El fútbol: un laboratorio para explorar la desigualdad
Desempolvando los últimos 50 años de historia del fútbol, investigadores de Los Andes recopilaron datos sobre la globalización de este deporte, la concentración del talento y el incremento de la desigualdad en las ligas europeas. Con esto, proponen un modelo de estudio para el análisis de fenómenos similares en otras industrias globales.
Por: Diego Pinzón Másmela<br\>da.pinzon38@uninades.edu.co
Ellos tienen algo especial: combinan creatividad y fantasía en milésimas de segundo. Antes brillaron Pelé en los setenta y Maradona a finales de los ochenta y comienzos de los noventa. El paradigma actual es Lionel Messi.
Un humano superdotado con la pelota pegada al botín que rompe récords y gana títulos. Su carrera es la utopía de todo aquel que disfruta agarrando a patadas cuanto objeto redondo se le atraviesa.
El argentino nunca jugó en el torneo profesional de su país. De hecho, su juego empieza a resplandecer luego de haber migrado a España, cuando tenía 13 años. Allí, se vinculó al Barcelona, debutó como profesional a los 17 años, en 2004, y ha conquistado 34 títulos con el equipo catalán. Aunque ha triunfado con la selección juvenil de Argentina dicen algunos expertos que para reinar como el mejor de todos los tiempos solo le hace falta ser campeón mundial con la de mayores.
De su éxito y fortuna se ha hablado mucho. Pero, ¿qué hubiera sido de ‘la pulga’, sin el boom de la globalización del fútbol?, esa que a mediados de los noventa despegó con una significativa concentración de talento latinoamericano y africano en las altas esferas del balompié europeo.

Infografías y fotomontajes: Faver Rodríguez
“En 1970, 96 % de los jugadores de las selecciones participantes (en mundiales) jugaban en ligas locales. En 2018, este porcentaje había caído a 24 %”, señala el artículo “Globalización y desigualdad: el caso del fútbol internacional”, elaborado para el Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico (CEDE) de la Facultad de Economía, por Alejandro Gaviria, hoy rector de la Universidad de los Andes; por el economista Nicolás Valbuena y por el egresado de Administración Alejandro Gregory, en ese momento investigadores del Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe (CODS).

Los tres desmenuzaron la información de los álbumes Panini de 13 mundiales, desde 1970 hasta 2018, así como las estadísticas de las cuatro principales ligas europeas y de los torneos con mayor competitividad del antiguo continente. Con estos insumos crearon una base de datos sobre la creciente globalización de los jugadores e identificaron aspectos que producen la desigualdad entre ligas de Europa y en el interior de cada una de ellas, dentro de los que se destaca la migración del talento.


En uno de los apartados de este documento, desarrollado en 2019, se enfatiza en el torneo internacional de clubes más importante del planeta: la Champions League, que Messi ha ganado en 4 ocasiones con el Barcelona. En él representan a través de diagramas y gráficas la desigualdad en esta competencia aparentemente equitativa y abierta, pero que termina consagrando a los mismos países de las ligas más importantes de Europa: España, Inglaterra, Italia y Alemania.
“Antes de los años noventa, los equipos de las cuatro principales ligas europeas representaban 15 % de los equipos participantes y 40 % de los equipos que disputaban los cuartos de final. En este siglo, los porcentajes correspondientes han superado 40 y 80 % en promedio”.
La metodología en el desarrollo de diversas fórmulas matemáticas y el empleo de instrumentos estadísticos permitieron un detallado análisis de dicha desigualdad, lo que convierte este trabajo en una propuesta que no se circunscribe al fútbol sino que es “un estudio de caso que sugiere la existencia de fenómenos similares en otras industrias globales: la industria del entretenimiento (actores), la industria de software e información (programadores), la industria farmacéutica (científicos), las universidades (investigadores), entre otras”.
Aunque algunos críticos señalan que la globalización hace más ricos a los países ricos mientras que los pobres se especializan en la materia prima y no desarrollan valor agregado en sus industrias, este fenómeno, sin duda, se ha convertido en un escenario para que las ‘filigranas’ del deporte rey traspasen los límites que demarcan el rectángulo del césped.
