de cohabitación en América Latina (33 por ciento), según el reporte World Family Map 2019, del Institute for Family Studies y de Wheatley Institution.

Los niños también se afectan

El impacto en el bienestar económico de las mujeres también impacta a los hijos, pues en la mayoría de los casos ellos quedan a su cargo después de un divorcio o una separación. En las últimas décadas la proporción de niños que crecen sin la presencia de alguno de los padres se ha incrementado. Según Laura Cuesta, economista de la Universidad de los Andes y profesora asistente de la Universidad de Rutgers en Estados Unidos, 40 por ciento de las familias con niños son monoparentales y, de estas, 69 por ciento son maternas. Uno de sus estudios recientes muestra que la pobreza de estos niños (33 por ciento) es poco más del doble que la observada entre los que viven con ambos padres.

En este contexto, la cuota alimentaria podría pensarse como un instrumento para mejorar el bienestar de estas mujeres y sus hijos después de la disolución de sus uniones; sin embargo, en el país solo 1 de cada 4 familias monoparentales la recibe.

La investigadora Cuesta explica que la mayoría de sistemas de cuota alimentaria fueron creados bajo la premisa de que los padres obligados a pagar tienen empleos estables y cumplen con su obligación, pero las estadísticas indican que no lo hacen. Hay diferentes formas de atacar este problema. En los países nórdicos, por ejemplo, el Gobierno transfiere una cuota alimentaria cuando los padres no están en la capacidad de hacerlo.

¿Debería entonces el Gobierno garantizar transferencias mínimas para las mujeres que se hacen cargo de los hijos después de un divorcio o una separación?

Para Ángela Guarín, de la Escuela de Gobierno, este es un problema de política pública. “Se requieren intervenciones tempranas porque un niño que nace y crece en la pobreza está expuesto a varios factores de riesgo, además de tener menores posibilidades de salir de la pobreza en su edad adulta, lo cual en el largo plazo puede generar costos sociales y económicos para el Estado”, puntualiza.

Adicionalmente, las mujeres aportan de manera considerable al crecimiento económico del país, por lo cual un menor bienestar puede tener un impacto negativo en la economía. Muchas enfrentan grandes dificultades para recuperar su estabilidad económica después del divorcio o separación, lo que las deja en una condición de vulnerabilidad y pobreza persistente. Por estas razones, la invitación es a identificar estrategias de política pública que permitan garantizar el bienestar económico de ellas y sus hijos, tanto antes como durante y después de la disolución de sus uniones.

Consecuencias económicas después del divorcio o separación en el mundo

*Fuente: World Family Map 2019, del Institute for Family Studies y Wheatley Institution.

Ilustración y gráficos: Edwin Cruz.

‘TARDÉ 3 AÑOS EN VOLVER A ARMAR MI CASA’

“Cuando me decidí a dejar al que era mi esposo, solo empaqué maletas y me fui a vivir a otro pueblo. Empecé de cero, viviendo en la habitación de la casa de una familia con mi hijo. Soy docente, pero incluso con un trabajo fue difícil empezar de nuevo. Los ingresos se mantenían, pero los gastos aumentaron. Así que decidí vivir en esa habitación tres años mientras buscaba comprar de nuevo una casa y recuperar mis pertenencias. Ahora que mi hijo arrancó la universidad, tuve que pedir la cuota alimentaria, pero ha sido complicado que cumpla”.

Carmen Rosa Alvarado

‘TRABAJO OCASIONALMENTE PARA NO DEJAR SOLOS A MIS HIJOS’

“Duré 15 años viviendo con él, pero yo fui quien se quedó con los dos hijos, porque él se la pasa tomando alcohol. Llevo dos años y medio separada y desde ahí he trabajado por horas en restaurantes o en empresas con horario. Sin embargo, decidí ayudarle a mi hermana en un vivero, porque no tengo cómo pagarle a alguien que cuide a los niños. Y eso sí, primero cuidar a mis hijos que llenarme de cosas materiales. Vivo en la casa de mis padres, y mi hermana me ayuda, así disminuyo gastos y evito dejar a mis hijos a la deriva”.

Ángela María Montenegro


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Especial sobre los derechos de las mujeres en Colombia

Derechos de las mujeres: muchos nudos desatados y muchos por desatar

Debieron pasar varias décadas para que en Colombia se consolidarán transformaciones profundas en la lucha por los derechos de las mujeres. Sin embargo, todavía queda camino por recorrer y muchos abusos, desigualdades e injusticias que detener.

Por: Paula Molano
pm.molano@uniandes.edu.co

“A las niñas no les gusta aprender a leer y escribir y, sin embargo, siempre están dispuestas para aprender a coser”, dijo en el siglo XVIII el francés Jean-Jacques Rousseau, autor de El Emilio, una obra sobre la educación que ha sido elevada a la categoría de los clásicos y citada cientos de veces como un buen ejemplo en el ámbito educativo.

Pero no fue el único hombre ilustrado que denigró de la mujer. Lo habían hecho muchos siglos antes Sócrates y Platón, dos de los grandes filósofos griegos, al plantear que estas eran seres inferiores.

De ese pensamiento retrógrado no se salvan ni los grandes teólogos y maestros de la iglesia. Para santo Tomás de Aquino, “como individuo, la mujer es un ser endeble y defectuoso”, y, apenas en 1545, papas y arzobispos reconocieron que ella tiene alma.

Los tiempos han cambiado y Colombia no es ajena a esas transformaciones. Policarpa Salavarrieta, María Cano, Betsabé Espinal —también conocida como Espinosa—, Georgina Fletcher, Ofelia Uribe, Gerda Westendorp, Débora Arango, Josefina Valencia, Esmeralda Arboleda y Virginia Gutiérrez de Pineda se cuentan entre las innumerables pioneras. Pero en esa lucha silenciosa también hay cientos de mujeres anónimas inteligentes, aguerridas, comprometidas, pacíficas, ejemplares y revolucionarias.

 

Mujeres colombianas destacadas a lo largo de la historia

Ilustración: Juliana Avella

Gracias a ellas se han desatado nudos apretados que las han atado, invisibilizado y relegado a un segundo plano en la historia del país. Producto de su esfuerzo, no exento del apoyo de algunos hombres, las mujeres pueden elegir y ser elegidas, ya no necesitan permiso del marido, el papá o el hermano para salir del país, pueden recibir salario sin mediación de un varón e incluso tienen acceso al aborto en algunas situaciones.

Los nudos, sin embargo, siguen siendo cuantiosos. Muchos derechos se han quedado consignados en el papel o cubren únicamente a las de las clases sociales más altas. También persisten las discriminaciones por género que se evidencian, por ejemplo, en la brecha salarial y en las dobles jornadas para atender asuntos laborales y de cuidado del hogar. La lucha continúa porque siempre habrá mujeres con las faldas bien puestas.

Aquí recogemos algunos hitos importantes en la pelea por las reivindicaciones de este género, con la orientación de las profesoras de la Universidad de los Andes Diana Marcela Gómez, de la Maestría de Género del Cider, e Isabel Cristina Jaramillo, de la Facultad de Derecho, destacadas por sus investigaciones sobre los derechos y los movimientos de mujeres. También de Claudia Mejía, exdirectora de Sisma Mujer.

 

Ilustración: Freepick.es

Ilustración: Freepick.es

Hechos destacados

Las primeras manifestaciones de resistencia femenina provinieron de las mujeres esclavizadas que abortaban para romper la cadena de vasallaje que las sometía. También surgieron tímidas iniciativas para educar a las señoritas.

• En 1700 doña María Gertrudis Clemencia de Caycedo y Vélez solicitó permiso al rey para educar a las doncellas y fundó el Colegio de la Enseñanza, cuya educación se centró en mujeres con un único destino: el matrimonio o el convento. En la Independencia, su aporte fue valioso y disímil. Las mujeres desplegaron un potencial de compromiso con los hechos públicos hasta entonces desconocido.

• Las más ilustradas organizaban tertulias para discutir sobre asuntos diversos incluidos los políticos, y otras menos educadas, desde las chicherías, apoyaban la causa emancipadora del dominio de España.

• Al lado de las tropas libertadoras marchaban Las Juanas, un ejército paralelo que seguía a los soldados; les cocinaban, les remendaban los vestidos, les tejían los abrigos, les curaban las heridas y eran esposas, hermanas, amigas y amantes.

• Hubo espías y mensajeras. Escondían las armas debajo de las faldas, prestaban sus casas para las conspiraciones contra el régimen o para proteger a los revolucionarios y hasta donaban sus joyas para financiar las campañas. Algunas, incluso, se hicieron pasar por hombres para vencer la prohibición de incorporarse a las tropas.

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• En 1857 se expidieron los primeros códigos civiles en Colombia y así las mujeres empezaron a adquirir paulatinamente derechos (en contraste, la Revolución Francesa las excluía). Sin embargo, estos no alcanzaban a tener impacto cuando ya eran derogados. Por ejemplo, en 1853, en la provincia de Vélez (Santander) se aprobó el sufragio femenino, pero no llegó a ejercerse y fue revocado en 1857. Hubo que esperar cien años desde la revocatoria para que ellas pudieran acudir a las urnas.

• En febrero de 1920, bajo el liderazgo de Betsabé Espinal, cuatrocientas obreras desafiaron la tiranía de Emilio Restrepo Callejas, un poderoso y recio industrial conocido como Paila, que las obligaba a trabajar descalzas para que no dañaran las baldosas de su fábrica de textiles en Bello (Antioquia). La Huelga de las Señoritas duró 21 días y consiguió importantes reivindicaciones: pudieron usar zapatos, la jornada laboral se redujo a 10 horas, les dieron más tiempo para almorzar y tomar onces y subieron 40 % los salarios. Y, sobre todo, fueron despedidos los capataces acosadores Jesús Monsalve, Teódulo Velásquez y Manuel J. Velásquez.

Años 30

Con la llegada del liberalismo al poder, empezó una época trascendental para la conquista de derechos femeninos.

  • En 1930 se celebró en Bogotá el IV Congreso Internacional Femenino, en el que se sembraron muchas de las semillas de los logros venideros.
  • La Ley 28 de 1932 les otorgó el derecho a disponer de sus bienes, contraer autónomamente deudas, realizar otras transacciones financieras y comparecer por sí mismas ante la justicia.
  • Mediante las resoluciones n° 167 del 4 de noviembre de 1932 y n° 3 del 11 de enero de 1933, que desarrollaban lo dispuesto en el Decreto 1487 de 1932, el Gobierno adaptó el pénsum de enseñanza para colegios de hombres y de señoritas. Finalmente, ellas tendrían un destino distinto al matrimonio o el convento.
  • El Decreto 1972 de 1933 fijó los requisitos que debía tener el pénsum de los colegios para las señoritas que aspiraran a ingresar a la educación superior. Unas pocas comenzaron a ejercer este derecho dos años después en la Universidad Nacional y luego en el Externado y la de Antioquia, aunque en 1925 la Universidad de Cartagena graduó la primera médica. En 1941, se abrió la Javeriana Femenina, donde, según esa institución, el primer grupo de alumnas sumaba 140: 8 en Derecho,12 en Filosofía y Letras, 12 en Economía Social y Enfermería y 108 en clases libres.
  • En 1936, cuando en el ámbito laboral las mujeres seguían relegadas a oficios ligados al cuidado doméstico, la reforma constitucional de Alfonso López Pumarejo les permitió ocupar cargos públicos.

Años 40 a 60

Fueron décadas marcadas por la conquista de derechos políticos y reproductivos.

• El 25 de agosto de 1954 —101 años después de la aprobación del voto femenino en la provincia de Vélez—, mediante el Acto Legislativo n° 3, la Asamblea Constituyente reconoció los derechos políticos de la mujer y, por ende, la posibilidad de sufragar. Tres años después, en 1957, con ocasión del plebiscito que dio vida al régimen bipartidista del Frente Nacional, acudieron por primera vez a las urnas. Del total de votantes, 41,7 % (1.835.255) fueron mujeres.

• Mediante la Ley 54 de 1962, Colombia ratificó el Convenio 100 de la OIT de 1951 referente a la igualdad en la remuneración laboral para hombres y mujeres por el mismo trabajo. Hoy, esta paridad sigue pendiente.

• En los sesenta, cuando los movimientos feministas ya eran muy activos, llegó al país la píldora anticonceptiva, que comenzó a socializarse en 1964 como método de control natal. A partir de ahí, nada volvió a ser igual para las mujeres, pues podían decidir sobre su sexualidad y el tamaño de su familia, así como salir a trabajar con independencia y sin las cargas que traían los hijos de la casualidad.

Invitación a conocer los posgrados del CIDER Uniandes

Años 70 y 80

Nacieron las primeras asociaciones y organizaciones de mujeres y tomaron fuerza los movimientos feministas, en un país en guerra, con abundantes casos de violencia de género no registrados por fuentes oficiales. Estas expresiones organizativas fueron clave para el reconocimiento de los derechos femeninos en Colombia.

Mujer campesina trabajando en el campo

Foto: Depositphotos

• En 1978 se convocó el Congreso Panamericano de Mujeres Sindicalistas en Bogotá. Nueve años más tarde se llevó a cabo el Primer Encuentro de la Mujer Trabajadora, organizado por la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia (CUT).
• Nació la Asociación de Mujeres Cafeteras Indígenas de Colombia, una de las expresiones organizativas de mujeres campesinas más grandes que han existido en el país.

• En 1981 se celebró en Bogotá el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, en el que se decidió elegir el 25 de noviembre como el Día Internacional de No Violencia contra las Mujeres, recordando el asesinato de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, ocurrido en República Dominicana durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo.

• También se creó Unidas Sí Podemos, organización con gran importancia en el Magdalena Medio y capacidad de resistencia.

• En 1982 se fundó en Bogotá una de las más significativas y antiguas ONG del país, La Casa de la Mujer, organización feminista que asumió uno de los retos más importantes para el país: la construcción de la paz con justicia social y con la participación paritaria y activa de las mujeres.

Años 90 en adelante

El tránsito constitucional de 1991, de un Estado de Derecho a un Estado Social de Derecho, marcó un paso hacia el rechazo expreso a la discriminación jurídica y fáctica de las mujeres.

Al mismo tiempo, con movimientos feministas y de mujeres cada vez más fuertes, ellas se convirtieron en protagonistas de primera línea en la lucha por la consolidación de la paz, con énfasis en sus congéneres víctimas del conflicto armado, y en la política nacional.

Esta marcó el accionar de los movimientos femeninos en los años siguientes y el camino para que en el Grupo de Memoria Histórica, y posteriormente en el Centro Nacional de Memoria Histórica, se hiciera investigación sobre el conflicto armado con perspectiva de género.

    • A pesar de no lograr una representación significativa en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, pues solo 4 de los 74 integrantes eran mujeres —María Mercedes Carranza, María Teresa Garcés Lloreda, Aída Avella y Helena Herrán de Montoya—, ellas lograron que se aceptara la agenda reivindicativa propuesta para materializar los derechos femeninos, con excepción de la libre opción de la maternidad.

 

    • La Constituyente marcó un hito fundamental en la historia de las mujeres en Colombia. Algunas de ellas se organizaron en el movimiento Mujeres y Constituyente y luego en la Red Nacional de Mujeres. Así se consolidaron dos expresiones de importancia en el movimiento de mujeres en el país.

 

    • La Ruta Pacífica de las Mujeres surgió en la década de los 90 para exigir la salida negociada al conflicto y visibilizar la violencia en contra de ellas. Y años más tarde, en 2001, se creó la Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz (IMP), organización que impulsó la Constituyente Emancipatoria de Mujeres en 2002, de la que se desprendió una Agenda de las Mujeres por la Paz. Esta marcó el accionar de los movimientos femeninos en los
      años siguientes y el camino para que en el Grupo de Memoria Histórica, y posteriormente en el Centro Nacional de Memoria Histórica, se hiciera investigación sobre el conflicto armado con perspectiva de género.

 

    • La Ley 581 de 2000 o Ley de Cuotas estableció que mínimo el 30 % de los altos cargos públicos deben ser
      ejercidos por mujeres, con excepción de aquellos en los que el ingreso se base exclusivamente en el mérito.
    • En 2000 Profamilia introdujo al país la anticoncepción de emergencia.

 

    • El 10 de mayo de 2006, a través de la sentencia C-355, la Corte Constitucional despenalizó el aborto en tres
      situaciones: violación, malformación del feto y riesgo para la vida o salud de la gestante. Sin embargo, persisten
      numerosas trabas para que todas puedan ejercer ese derecho.

 

    • En 2008, se aprobó la Ley 1257, que busca sensibilizar, prevenir y sancionar las formas de violencia y discriminación contra las mujeres.

 

    • La Ley 1525 de 2012 ratificó el convenio de Colombia ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que
      amplió la protección a los trabajadores de servicio doméstico, un sector con amplia mayoría femenina (más de 90%).
      Esta se complementó en 2016 con la Ley 1788 que aprobó el pago de la prima de servicios para tales empleados. Sin
      embargo, es una de las normas con mayor incumplimiento, dada la enorme informalidad en los contratos.
    • Mediante el Decreto 721 de 2013, el Gobierno Nacional dispuso la afiliación de los trabajadores domésticos a las cajas de compensación familiar.

 

    • La Ley 1761 de 2015 o Ley Rosa Elvira Cely reconoció el feminicidio como delito autónomo. Esta fue el resultado de una tragedia: el asesinato de una mujer en cuyo nombre se bautizó la ley, ocurrido en mayo de 2012.

 

  • El 6 de enero de 2016 se promulgó la Ley 1773, que también lleva el nombre de una víctima: Ley Natalia Ponce de León, que definió los ataques con ácido como delitos autónomos y no como “lesiones personales”. Uno de los cambios que introdujo fue aumentar la pena máxima de 10 años de cárcel a una de hasta 50 años.

La paz con las Farc

Logo de las Farc pintado sobre una pared en ColombiaFoto: Felipe Cazares

Tras el anuncio del nombre de los negociadores de la mesa de diálogo con las Farc y ante el hecho de que solo había hombres, ONU Mujeres, la Embajada de Suecia, diez plataformas y organizaciones femeninas llevaron a cabo la Cumbre de Mujeres y Paz. En octubre de 2013, esta deliberó durante varios días en Bogotá, con la participación de casi 500 mujeres de todo el país, que le pidieron al presidente Juan Manuel Santos que nombrara a algunas representantes del género femenino como negociadoras.

• En junio de 2014, nació la Subcomisión de Género de la mesa de negociaciones de La Habana, integrada por mujeres de las Farc y del Gobierno.

• Durante las décadas de la guerra en Colombia, las mujeres se habían preparado y, a medida que exigían los derechos de las mujeres víctimas, estaban construyendo la agenda que llevaron a las mesas de negociación de La Habana. La presentaron mediante una alianza entre organizaciones de mujeres y de la comunidad internacional y la Subcomisión de Género.

• Juntas, articuladas y estructuradas, con estas propuestas lograron el reconocimiento de que la desigualdad que viven las mujeres en la discriminación de género subyace a las razones del conflicto armado. De hecho, el acuerdo de paz ha sido reconocido como el primero en aceptar esta tesis y en desarrollar medidas concretas, diferenciadas y afirmativas en favor de las mujeres.

• En el documento final, Gobierno y Farc acordaron la creación de la Instancia Especial para contribuir a la implementación del Acuerdo Final con enfoque de género. En abril de 2017, la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación del Acuerdo Final estableció los lineamientos para ponerla en marcha


Crisis climática en Bogotá

Nuestro Futuro, una cátedra contra la inercia socioambiental

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Nuestro Futuro, una cátedra contra la inercia socioambiental

Por: Alejandro Gaviria
Rector de la Universidad de los Andes

Entre el 21 de enero y el 10 de marzo de 2020, cada martes en Los Andes se llevó a cabo una sesión académica para contribuir a la toma de conciencia colectiva, a la generación de nuevas normas sociales y al diseño e implementación de nuevas políticas en lo concerniente a la crisis climática. Fue liderada por el rector Alejandro Gaviria, cuyas palabras en la inauguración de este espacio de reflexión reproduce NOTA UNIANDINA.

La cátedra Nuestro Futuro intenta, desde la academia, esto es, desde el rigor científico y la aceptación de la complejidad de los problemas; intenta, decía, incentivar una toma de conciencia, un mayor conocimiento sobre la crisis ambiental y sobre la urgencia de un cambio de verdad. La inercia, sabemos ya, conduce al desastre.

En la academia, casi como un axioma, tenemos que practicar una especie de optimismo primordial. Un optimismo sobre el mundo de las ideas, sobre la capacidad del conocimiento, el pensamiento sistemático y la disciplina científica para transformar la realidad. Puede ser una ilusión liberal, pero es una ilusión necesaria, imprescindible especialmente en esta coyuntura.