Una publicación del diario francés L’equipe, de febrero de 2020, reporta que el crac argentino recibe 8,3 millones de euros brutos al mes, que equivalen a cerca de 3,2 euros por segundo, una evidencia más para calificar a Messi como el talento humano que encarna la globalización del fútbol.
Tres reformas se relacionan con la desigualdad de las ligas en Europa: el cambio de la Copa de Europa a la Champions League en 1992/93, la resolución del Caso Bosman en 1996/97 y la introducción del coeficiente UEFA como determinante de clubes clasificados en 1999/00. La mayoría de estos cambios ocurrieron durante la década de los noventa, coincidiendo con un período histórico de auge de los procesos de globalización en el mundo.
El porcentaje de campeones europeos en la Copa Intercontinental (hoy Mundial de Clubes) creció sustancialmente en los años noventa y llegó a 90 % en la última década. En ello fue determinante el aporte de los cuatro grandes de las ligas del Viejo Continente: España, Italia, Inglaterra y Alemania.
Escucha Desigualdad, economía y fútbol con Alejandro Gaviria
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“El día que no aprendo me siento perdido”
Luis Quiroga Puello es profesor emérito de la Universidad de los Andes desde diciembre de 2019, teórico de la física cuántica, gran conocedor de la historia, ávido lector, amante del vallenato clásico y del fútbol. Su vida esta impulsada por la necesidad de conocer.
Por: César Orozco Carrillo<br\>ce.orozco@uniandes.edu.co
A primera vista, es estricto, seco y cortante en el trato con la gente. Pero cuando entra en confianza es divertido y puede llegar a contar en una clase que las partículas se enamoran y se entrelazan entre sí, a veces para toda la vida, pero otras, como las personas, se separan.
De esos rasgos de personalidad no les cabe duda a quienes conocen a Luis Quiroga Puello, un doctor en Física que llegó a Los Andes hace 35 años por el cierre de la Universidad Nacional, donde se estrenaría como docente. Ahora es profesor emérito, un reconocimiento para quienes se hayan destacado de manera excepcional por su contribución a la docencia, la investigación, la formación de estudiantes y su compromiso con el desarrollo institucional y con el país.
“Como profesor, Luis se sale del común. Cuando uno es su estudiante, puede que no le caiga muy bien porque es muy exigente, pero, con el pasar de los años, se le agradece mucho”, asegura Ferney Rodríguez, decano de la Facultad de Ciencias de Los Andes y uno de sus primeros alumnos.
La idea es compartida por Fabio Pablo Miguel Méndez Córdoba, uno de los estudiantes a los que les ha dirigido el trabajo de grado, quien, además, recibió el Premio Nacional a Mejor Tesis de Grado de Pregrado, en la categoría Ciencias Naturales, del concurso Otto de Greiff 2019.
“Cuando elegí hacer la tesis con él, muchos intentaron hacerme recapacitar, pero a mí me sirvió tener a alguien tan riguroso y directo a la hora de hacer comentarios. Aprendí a ser paciente, a manejar la frustración, sobre todo cuando escribía. Él me hizo entender que esa es una parte dura de la investigación, pero toca hacerla”, recuerda Fabio. Ambos concuerdan en que su método de enseñanza se basa en la independencia: “Da las ideas para marcar el camino, pero el estudiante es quien debe hacer la investigación”, comenta Fabio, quien adelanta estudios doctorales en Los Andes. “Su estilo es más europeo”, complementa Ferney.
Foto: Felipe Cazares
Precursor de lo interdisciplinario
Luis Quiroga Puello sabe hacia dónde quiere ir, aunque no siempre sepa cómo llegar. Eso lo convirtió en uno de los precursores de los estudios interdisciplinarios en el Departamento de Física. “A lo largo de estos años, nos hemos metido con computación y con biología cuánticas; en algún momento trabajamos problemas de economía y física con Neil Johnson, un reconocido físico británico, profesor honorario de Los Andes. Esto abre un poco más la mente para abordar los problemas desde distintos puntos de vista”, comenta Ferney, quién lo ha acompañado en el Departamento desde 1994, cuando volvió como profesor tras terminar su doctorado en la Universidad Autónoma de Madrid.