En relación con la crisis ambiental, con el motivo de esta cátedra, este optimismo plantea que no todo está perdido, que hay salidas posibles. Decía hace poco el médico colombiano Alex Jadad que la humanidad entró en una fase de cuidados paliativos. No queremos resignarnos todavía. La academia tiene que seguir fiel a los hechos, pero debe mantener al mismo tiempo un sesgo por la esperanza.

Nuestro papel es doble. Seguir construyendo conocimiento, seguir escudriñando el mundo con las armas de la curiosidad, el escepticismo y el ensayo y error. Pero no podemos quedarnos allí. Si nos quedamos en la torre de marfil, encontraríamos en el mejor de los casos una buena tribuna para apreciar la destrucción del mundo. Nuestra obligación es ser parte de un diálogo permanente con la sociedad. Debemos contribuir a la toma de conciencia colectiva, a la generación de nuevas normas sociales y al diseño e implementación de nuevas políticas.

Nada cambia definitivamente en el mundo, escribió el pensador liberal John Stuart Mill hace 160 años, si no cambian los modos de pensamiento. Quiero ahondar rápidamente en este punto por medio de tres ideas complemetarias que, en conjunto, brindan un contexto preliminar a nuestra cátedra.

La primera idea alude al gran escape de la humanidad (para usar las palabras del economista Angus Deaton), el gran escape del hambre, la ignorancia, la enfermedad y la pobreza. El progreso material ha sido sustancial, casi milagroso. La humanidad, en contra de los pronósticos más pesimistas, que siempre han sido mayoritarios y atractivos, ha logrado superar la trampa malthusiana del hambre y la pobreza.

El gran escape ha coincidido con la gran aceleración. La relación causal no es inmediata, pero la conexión es innegable. El aumento de la emisión de gases efecto invernadero, la mayor acidificación de los océanos, la deforestación y la pérdida de biodiversidad, entre otras tendencias, coinciden con el aumento del progreso material.

“Lo que es insostenible tiene que parar” dijo alguna vez un economista estadounidense.

La gran aceleración es insostenible. Tendrá que parar. Más temprano que tarde.

Hay otra gran aceleración que quisiera mencionar, una tendencia inquietante para la academia. Simultáneamente con la gran aceleración hemos visto una explosión de artículos académicos, libros, discusiones, revistas, etc. sobre sostenibilidad. La efervescencia intelectual es evidente. Los resultados no lo son. Nada o poco ha cambiado en la práctica.

Esto es así probablemente porque no han cambiado los modos de pensamiento, porque, entre otras cosas, la academia ha permanecido demasiado ensimismada. Esta cátedra es un pequeño esfuerzo por romper esa tendencia, por conectarnos con la sociedad. Si no logramos una conexión emocional con la gente, será muy difícil el cambio.

Abordaremos las tensiones, cada vez más evidentes, entre progreso material y crisis climática, liberalismo y acción colectiva, capitalismo y desarrollo sostenible. Abordaremos también los grandes debates éticos: desde la justicia climática hasta los derechos de los animales. En la última clase enfatizaremos el papel del arte y la creación en la solución de la crisis.

Confieso que existe una tensión entre la evidencia científica y la necesidad (ética, digamos) del optimismo que mencioné anteriormente. La lista de razones para el pesimismo es larga. La gran aceleración no es solo exponencial sino más rápida de lo previsto. La cooperación entre países casi imposible. La población crecerá en los próximos 30 años en miles de millones de personas y el ingreso se triplicará. Los interesados en que todo siga igual están más organizados y mejor apertrechados que aquellos que demandan un cambio. Muchos de los más afectados ni siquiera tienen voz.

Pero debemos al menos alzar la voz. De eso también se trata esta cátedra, de resistir con inteligencia, argumentos y cierto desespero, de insistir en la necesidad de un cambio así a veces parezca imposible. Nuestro futuro, queremos pensar, todavía puede ser distinto.

Este fin de año dediqué una parte de mi tiempo a leer algunos de los últimos ensayos de Aldous Huxley. Siempre me han parecido lúcidos, una suerte de jipismo realista. “La moral de la conservación —escribió Huxley— no concede a nadie una excusa para sentirse superior ni para reclamar privilegios especiales. ‘No hagas a tu prójimo lo que no quieres que te hagan’ rige para nuestra forma de tratar todo tipo de vida en todas partes del mundo. Se nos permitirá vivir en este planeta solo mientras tratemos a nuestro planeta con compasión e inteligencia”.

Nuestro futuro depende de este imperativo. Las ciencias, las humanidades y el arte son, creo, no solo nuestro gran legado (nuestra mejor forma de estar en el universo), sino también nuestra tabla de salvación. La gran acogida a esta cátedra es motivo de optimismo. Sugiere una impaciencia con el presente y una voluntad (así sea todavía incipiente) de cambiar nuestro futuro. En eso estamos

Portada de la Cátedra abierta Nuestro Futuro

La Cátedra

La cátedra Nuestro Futuro, ofrecida a través del Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe (CODS), propició debates éticos en torno a temas como los motores y retos de la crisis ambiental global, la afectación de los ecosistemas, la necesidad de construir ciudades sostenibles, la realidad del bosque tropical amazónico, los factores biológicos y científicos en el debate ambiental, la agricultura y los océanos, y el origen del Antropoceno nombre de la época geológica actual derivada del cambio climático.

Cada sesión incluía una conferencia magistral seguida por un conversatorio con el rector Alejandro Gaviria y preguntas del público. Además del rector, los conferencistas fueron Cristián Samper, Catalina González, Ana María Hernández, Dolors Armenteros, Ximena Rueda, Sandra Vilardy, Manuel Rodríguez, Germán Andrade y Manuel Pulgar-Vidal.

Reviva todas las sesiones de la cátedra en el siguiente enlace: Abrir aquí

“NADA VOLVERÁ A SER IGUAL”

Al término de las ocho sesiones de la cátedra Nuestro Futuro, el rector Alejandro Gaviria extrajo las siguientes conclusiones:

La vida en la tierra se conecta de una manera intrincada y maravillosa, pero a la vez esa complejidad tiene una dimensión inquietante: las irreversibilidades. Sabemos o sospechamos que cruzaremos unos umbrales —o ya los cruzamos—. Nada volverá a ser lo mismo que antes.

La fragilidad y la precariedad de los equilibrios biológicos nos obligan a aproximarnos a estos temas con modestia, con respeto y con pasión.

La gran aceleración también entra en una dimensión inquietante. Se refiere no solo a la velocidad en que se están dando los cambios con respecto al pasado, sino también con respecto a las proyecciones más pesimistas. Se necesita una toma de conciencia sobre la urgencia o la necesidad imperiosa de cambiar en un escenario donde las ventanas de oportunidades son estrechas.

No podemos caer en la estupidez de seguir haciendo lo mismo (para usar el lenguaje del escritor Sándor Márai). El acuerdo de París sobre descarbonización es bueno pero insuficiente. No podemos caer en la pasividad que se desprende, muchas veces, de la resignación.

Existe una asimetría de los hechos del cambio climático. Los conocemos bien, sabemos que sus causas no son otras que las actividades humanas. Hemos perfeccionado los elementos de modelaje: comenzamos a discernir las consecuencias probables, lo que va a ocurrir. Pero, al mismo tiempo, se cierne sobre nosotros una gran incertidumbre, que ya no es ateniente a las ciencias naturales, sino a las ciencias humanas, pues los problemas de la acción colectiva a escala global son difíciles de resolver y nos llevan a escenarios distópicos. La capacidad del ser humano, de nuestra comunidad, para enfrentar el problema y hacerlo a tiempo continúa siendo un interrogante.

Necesitamos reconstruir, o redefinir o concebir de manera distinta nuestra relación con la naturaleza, llegar a la nueva conceptualización que han hecho los chinos para construir una sociedad ecológica. Debemos abandonar el paradigma de que de un lado estamos los seres humanos y del otro los recursos naturales dispuestos para ser explotados, aprovechados por el hombre para satisfacer sus caprichos.

Les hemos dado una responsabilidad extrema a los jóvenes diciéndoles “háganlo ustedes, ya que nosotros no lo hicimos”. Ellos van a dar ejemplo haciendo eso tan difícil para el ser humano que es practicar lo que predica. Tal vez necesitamos una nueva Ilustración, un nuevo humanismo, ya no tan centrado en el ser humano, sino que trascienda nuestra especie y abarque toda la naturaleza.

Alejandro Gaviria dando su discurso en la Cátedra Nuestro Futuro

El rector Alejandro Gaviria fue un entusiasta profesor en la cátedra Nuestro Futuro. En la última sesión concluyó que frente a los hechos de la crisis climática “no podemos caer en la pasividad que se desprende, muchas veces, de la resignación”. Foto: Felipe Cazares

Cinco pilares para enfrentar el problema

Colombia representa el 1% del planeta, pero aporta el 10% de la vida y es uno de los tres países más biodiversos del mundo. Por eso es menester implementar la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el país. Así opinó Cristián Samper, director ejecutivo de Wildlife Conservation Society, en la 1.a sesion “Los motores y retos de la crisis ambiental”, al tiempo que propuso cinco pilares para afrontarla: conservación de la biodiversidad; bioeconomía, sistemas productivos y alimentación; transformación energética; ciudades sostenibles, y políticas, instituciones y equidad.

Brazo del río Amazonas en Colombia

Brazo del río Amazonas. La Amazonía es la selva tropical más rica y biodiversa del planeta. Su equilibrio peligra por la deforestación, cuya principal causa es el avance de cultivos para la alimentación de ganado. Foto: Depositphotos

Las causas de la crisis

El cambio en el uso de la tierra y el mar, la explotación directa de la superficie terrestre, el cambio climático, la contaminación y las especies exóticas invasoras son las cinco causas directas de la crisis de la biodiversidad. Estos factores han generado, por ejemplo, que el 47 % de los ecosistemas naturales estén deteriorados y que la integridad biótica —la abundancia de especies presentes de forma natural— haya disminuido un 23 % en el planeta. Lo dijo Ana María Hernández, profesional en Relaciones Internacionales, presidenta de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), en la 3.a sesión “La evaluación global de la biodiversidad”.

Nutria gigante del Río Amazonas

Esta es una de las aproximadamente 5.000 nutrias gigantes del río Amazonas que viven en libertad. Este mamífero, que alcanza más de metro y medio de longitud, está en vía de extinción debido a la cacería, la deforestación y el desplazamiento de su hábitat. Foto: Depositphotos

El tiempo apremia en la Amazonía

Si el 40 % de la Amazonía se deforesta, explotaría la llamada “bomba de carbono” que afectaría la vida del planeta por la emisión de millones de toneladas de este elemento. “Tenemos entre 10 y 15 años para no llegar a ese punto de no retorno”, dijo Dolors Armenteras, bióloga, magíster en Conservación Forestal y doctora en Geografía, en la 4.a sesión “El bosque tropical amazónico”.

Tierras deforestadas para cultivos en la Amazonía

Tierras deforestadas para cultivos en la Amazonía. Foto: Depositphotos

Pobreza y agricultura

Establecer un pacto para sacar a las personas que viven en condiciones de pobreza y trabajan en agricultura es uno de los retos inmediatos para enfrentar la crisis climática. Lo dijo la profesora Ximena Rueda, magíster en Economía y profesora de la Universidad de los Andes, en la 5.a sesión “Agricultura y Océanos”. Agregó que existen 2,1 billones de personas pobres y 767 millones viviendo en pobreza extrema. El 95 % de la población rural en condiciones de pobreza vive en el sureste asiático y en África subsahariana.

Desarrollo agrícola y cultivos en límites costeros

En los últimos 12.000 años hemos sostenido una estabilidad climática que ha permitido, por ejemplo, el desarrollo agrícola, que fue la primera conquista de la humanidad. Sin embargo, esa estabilidad está en peligro por el calentamiento global, de acuerdo con la profesora Ximena Rueda. En la foto, cultivos en límites costeros. Foto: Depositphotos

LAS FRASES

"Debemos al menos alzar la voz. De eso también se trata esta cátedra, de resistir con inteligencia, argumentos y cierto desespero, de insistir en la necesidad de un cambio así a veces parezca imposible. Nuestro futuro, queremos pensar, todavía puede ser distinto"

Alejandro Gaviria, doctor en Economía, rector de Los Andes, en la inaguración de la cátedra, el 21 enero de 2020.

"Con el calentamiento global en 3 grados Celsius estarían en riesgo el 24% de los vertebrados y el 48% de las plantas en el planeta. En los últimos años hemos presenciado el blanqueamiento del 90% de los corales. Y un ejemplo cercano: en Colombia sola tenemos 6 de los 19 glaciares que existian"

Cristián Samper, doctor en Biología y director ejecutivo de Wildlife Convervation Society, en la 1ra sesión "Los motores y retos de la crisis ambiental".

"El clima que conocimos hasta ahora no lo vamos a volver a tener"

Catalina González, doctora en Ciencias Naturales y profesora de Los Andes, en la 2da sesión "La ciencia del cambio climático".

"Conocemos más sobre la superficie de Marte que de los océanos"

Sandra Vilardy, bióloga marina, doctora en Ecología y profesora de Los Andes, en la 5ta sesión "Agricultura y océanos".

"Conectarnos de nuevo con la naturaleza y buscar salidas basadas en esta podría aportar un 37% de las soluciones climáticas"

Manuel Pulgar-Vidal, exministro de Ambiente de Perú y portavoz de Energía y Clima de WWF, en la 8va y última sesión de la cátedra.

El mayor problema socioambiental de América Latina es la ubicación de cientos de comunidades en zonas ambientalmente no urbanizables y cuya vulnerabilidad está aumentando con los eventos de las anomalías climáticas"

Manuel Rodríguez Becerra, exministro de Ambiente y profesor emérito de Los Andes, en la 6ta sesión "Ciudades sostenibles".

"El gran postulado de Antropoceno es que el mundo ya no es como lo conocemos o como lo conocimos. Han sucedido cosas increíbles como la apareición de una nueva capa de sedimentación con huesos de pollo, microplástico y material radiactivo, todos productos de origen humano"

Germán Andrade, investigador senior de CODS y profesor de Los Andes, en la 7ma sesión "El buen Antropoceno".

"Siempre pensamos que podemos remplazar las cosas. Los daños que ya causamos no se van a revertir. La deglaciación, la pérdida de los polos, el incremento del nivel del mar, la alteración de las corrientes marinas, nos acompañarán en el futuro. Lo que tenemos que hacer es adaptarnos a esas nuevas realidades del planeta y, en todo caso, evitar que estas nos generen mayores niveles de vulnerabilidad"

Manuel Pulgar-Vidal, exministro de Ambiente de Perú y portavoz de Energía y Clima de WWF, en la 8va y última sesión de la cátedra.







Globalización y consecuencias de la pandemia del Covid-19

La globalización, caldo de cultivo para las pandemias

La especie humana es partícipe del origen de las enfermedades infecciosas por zoonosis. Cada vez más, eliminamos las fronteras y facilitamos los contagios al tener contacto con los animales que las producen. Así, los humanos nos convertimos en vectores de transmisión.

Por: Luisa Juliana Avella Vargas
lj.avella@uniandes.edu.co

El SARS-CoV-2, un organismo microscópico, cuyo único interés en el ser humano es utilizar sus células para reproducirse, logró cambiar drásticamente, en poco menos de tres meses, las estructuras básicas de la civilización contemporánea expresadas en términos laborales, económicos, culturales y de dinámicas sociales fundamentadas en la globalización.

Este nuevo coronavirus se propaga con gran rapidez y, ante el desconocimiento de su conducta en los ecosistemas humanos y sus repercusiones a mediano y largo plazo, los dirigentes del mundo afrontan desafíos inimaginados. Estos los han llevado a tomar decisiones relacionadas con periodos de aislamiento, reactivación de actividades económicas, cierre y apertura de fronteras, entrega de subsidios u otorgamiento de créditos, entre muchas otras, y en ocasiones han tenido que deshacerlas sobre la marcha.También han debido encarar las noticias falsas con recomendaciones —unas atinadas, otras exageradas o descabelladas— que se propagan con más viralidad que el mismo virus.

Para enfrentar esta emergencia apenas han contado con la experiencia propia y ajena, las herramientas de modelación matemática y las hipótesis de sus asesores y expertos, explica Johnattan García, abogado de Los Andes y magíster en Salud Pública con énfasis en Salud Global de la Universidad de Harvard.

Una de las mayores preocupaciones se ha derivado del temor al colapso de los sistemas de salud. Con el encierro obligatorio de la población se pretende ganar tiempo para dotar al sistema hospitalario de los equipos necesarios (especialmente respiradores) para atender a los enfermos o hacer las pruebas de diagnóstico.

Pero, cómo se produce el contagio y cuál es la historia de las pandemias en la Tierra.

Microorganismos sin fronteras

Esta no es la primera vez que el mundo enfrenta una pandemia. Tampoco será la última.
Ahora es el nuevo coronavirus, pero antes —y reapareciendo por oleadas— fueron las fiebres hemorrágicas, como el dengue o el ébola, las gripes, el VIH, las pestes…, enfermedades infecciosas que han cobrado millones de vidas desde épocas en que aún no se documentaban, pero que conocemos gracias a estudios arqueológicos. Unas más contagiosas, otras más mortales. No importa. Todas han puesto a prueba nuestra capacidad para sobreponernos como especie. Hasta ahora lo hemos logrado, pero bajamos la guardia con gran facilidad tan pronto el peligro inminente cede.

En la historia encontramos que el factor común de aparición de las pandemias es el desplazamiento humano masivo producido por invasiones, guerras, creación de rutas comerciales y, más recientemente, como consecuencia de la globalización.

Vale la pena decir que, en términos generales, la cooperación entre naciones ha impulsado cambios sociales, económicos y culturales mediados por la inmediatez en las comunicaciones. Internet elimina las fronteras físicas y acerca al mundo. Como resultado lógico y deseable, la migración humana hoy es más dinámica que nunca: en 2019 alcanzó la cifra de 272 millones según los registros de las Naciones Unidas, 51 millones más que en 2010. Esto enriquece el mismo proceso de globalización, pero lleva implícita una de las grandes consecuencias de vivir en un mundo más conectado: no solo migramos como individuos. Nos convertimos en vehículos transoceánicos de patógenos —microorganismos que pueden causar enfermedades— que podrían poner en riesgo la salud de comunidades antípodas.

Ante nuestros ojos e impotencia, el nuevo coronavirus se ha extendido por el mundo en cuestión de semanas y hemos sido el vehículo. Nos convertimos en vectores de transmisión, eliminando las fronteras para los patógenos. Los microorganismos se han globalizado junto con la humanidad.

TIFUS,

más mortal que la guerra


En 1489, durante la lucha entre los españoles cristianos y los musulmanes en Granada, los cristianos perdieron 3.000 vidas por bajas de guerra y 20.000 por tifus.

GRIPE

vs. VIH


Según la Organización Mundial de la Salud, el virus del sida ha causado 32 millones de muertes en sus casi 40 años de historia documentada; la gripe española causó 25 millones de decesos en los primeros 6 meses de pandemia.

La peste fue usada como

arma biológica

en el siglo XIV


Ejércitos catapultaban cadáveres infectados sobre las murallas de pueblos y aldeas con el fin de propagar la enfermedad.

Patógenos ancestrales

Los agentes patógenos pueden ser de muchas clases y actúan de maneras diversas. Todos los virus son agregados moleculares que parasitan y matan las células de un huésped para activarse y replicarse. Al mismo tiempo, aunque las bacterias suelen ser inofensivas, hay algunas patógenas, capaces de desencadenar enfermedades graves, como la peste bubónica. También se cuentan como patógenos algunos hongos y protozoos.

Estamos erróneamente convencidos de nuestra superioridad evolutiva como especie y olvidamos que todos los microorganismos nos llevan una inmensa ventaja en procesos adaptativos, como nos lo recuerda el biólogo y profesor emérito de Los Andes Felipe Guhl. El Homo sapiens tiene 150.000 años de antigüedad, pero tenemos evidencia de que los primeros microorganismos como las bacterias, surgieron en la Tierra hace 3.500 millones de años.

Para manejar adecuadamente los múltiples factores involucrados en cualquier epidemia o pandemia, es importante conocer el origen, la biología, la genética y el comportamiento de los diferentes agentes infecciosos. Múltiples estudios han demostrado que las causas de estas enfermedades se deben, en la gran mayoría de los casos, a la intrusión del hombre en los ambientes silvestres. Tenemos muchísimos ejemplos muy bien documentados, como la fiebre amarilla, el ébola y el zika. El SARSCoV-2 no es la excepción.

Por esta razón, los estudios ecoepidemiológicos de los diferentes escenarios de transmisión de los agentes infecciosos, acompañados de las técnicas modernas de secuenciación de genes y los modelamientos matemáticos, se convierten en herramientas indispensables para tomar las medidas de control adecuadas.

Estos estudios nos han demostrado que existe un fenómeno de amplificación (se conoce en inglés como spillover) y se refiere a que hay infinidad de animales silvestres en la naturaleza y, en este caso particular, centenares, si no miles de virus, están circulando entre ellos. Esto se conoce como las zoonosis, es decir, circulación de patógenos entre animales silvestres. Los animales portan los virus y gracias a procesos evolutivos, hay un equilibrio entre los agentes infecciosos y sus hospederos, los cuales no padecen la infección. Pero cuando el hombre invade el ambiente silvestre, caza los animales para su alimento, los virus no reconocen al nuevo huésped, no están adaptados, y por consiguiente son más agresivos. Inmediatamente se desencadena un nuevo comportamiento que causa lo que estamos viviendo en la actualidad. El hombre es un accidente en el ciclo natural del virus.

El nuevo coronavirus SARS-CoV-2 parece tener origen zoonótico. Aunque cada día científicos del mundo descifran aspectos y comportamientos de este virus (taxonomía, genoma, secuencia), todavía hay muchos interrogantes y falta camino por recorrer hacia el encuentro, validación clínica y aplicación de un tratamiento efectivo o una vacuna.

Tan Letal

que...


La letalidad de la viruela era tal que algunas culturas antiguas no daban nombre a los niños hasta que padecieran la enfermedad y sobrevivieran.

Flores,

mejor que hedores


Caminar con flores alrededor de la nariz era una práctica supersticiosa popular en la Europa de mediados del siglo XIV. Con ella se pretendía evitar la inhalación de los hedores y así alejar el mal que afligió a las víctimas de la peste negra.

¿Cómo responderemos a esta amenaza?

La historia nos muestra que el ser humano ha sido víctima de múltiples pandemias que han diezmado poblaciones enteras. Los patógenos que las producen no desaparecen espontáneamente: suelen volver por oleadas que generan nuevos brotes (por ejemplo, la gran plaga de Milán, la gran plaga de Sevilla, la gran plaga de Londres y otras llamadas grandes plagas de otras ciudades fueron brotes de la plaga de Justiniano, que, en los aproximadamente 200 años que duró, cobró entre 30 y 50 millones de vidas). Cada vez son menos agresivos, bien sea porque los organismos generan anticuerpos, porque se toman medidas sanitarias para control de vectores (plagas transmisoras) o porque se desarrollan tratamientos y vacunas que generan inmunidad.

Hasta ahora hemos logrado sobreponernos como especie a las pandemias más drásticas.

Pero, y si surgiera un nuevo patógeno que resultara ser aun más contagioso y mortal que los ya conocidos, ¿a quién culpar?, ¿al paciente cero?, ¿al primer migrante?, ¿al sistema de salud que falló en la contención?, ¿al animal portador inicial?, ¿al arrogante Homo sapiens?

De acuerdo con un artículo del diario El País de enero de 2020, por la globalización e interconexión del mundo moderno, si una comunidad no puede controlar un brote infeccioso, todo el planeta está en riesgo. De allí la importancia de que todos los sectores sociales coordinen esfuerzos, se involucren y destinen recursos para la prevención y planificación de acciones tendientes a preparar a los sistemas de salud y mejorar la capacidad de respuesta ante la aparición de emergencias sanitarias para lograr contener los brotes. Así lo sugiere la médica Jovana Ocampo, magíster y doctora de la Universidad Nacional de Colombia en Salud Pública, actualmente profesora e investigadora de la Facultad de Medicina de Los Andes.

Tenemos ahora la ventaja del reconocimiento de la historia (esta pandemia ha sido extensamente comparada con la pandemia de gripe española de 1918) y la nueva experiencia. Aprovechemos este conocimiento y las herramientas tecnológicas y predictivas de modelación matemática para prever cómo debemos prepararnos para cualquier eventualidad futura.

FORTALECERNOS ES LA MEJOR OPCIÓN

Protocolos de bioseguridad para el manejo de Covid-19La demanda de camas y respiradores rebasó las expectativas en muchas ciudades del mundo durante la actual pandemia. Para la médica Jovana Ocampo, doctora en Salud Pública, en el caso particular de Colombia, la presión que supone preparar el sistema de salud para el actual escenario, sumada a la necesidad de atender las enfermedades endémicas transmitidas por vectores (dengue, malaria o chagas, por ejemplo) y demás enfermedades no transmisibles (diabetes, cáncer o hipertensión, verbigracia), obliga a fortalecer de forma inmediata e inaplazable el trabajo conjunto de los actores de dicho sistema. El objetivo es prevenir, atender y mitigar eventos que pongan en riesgo el bienestar de la población, más allá de la nueva enfermedad.

 

Glosario para hablar de pandemias

Brote: Aparición repentina de una enfermedad infecciosa en un lugar específico.
Endemia: Enfermedad que reina habitualmente, o en épocas fijas, en un país o región.
Epidemia: Enfermedad que afecta a un número de individuos superior al esperado durante algún tiempo determinado.
ETV: Enfermedades transmisibles por vectores.
Morbilidad: Proporción de personas que se enferman en un sitio y tiempo determinado.
Mortalidad: Tasa de muertes producidas en una población durante un tiempo determinado.
Pandemia: Enfermedad epidémica que se extiende a varios continentes.
Patógeno: Agente que origina y desarrolla una enfermedad.
Reservorio: Organismo que aloja virus, bacterias u otros microorganismos que pueden causar una enfermedad contagiosa y que puede propagarse hasta producir una epidemia.
Vector: Agente que transporta algo (un patógeno en este caso) de un lugar a otro.
Zoonosis: Enfermedad o infección que se da en los animales y que es transmisible a las personas en condiciones naturales, directamente o mediada por vectores.

Qué es zoonosis y cuáles son sus enfermedades asociadas

Nuestros ancestros adquirieron parásitos de animales, creando las primeras enfermedades infecciosas que son las mismas que nos afectan hoy en día.

El contacto entre el ser humano y los animales se hizo cada vez más estrecho al domesticar muchas especies alrededor de las viviendas, en donde se llevaban a cabo actividades de siembra y agricultura.

La habilidad de infectar a humanos fue posible gracias a que estos parásitos no estaban suficientemente especializados en su relación huésped-parásito.

 

Cerca del 80 %
de las enfermedades infecciosas y parasitarias del hombre son zoonosis.


Factores facilitadores de la zoonosis

  • Aumento de la población
  • Intrusión del hombre en los diferentes ecosistemas
  • Contacto con animales o sus productos
  • Desplazamiento del hábitat animal

Las zoonosis según su ciclo

  • Sinantrópicas cuando tienen un ciclo urbano.
  • Exoantrópicas, cuando el ciclo es selvático.

 

 

Se conoce por zoonosis a las enfermedades o infecciones que se transfieren de los animales vertebrados al ser humano y viceversa, bien por contacto directo (por ejemplo con fluidos infectados, como la orina) o por picadura de insectos o artrópodos vectores que previamente picaron al huésped, transportando así el patógeno de un individuo a otro.

Diferentes agentes que causan múltiples enfermedadesEjemplos de zoonosis o enfermedades que se transmiten de animales a personas

En los últimos años se ha observado la emergencia y remergencia de algunas zoonosis, fenómeno estrechamente relacionado con cambios ecológicos, climáticos y socioculturales que han determinado que la población animal comparta su hábitat con el hombre cada vez con mayor frecuencia.

 

Otras pandemias en la historia

Línea de tiempo de las pandemias en la historia de la humanidad
Información sobre las diferentes pandemias que se han vivido en el mundo


Consecuencias del COVID-19 en la educación en Colombia

Una contrarreloj virtual

A raíz de la pandemia provocada por el COVID-19, cerca de 1.200 millones de estudiantes de todo el mundo dejaron de asistir a clases presenciales, según cifras de la UNESCO. Para disminuir la velocidad de contagio del virus en Colombia, colegios y universidades cerraron sus puertas desde el 16 de marzo, un escenario para el cual Los Andes se estaba preparando desde finales de febrero. ¿Cómo ha sido ese tránsito hacia la virtualidad?

Cuando Alejandro Gaviria, rector de la Universidad de los Andes, unió su saber de exministro de Salud con la veloz propagación de la COVID-19, entendió que las directivas de la institución debían moverse rápido. Tenían que garantizar la continuación de los 170 programas académicos formales y de los cursos de Educación Continua, mantener el funcionamiento administrativo de las 12 facultades y demás dependencias y, al mismo tiempo, poner una barrera a la diseminación del virus mientras el sistema de salud nacional se adecuaba para evitar su colapso.

Esta Universidad, fundada en 1948, es una comunidad conformada por 18.671 estudiantes, 756 profesores de planta y 1.030 de cátedra, y 2.373 empleados del área administrativa. Tiene poco más de 6.000 espacios, entre salones, laboratorios, aulas virtuales y múltiples, oficinas, bibliotecas, lugares de recreación y servicios sanitarios.Su área útil, a 2019, es de 165.202 m2 , donde se imparten 44 programas de pregrado, 33 de especialización, 76 de maestría y 17 de doctorado.

Cuando se desató la crisis, solo 1 de cada 3 profesores había tenido contacto con la educación semipresencial o totalmente virtual y pocos programas se ofrecían en estas modalidades. Aquí recogemos los pasos más significativos de esa carrera contrarreloj que debió acometer la Universidad para adaptarse a la enseñanza en un entorno digital.

LAS PRIMERAS MEDIDAS

Rectángulo en color azul agua marina
A finales de febrero de 2020, se creó un comité de crisis en el que se definieron tres escenarios por enfrentar: prevención, antes de la llegada del virus; contención, cuando ya estuviera en el país para evitar su expansión; y mitigación. Por la experiencia en otros países, se tenía claro que, eventualmente, el campus tendría que cerrarse. En pocos días debían estar preparados para una situación sin precedentes.

Se analizaron los recursos disponibles y comenzaron a adoptarse buenas prácticas como la adecuación del campus con más dispositivos para lavarse las manos; el aumento de la frecuencia de recarga de jabón en los baños y de la limpieza (sobre todo de las superficies de las aulas de clase), y la expedición de directrices de distanciamiento social como no saludar con contacto directo.

También se tomaron medidas de cuarentena para estudiantes y profesores que estuvieran regresando de ciudades con alto riesgo de contacto o con síntomas de ser positivos para la COVID-19, de manera que comenzó a impartirse la enseñanza semipresencial. “Debíamos conectarlos a clase a través de la cámara del computador y utilizar micrófonos para transmitir el audio. La idea era que esos estudiantes pudieran asistir a sus cursos de manera virtual durante su cuarentena”, recuerda Raquel Bernal, vicerrectora Académica.

Acercamiento a la tecnología

Una de las barreras que se identificaron al comienzo fue el acceso a equipos y la conectividad para buena parte de los estudiantes, que ya habían partido a sus hogares durante la semana de receso.

Desde la Dirección de Servicios de Información y Tecnología (DSIT) se hizo un inventario de computadores portátiles y se contactó a los operadores de Internet para adquirir planes de datos móviles. Esta tarea se tradujo en las siguientes acciones hasta mediados de mayo:

Icono de comunicación a través de plataformas digitales

  • 592 computadores portátiles y 462 módems entregados en préstamo, enviados dentro y fuera de Bogotá.
  • 30 dispositivos como cámaras web y micrófonos entregados en préstamo.
  • 474 escritorios virtualizados en remplazo de las salas de computadores físicas para el acceso a software especializado; 5.707 usuarios únicos habían usado este servicio.
  • 146 aplicaciones de software virtualizadas con un promedio de ingreso diario de 250 usuarios.

 

...“Estamos en un proceso de adaptación. Probablemente hay mucho que mejorar en la pedagogía. La virtualidad va a ser parte de la vida universitaria en todo caso. En posgrados, será un elemento casi esencial”.

Alejandro Gaviria,<br\>rector Universidad de los Andes.

 

TRÁNSITO A LA VIRTUALIDAD

Rectángulo en color azul agua marina

Tras garantizar un mínimo de manejo y dotación tecnológica, entre el 16 y el 20 de marzo comenzó la siguiente etapa: cómo transitar a la virtualidad de manera ágil en un tiempo corto.

De la mano del Centro de Innovación en Tecnología y Educación (Conecta-TE), se prepararon guías que abordaban múltiples temas técnicos y pedagógicos, y se montó la página virtualidad.uniandes.edu.co, con recursos para apoyar a los profesores en la planeación del cambio. Se ofrecieron capacitaciones y talleres diseñados por 18 profesores voluntarios que tenían un poco más de experiencia en este campo. “No era formación exhaustiva, pero sí global, rápida y práctica (videos y guías) para que ellos pudieran hacer esa transición. Esa formación ha continuado desde entonces”, aclara la vicerrectora Académica.

Hasta mediados de mayo se organizaron más de 60 capacitaciones a profesores, estudiantes y administrativos en el uso de las herramientas tecnológicas disponibles para clases, reuniones y trabajos grupales de manera virtual. La asistencia a esas sesiones a la fecha mencionada fue la siguiente:

Iconos de llamadas a través de plataformas virtuales

  • 1.343 profesores.
  • 1.373 administrativos.
  • 483 personas atendidas en salas virtuales que soportan las clases remotas y el teletrabajo.
  • 5 sitios web especializados desplegados para entregar información y recursos para las clases virtuales, con un promedio de 1.465 visitas diarias.

 

Un gran desafío

Uno de los mayores retos para los profesores fue escoger la modalidad para adaptar sus clases a un entorno virtual, pues habían sido diseñadas originalmente para ser presenciales. Las opciones son básicamente dos: sincrónica, cuando es dictada en línea en vivo, y asincrónica, cuando es grabada con anterioridad para ser consultada en cualquier momento.

En ambos casos, profesores y estudiantes aseguran que su trabajo se ha incrementado considerablemente, según dos encuestas hechas por la Universidad entre finales de marzo y comienzo de abril a 1.908 estudiantes y 440 profesores (las respuestas de los estudiantes son “demasiado” 21,4 % y “mucho” 38,1 %, mientras que para los profesores son 14 % y 56 % respectivamente). Si se le suma el aumento en las labores propias del hogar que tuvo lugar con el inicio del confinamiento obligatorio, es claro que el proceso de cambio no ha sido fácil y ha implicado una carga psicológica importante para todos los miembros de la comunidad. Pensando en esto, se han dispuesto varios canales de atención a través del equipo de psicólogos de la Decanatura de Estudiantes, los profesionales de la Casita Espinosa del Departamento de Psicología y las líneas de atención de la aseguradora de Los Andes.

 

Cursos virtuales de Educación Continua Uniandes

Monitoreo de avances

Por medio de encuestas a profesores y estudiantes, desde la Vicerrectoría Académica se hace seguimiento a los avances de la estrategia de virtualización, con el fin de implementar en tiempo real las acciones necesarias para mejorar la experiencia de aprendizaje de los estudiantes, a partir de consejos concretos para los dos grupos.

“Estas incluyen recomendaciones como la creación de ambientes de interacción que no sean necesariamente alrededor del temario del curso, sino para discutir la situación personal y emocional de los estudiantes y promover el trabajo colaborativo para reducir el riesgo de exclusión y soledad”, asegura la vicerrectora Académica.

Para fomentar la concentración, se recomendó a los profesores dividir las sesiones en segmentos de 15 a 20 minutos, con pausas intermedias, y a los estudiantes tomar apuntes sin importar si luego van a recibir la presentación, porque les ayuda a procesar la información.

De igual forma, se sugirió comenzar puntualmente las sesiones para que haya al menos 10 minutos entre lecciones, fomentar el trabajo autónomo y la interactividad y ofrecer alternativas de conectividad, como otros canales de comunicación con el equipo pedagógico y con sus compañeros o la posibilidad de hacer trabajos en grupo fuera de los horarios de clase.

Finalmente, la principal recomendación es dialogar. llamado es a que profesores y estudiantes comuniquen todas sus sugerencias, dudas, comentarios, dificultades e iniciativas para mejorar día a día.

Representación de un mensaje enviadoEl Cabe señalar que en las respuestas de los estudiantes a la encuesta se evidencia que el 9,23 % está “muy satisfecho” con las clases virtuales y el 53,08 %, “satisfecho”, en contraste con el 8,35 % que se declara “muy insatisfecho”. Al mismo tiempo encuentran ventajas como el ahorro de tiempo y dinero y la promoción de la autonomía en el aprendizaje, pero han tenido dificultades con la velocidad de internet o con la comunicación con los profesores, entre otras variables. Por el lado de los profesores, la satisfacción con las clases es fundamentalmente “alta” y “muy alta”.

Docentes que apoyan docentes

Para facilitar la transición, en varias facultades los profesores con más experiencia se ofrecieron voluntariamente a asesorar a sus compañeros. Este es el caso de la Facultad de Administración, donde cuatro docentes decidieron dedicar parte de su tiempo a apoyar a sus colegas. “Desde nuestra experiencia, sabíamos que enfrentarse a este cambio podía ser difícil y que las capacidades de Conecta-TE se iban a ver desbordadas por todas las necesidades de la Universidad”, recuerda Rosa González, profesora de esta facultad y una de las promotoras de la iniciativa.

En un principio, el apoyo se enfocó en explicar cómo funciona Blackboard Collaborate, una plataforma de comunicación digital que permite crear salas virtuales, donde se pueden compartir presentaciones, el escritorio y la pizarra virtual, entre otros. “Nuestra propuesta es, al principio, mantener un modelo simple en la clase e ir poco a poco incorporando nuevas características de la herramienta”, comenta la profesora González.

Posteriormente los ayudaron a familiarizarse con las posibilidades que ofrece Sicuaplus para hacer las evaluaciones. Esta herramienta sirve como canal de comunicación entre profesores y estudiantes para compartir contenidos y realizar talleres, actividades y evaluaciones en línea.
Iconos sobre las clases virtuales en la universidad

LO QUE VIENE
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El plan de la Universidad para el segundo semestre es la semipresencialidad en el campus, un modelo que se ajusta a la propuesta de alternancia definida por el Ministerio de Educación. Este busca combinar la virtualidad con la presencialidad, respetando todos los requisitos de bioseguridad determinados por el Ministerio de Salud. Sin embargo, la vicerrectora aclara que los cursos podrán ser totalmente virtuales o semipresenciales, dependiendo de la evolución de las circunstancias.

En el diseño de los nuevos cursos se pretende mejorar la preparación de los profesores tanto para los cursos 100 % virtuales como para los cursos blended, en los que se mezclan la enseñanza virtual, la asistencia al campus y el trabajo autónomo de los estudiantes.

“Ofrecemos un apoyo permanente al mejoramiento pedagógico de los cursos.Entre mayo y julio buscamos formar a los profesores de manera más articulada y pausada para que las clases en el segundo semestre de 2020 promuevan mejores experiencias de aprendizaje para nuestros estudiantes”, asegura la vicerrectora Académica.

“Apenas estamos planeando el retorno al campus, dependerá de las decisiones de las autoridades nacionales y locales respecto a las políticas de confinamiento inteligente, según la situación epidemiológica de la ciudad — comenta Alejandro Gaviria, rector de la Universidad—. En principio, tendremos grupos de estudiantes más pequeños en las aulas, talleres y laboratorios habilitados. Cada curso tendrá una frecuencia de presencialidad en el campus que se determinará según los objetivos de aprendizaje y las metodologías pedagógicas. Todas las clases serían grabadas para quienes no puedan o no quieran asistir al campus. La biblioteca estará abierta con capacidad limitada, y seguirán activos todos los servicios bibliográficos digitales. Se aplicarán pruebas de diagnostico de COVID para quienes lo soliciten, y se reforzará una pedagogía permanente de distanciamiento social; en fin, una nueva realidad”.

Profesores proactivos

Icono de la señal de internet

El cambio en la modalidad de enseñanza se facilita por el interés que ha despertado la virtualidad en los profesores. De acuerdo con la encuesta entre 440 docentes, ellos quieren aprender nuevas estrategias pedagógicas (27 %), sistemas de evaluación (26 %), recursos para el trabajo autónomo de estudiantes (21 %) y herramientas tecnológicas (14 %), pues son los asuntos en que se sienten más débiles. Estos temas se vuelven muy relevantes en la virtualidad y, de seguro, serán de la mayor importancia cuando regrese la presencialidad.

Un factor que ha facilitado el constante mejoramiento de los cursos es el compromiso de los profesores con la comunidad y con sus estudiantes. A esto se suman un método de aprendizaje centrado en el estudiante y los altos estándares de preparación de los educadores, quienes son expertos en sus disciplinas y están formados para facilitar el proceso de aprendizaje.

“Todavía tenemos el reto de trasladar la excelencia académica de Uniandes a la virtualidad, un reto importantísimo de diseño pedagógico, de saber cómo alineamos los objetivos de los cursos con las actividades y evaluaciones que desarrollamos. Tenemos que transformarlos para que sean atractivos para los estudiantes, para que puedan tener la mejor experiencia”, concluye Rosa González.

RECURSOS BIBLIOGRÁFICOS
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Recursos con los que cuenta la biblioteca de la Universidad de los Andes

El Sistema de Bibliotecas de la Universidad tiene más de 500.000 documentos electrónicos, entre libros, publicaciones seriadas y tesis de grado. A raíz de la emergencia se incrementaron la digitalización y las bases de datos en 39 % para dar acceso a mayor cantidad de recursos bibliográficos. A partir del 16 de marzo de 2020, se han renovado 116 bases de datos (incluyen libros, estadísticas, revistas, imágenes y normas, entre otros); además, se han adquirido 16 bases nuevas y otras 29 se encuentran en evaluación para ser adquiridas.

De igual manera, con el apoyo de 25 profesores de distintas áreas del conocimiento, se está construyendo la primera biblioteca digital de Los Andes. Ya está funcionando en la plataforma Overdrive, con más de 2.700 títulos que se han activado en los últimos meses para apoyar la virtualización de clases, entre libros electrónicos y audiolibros.

Ediciones Uniandes, además, hizo pública una colección de más de 500 libros digitales para consulta de la comunidad uniandina.

EDUCACIÓN CONTINUA
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A la par con los programas académicos formales, el área de Educación Continua también dio el vuelco hacia la virtualidad. Sus acciones han sido muy bien evaluadas por los participantes, y se reflejan en las siguientes cifras:

Rendimiento de los Cursos virtuales de Educación Continua durante el Covid-19

Cursos abiertos virtuales sincrónicos

  • 8 en abril.
  • 14 en mayo.
  • 18 programados para junio.
  • 93 % de asistencia a las sesiones sincrónicas.
  • 25 % de asistentes conectados por celular.
  • 75 % de asistentes conectados por computador.
  • 4,6/5 calificación de los estudiantes a los cursos sincrónicos.

 

Ciclo de charlas gratuitas en línea

  • 11 webinars realizados con 8.023 inscritos únicos y 5.309 asistentes únicos.
  • 19 webinars en planeación.
  • 57 minutos duración promedio de cada sesión.
  • 8,7/10 de satisfacción general.

Presencialidad VS. virtualidad

Dos profesores de Uniandes cuentan su experiencia con las clases virtuales y cómo ha sido la cercanía emocional con los estudiantes, un factor que consideran esencial en su labor docente.

La rápida adaptación de los contenidos de clases a un formato virtual supuso una contrarreloj para los profesores, que no habían preparado sus cursos para ser dictados de esta manera. Tatiana Rodríguez, de Administración, y Esteban Restrepo, de Derecho, nunca habían dictado una clase virtual y trabajaron muy rápidamente para estar listos a tiempo. Tras varias semanas en esta modalidad, ahora tienen distintas posiciones frente al cambio.

A diferencia de Restrepo, Rodríguez sí tenía experiencia en la planeación de cursos virtuales, pues había apoyado a otros educadores en ese propósito. Al respecto cuenta: “Tenía la idea de que hacer un buen curso en esta modalidad requería meses de planeación, algo que consideraba imposible de hacer en la semana o dos que tuvimos para prepararnos”. Afirma, también, que siempre estuvo segura de que la tecnología podía ser una poderosa aliada de la educación de calidad. Actualmente, se declara encantada con la virtualidad.

Por su parte, Restrepo admite en un pódcast con Gabriela Gómez, de Conecta-TE, que veía con recelo este modelo de educación: “Nunca había pensado en la virtualidad como una opción. Mi posición pública frente a esto siempre había sido de bastante desconfianza. Hoy en día tengo una posición menos radical”. Él optó por un modelo sincrónico porque era el que más se ajustaba a cómo estaban planeadas las clases, aunque acepta que no han sido realmente virtuales, sino remotas.

Su temor se fundamentaba en que se pudieran recortar en exceso las características de su proyecto docente, basado en las interacciones a raíz de la expresión no verbal de los estudiantes. Para él, la clase presencial permite desarrollar una cercanía emocional que difícilmente se puede despertar en una clase virtual, aunque reconoce que se ha visto asombrado con lo que ha encontrado hasta ahora: “La virtualidad admite unas dimensiones de contacto emocional que me tienen sorprendido; puede ser porque todos atravesamos un momento particular, pero sigo sintiendo cercanía con los estudiantes. Obviamente, puede obedecer a que estuve ocho semanas con ellos de manera presencial”, comenta Restrepo, quien ha estado vinculado a la Universidad como profesor de planta por 15 años.

Iconos de recursos necesarios para las clases virtuales
De igual manera, la profesora Rodríguez ha descubierto esa cercanía emocional. Siente que ha desarrollado una conexión especial con sus estudiantes, a quienes ha visto comprometidos con las clases. Además, en la virtualidad ha encontrado nuevas maneras de conectarse con ellos, con el chat de las herramientas y WhatsApp como grandes aliados: “A los introvertidos, por ejemplo, creo que les da nuevos canales para participar, para hacerse visibles”, comenta.

Sin embargo, el temor por la distancia emocional marcada por la naturaleza de esta educación —las interacciones se dan a través de una pantalla y no se sabe a ciencia cierta cómo es la respuesta de los interlocutores— es una realidad que siempre está presente, como lo recuerda la profesora Rosa González entre risas. Durante una de sus clases sintió que se había desconectado del salón: “No me gusta hacer un monólogo, pero por el diseño de esa clase en particular me tocó hablar mucho. En un punto, cuando no recibía ninguna reacción de los estudiantes, me preocupé y comencé a preguntarles insistentemente si seguían ahí. Para mi tranquilidad, estaban todos atentos y concentrados”.

Otras preocupaciones que tienen los docentes en esta coyuntura recaen sobre la salud mental de los estudiantes y sus limitaciones de conectividad, el tiempo que tienen que permanecer frente al computador, si deben compartir el equipo con otras personas del hogar —quizás por teletrabajo o por estudios en otra universidad o colegio—, su capacidad de atención durante la clase, la sobrecarga académica o si deben realizar quehaceres domésticos que antes no hacían.

Por lo pronto, Tatiana Rodríguez asegura que quiere experimentar y conocer más sobre la educación virtual; mientras que Esteban Restrepo está dispuesto a darle una segunda oportunidad cuando desarrolle los cursos que dictará en segundo semestre de 2020, los cuales pueden ser totalmente virtuales o semipresenciales, aunque mantiene su predilección por la presencialidad, a la que espera volver tan pronto como las condiciones de seguridad lo permitan.

Iconos de videollamadas con plataformas virtuales

... “Nunca había pensado en la virtualidad como una opción. Mi posición pública frente a esto siempre había sido de bastante desconfianza. Hoy en dia es menos radical”.

Esteban Restrepo, profesor de Derecho.


Logo de Misión Internacional de Sabios 2019 de la Universidad de los Andes

La emergencia a la luz de la Misión Internacional de Sabios 2019

Durante casi un año, 46 expertos nacionales e internacionales, entre ellos un premio Nobel, integraron la Misión Internacional de Sabios 2019, un espacio en donde pensaron qué tipo de sociedad debería ser Colombia en 2045. En medio de una pandemia, que ha llevado a una cuarentena global, varias de sus recomendaciones adquieren mayor relevancia. ¿Qué nos puede enseñar la MIS en esta coyuntura?

Cuando la Misión Internacional de Sabios 2019 culminó el primer volumen de sus reflexiones y propuestas, titulado Colombia hacia una sociedad del conocimien to , nadie imaginó que el mundo tendría que tomar unas medidas tan drásticas para disminuir el contagio de un virus. Cientos de países se encuentran enfrentando una cuarentena, para frenar la rápida propagación de la COVID-19, que amenaza con convertirse en una crisis económica sin precedentes. En este contexto, los consensos alcanzados por los misioneros, producto de cientos de horas de debates y análisis, pueden dar nuevas luces a esta coyuntura.

“La Misión entendió que, para alcanzar transformaciones significativas y metas ambiciosas pero posibles, se debían crear misiones en donde se involucre a toda la sociedad, no solo al Gobierno". — Afirma Clemente Forero, quien fue el encargado de coordinar a los coordinadores de la MIS—.

LOS SABIOS UNIANDINOS

La MIS estuvo dividida en ocho grandes focos temáticos en los que participaban los expertos de las distintas áreas. Siete fueron los integrantes de la comunidad uniandina convocados a participar en esta empresa, que buscaba aportar a la construcción e implementación de la política pública en educación, ciencia, tecnología e innovación.

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Clemente Forero Pineda

Coordinador del foco de Ciencias Sociales y Desarrollo Humano con Equidad y coordinador de coordinadores.

Profesor de la Facultad de Administración.

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Silvia Restrepo

Coordinadora del foco de Biotecnología, Bioeconomía y Medio Ambiente.

Vicerrectora de Investigación y Creación

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Juan Armando Sánchez

Foco de Océanos y Recursos Hidrobiológicos.

Profesor de la Facultad de Ciencias

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Ana María Arjona

Foco de Ciencias Sociales y Desarrollo Humano con Equidad

Egresada del pregrado en Economía

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Juan Benavides Estévez-Bretón

Foco de Energía Sostenible.

Egresado de la especialización en Administración de Sistemas Eléctricos y del pregrado en Ingeniería Eléctrica

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Cristián Samper

Foco de Biotecnología, Bioeconomía y Medio Ambiente

Egresado del pregrado en Biología

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Ana María Rey

Foco de Ciencias Básicas y del Espacio.

Egresada del pregrado en Física

En el momento actual tenemos una doble misión: derrotar al coronavirus y al hambre, un dilema en el que el Estado debería actuar de manera más directa y con un enfoque de misión nacional”.

El enfoque al que hace referencia se basa en la construcción de políticas públicas con la participación del Gobierno, expertos, investigadores y la sociedad civil, no solo del centro hacia la periferia, con un porcentaje importante de experimentación para alcanzar soluciones novedosas. El enfoque por misión “tiene la virtud de combinar la investigación básica y la creación con procesos innovadores y las acciones para transformar los procesos productivos y la vida de las ciudades y de las comunidades”, se lee en la proclama de la MIS.

Asimismo, la experiencia de armonizar un proyecto de gran envergadura, donde se reunió a 46 expertos de distintos campos del conocimiento, ofrece aprendizajes. Forero, quien también se encargó de coordinar el foco temático de Ciencias Sociales y Desarrollo Humano con Equidad, recuerda que la Misión, al principio, era coordinada desde una organización española, pero identificaron la necesidad de que esta labor se hiciera en el país para avanzar de una mejor manera. En ese momento, por unanimidad, Forero fue elegido coordinador de coordinadores y decidieron que debía usarse un enfoque científico “Comprendimos que en los grandes retos es necesario contar con alguien que ayude a sumar visiones y posiciones, buscando consensos que sean coherentes entre sí, sin la imposición de ideas”, reflexiona el profesor de Administración de la Universidad de los Andes.

Este papel, en la actualidad, debe ser interpretado por los gobernantes, asegurando que se encuentren soluciones compatibles entre los dos propósitos: la protección de la salud y de la economía. “No se puede dejar que las soluciones económicas se centren exclusivamente en términos de las políticas convencionales; deben estar mucho más integradas al manejo de la salud y de las cuestiones sociales. Debemos garantizar que todos tengamos la posibilidad de sobrevivir a la COVID-19 y al hambre provocado por la crisis económica” enfatiza.

Por otro lado, desde la Misión se hace un llamado a la importancia del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación en la transformación hacia una sociedad del conocimiento, pero con la participación de la sociedad civil, quienes podrían estar reunidos en centros de investigación en donde se desarrollen actividades prioritarias del país. Una integración de estos conocimientos, bajo el liderazgo del Ministerio y a partir de una política de datos abiertos, permitiría la creación de una sólida estructura nacional para afrontar problemas de esta magnitud.

Finalmente, todas las soluciones recaen en la educación. La MIS hace énfasis en la necesidad de tener una educación universal y de calidad, comenzando desde la primera infancia (0 a 5 años). En esta coyuntura, afirma Forero, Taiwán, Finlandia y Nueva Zelanda demuestran que un sistema educativo sólido ayuda a enfrentar estas situaciones, “pero no entendido como grandes laboratorios y bien dotados, los cuales también son importantes, sino como la capacidad de toda la población de comprender y poner en práctica las recomendaciones que se le dan, gracias a una sólida educación” “Si no aprovechamos esta oportunidad para que el conocimiento sea la base del desarrollo nacional, va a ser muy difícil que en el futuro podamos enfrentar este tipo de crisis” concluye.


Ediciones Uniandes de la Vicerrectoría de Investigación y Creación


Panorama del Río Atrato en Colombia

La lucha para que el río Atrato vuelva a la vida

Las poblaciones vecinas del primer afluente del país sujeto de derechos siguen trabajando por su recuperación en medio de la violencia y la minería de alto impacto. Una apuesta por la defensa de su identidad, con apoyo de la academia.

Por: Lina Fernanda Sánchez Alvarado<br\>lf.sancheza@uniandes.edu.co

A veces el río Atrato se convierte en una autopista de tapas de tanques de agua que usan los niños como canoas para divertirse en Tagachí (Chocó), a veces es el escenario de charlas eternas de las mujeres mientras lavan ropa. Algunos aún le piden permiso cada vez que pescan o lo navegan. Es que, para la comunidad ribereña, el río Atrato, en el Pacífico colombiano, siempre ha sido el alma del departamento del Chocó.

Así lo describe una investigación que adelantó la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de los Andes, con apoyo de la Vicerrectoría de Investigaciones y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, en diciembre de 2019, en la que se exploró la relación de la comunidad con este afluente, tras su declaración como el primer río sujeto de derechos del país, en 2016.

Una decisión de la Corte Constitucional que le otorgó al Atrato medidas de protección, conservación, mantenimiento y restauración. La razón: lejos de la mirada romántica, este atraviesa una crisis socioambiental y humanitaria que contrasta con el río como dador de vida.

En 2013, por ejemplo, se contabilizaban unos 200 entables mineros y unas 54 dragas en operación usadas en la minería a gran escala, con la que contaminan el agua, que produce enfermedades, al tiempo que se incentiva la violencia entre grupos armados.

El Atrato Challenge, nombre de la iniciativa de esta Facultad, a través del curso Cartografías Narrativas, reunió a 20 estudiantes de Los Andes y a 16 de la Universidad Tecnológica del Chocó (UTCH) para la construcción de mapas a través de los relatos de sus habitantes y la formulación de propuestas de recuperación del río.

 

Fotografía panorámica del brazo del Río Atrato

Foto: Felipe Cazares

“Queríamos aportar a la apropiación de la sentencia por la comunidad y encontrar nuevas oportunidades para seguir recuperando el Atrato”, explica María Paula Barón Aristizábal, profesora del Departamento de Arquitectura, quien desarrolló el proyecto junto con los profesores Juan Manuel González y Jorge Iván Palacio.

Al final, la idea era encontrar desde la sociedad civil alternativas para que la sentencia no se quede en el papel.

Por eso en esta exploración se mostraron las diversas caras y comprensiones del agua y los esfuerzos de la comunidad por regresarle al río lo que la humanidad le ha quitado. Así, del trabajo de campo, surgieron cuatro propuestas en las que se plantea desde hacer un entierro simbólico al río hasta reconciliarlo con su gente.

Iniciativas que se recopilarán en un libro y que serán dejadas sobre la mesa de las autoridades locales y las organizaciones comunitarias para poner en marcha desde el 2020.

Jorge Iván Palacio exmagistrado de la Corte Constitucional y quien fue ponente de la sentencia, asegura que, aunque hay entidades estatales obligadas a garantizar los derechos del río, son las comunidades las que deben también velar por él. “Es su columna vertebral y de ahí lo importante de que convivan con él, lo aprecien y garanticen su vida”, agrega.

Un funeral al río
El Atrato es un ser vulnerable y finito. Bajo esta premisa, jóvenes de las dos universidades proponen hacerle un entierro. Un acto simbólico que funcione como un punto de inflexión para arrancar de nuevo.

Se trata de una iniciativa en la que los pobladores van a representar un funeral tradicional de la región y en el que, con cantos, los dolientes despiden las memorias negativas alrededor del río.

Así con este mecanismo de participación comunitaria la gente podrá apropiarse de la sentencia y unir esfuerzos para rescatar el afluente.

Champas para volver a confiar
¿Cómo recuperar la confianza entre un río y su gente? Esa fue la pregunta que intentaron responder los jóvenes que viven a las orillas. De ahí surgió la idea de Choconfío que busca unir a los guardianes del Atrato, personas designadas por las autoridades tras la sentencia, y a los transportadores de las champas (largas canoas).

De esta manera, los guardianes y transportadores se convertirán en guías locales que, rescatando la oralidad y las historias de la región, buscarán recomponer el vínculo con la población. Un primer paso para un plan de recuperación.

Diálogo con los líderes
Se busca unir los esfuerzos de los líderes sociales de la región para rescatar la ancestralidad y tradiciones que acompaña el río, además de posicionarlo como el eje de muchas de las historias generacionales de los municipios.

Trenzar esfuerzos
Un trabajo en conjunto con emprendedores socioambientales y estudiantes de la UTCH permitirá difundir prácticas sociales alrededor del Atrato en medios locales, que rescaten la memoria y tradiciones propias de este lugar. Trenzar esfuerzos para recordar el “perrenque” del chocoano, su resistencia y cultura alrededor del agua.

Infografía sobre el Río Atrato y su impacto ambiental en nuestro país
Descargar infografía

Infografía: Faver Rodríguez.

 

Sonidos y arte en el caudal

Jóvenes de la zona del Atrato viven el arte como una forma “de habitar la guerra” y como una posibilidad de futuro, de acuerdo con una investigación de la Universidad de los Andes.

En el barrio El Futuro, en Quibdó, el río Atrato suena a rap y a una mezcla entre ritmos urbanos y ancestrales. Son jóvenes de una escuela de música que construyen un futuro más prometedor alrededor de esta pasión.
En las orillas de lugares como Tagachí y algunos barrios de Quibdó, el caudal se entremezcla con chirimías (música tradicional) y música moderna del grupo Etnia Company. Un lugar en el que los ritmos se convierten en una forma de protegerse de las balas.

En varios puntos de su recorrido se escuchan su fuerte caudal o los animales de la zona. También se oyen el comercio de los puertos, los juegos de los niños y hasta el silencio cuando el río pasa por Bojayá y el lugar donde en 2002 la entonces guerrilla de las Farc perpetró una de las masacres más desgarradoras del país al lanzar un cilindro bomba contra la iglesia donde se refugiaban los pobladores. Ese municipio, igual que otros alrededor del Atrato, sigue siendo objeto de disputas entre grupos armados que se pelean el control del mercado ilícito de drogas.

Así los sonidos empiezan a convertirse en testigos sonoros de una zona que intenta reconstruirse luego de la firma del Acuerdo de Paz y que hacen parte de la investigación Relatos del Futuro del profesor de Antropología Alejandro Castillejo, de la Universidad de los Andes.

Foto: Felipe Cazares

Un proyecto que, en línea con la iniciativa Changing The Story, de la Universidad de Leeds, busca escuchar los efectos de la guerra, la violencia y su proceso de transición hacia la paz. Además de entender conceptos como la justicia y la reconciliación, en tiempos de posconflicto, que no son claros para los pobladores de estos territorios.

“Buscamos entender la paz como una experiencia plural, que se edifica desde abajo para que el futuro resulte como una posibilidad”, aclara Castillejo.

En esta búsqueda a bordo de embarcaciones, los investigadores acompañan a los jóvenes de la zona a recopilar sonidos: archivos en los que se mezclan el sonido de la minería, con el de la selva y hasta las voces de estas nuevas generaciones con su música. Y es que alrededor del río Atrato, en palabras de Castillejo, el arte parece convertirse en una alternativa para rehabitar la guerra, para huir de las pandillas y el microtráfico.

“La reflexión sobre la paz se hace a través de la música y del baile. Ante un Estado con formas difusas, la paz se presenta como un reconocimiento hacia el otro y la posibilidad de construir en colectivo”, explica el profesor Castillejo.

Lea también: Así ven la paz los jóvenes de las zonas en conflicto

De hecho, las escuelas de música y danza se han convertido en un microespacio donde existe la posibilidad de otros mundos. Los investigadores aseguran que en estas nuevas generaciones no hay tiempo para pensar el pasado, sino más bien para apostarle al futuro.

El arte se convierte en una herramienta para sobrevivir y habitar la tragedia.


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