Ambos armaron la línea de investigación en óptica cuántica y montaron un buen laboratorio experimental. Quiroga también impulsó la física de materia condensada en el país, temática en la que es referente a nivel nacional e internacional. “Ha logrado formar una escuela y una línea científica de investigación. Muchos de sus estudiantes también ya son referentes en sus campos de estudio”, afirma Ferney.
Es, también, un gran conocedor de la historia mundial y de la historia de la ciencia. Es un vallenatero consumado, amante del vallenato clásico, ávido lector, conoce mucho de cine, le gusta bailar y ama el fútbol, deporte que practicaba cuando joven. Todos lo viernes, desde el inicio de su amistad con Ferney Rodríguez, y solo interrumpido cuando este último viajó a cursar el doctorado, van a una tienda cerca de la Universidad a tomar cerveza, hablar de física, de fútbol y de la vida.
“Él ama a su familia, es su foco y principal objetivo. Tiene dos hijas, una es sicóloga y la otra bióloga. Viven en Madrid. Es un gran profesional, un gran hombre de familia y con conciencia social”, resume Rodríguez.
“No me he puesto a pensar en lo qué significa ser profesor emérito. Hasta el momento, tengo que reconocer, sigo como todos los días: dictando las clases, asistiendo a las reuniones, atendiendo a los estudiantes que se acercan para trabajar conmigo. Nada ha cambiado y espero que, en el fondo, no vaya a cambiar”.
Luis Quiroga Puello
“Los estudiantes me han educado bastante”
Luis Quiroga Puello no recuerda muy bien por qué decidió estudiar física, pero está convencido de que la llegada del hombre a la luna en 1969, cuando cursaba bachillerato, marcó su vida y lo atrajo a la ciencia. Desde ese momento se ha interesado por conocer las leyes básicas del universo.
¿Ha sentido alguna vez una crisis vocacional?
Como profesor, no. Antes sí; tengo que confesarlo.
Cuando terminé mi carrera tuve una crisis vocacional y por eso me fui a París (Francia) con la intención de moverme por Europa. No sabía si quería seguir con la física. Después, cuando hice malos trabajos para sobrevivir como migrante, de los que prefiero no entrar en detalles, me di cuenta de que sí, que prefería seguir trabajando en física, que no era tan malo después de todo —responde entre risas—.
Al llegar no tenía apoyo económico, ni beca, ni préstamos, ni ayuda de la familia. Me fui completamente solo a ver qué pasaba y me quedé cinco años.
En ese momento decide estudiar física cuántica, ¿cómo escogió ese campo?
Fue parte de mis estudios. Generalmente, se empieza estudiando la física clásica, más o menos hasta la mitad de la carrera; luego, se estudia la física cuántica y sus derivados. Cuando comencé a aprenderla, me atrapó el hecho de que esas leyes eran totalmente distintas, quería tratar de entender cosas que eran antiintuitivas y contraevidentes en muchos sentidos.
¿Qué diferencia existe entre la física cuántica y la física clásica?
La física clásica deja de funcionar a nivel de los átomos; entonces, para entender el comportamiento de la materia y de los fenómenos que nos rodean a partir del comportamiento de los átomos hay que recurrir necesariamente a una física que no es la de Newton ni Maxwell. La física cuántica ya tiene unas leyes un tanto surrealistas, unas leyes un tanto extrañas, como el hecho de que las partículas puedan estar en varios sitios o en distintos estados a la vez. Esto permite aprovechar procesos de entrelazamiento cuántico entre partículas, lo que recientemente ha llevado a propuestas de teleportación, por ejemplo.
Siempre me ha interesado entender eso: cómo, a partir de los átomos, podemos comprender el comportamiento macroscópico de todo lo que vemos alrededor, como el azul del cielo, la luz del sol, el verde de las hojas; todo eso se debe a las propiedades de los átomos.
Volviendo a París, allí estudió en la Universidad Pierre et Marie Curie, ¿qué recuerdos tiene de esa época?
Que fue muy dura para mí. Como estudiante extranjero, sin beca… Fueron un par de años iniciales bastante difíciles. Después, el Centro de Estudios Nucleares me dio una beca y pude terminar los últimos dos o tres años del doctorado.
¿Cómo fue ese primer encuentro con la física cuántica en un país extranjero y con una lengua que no es la materna?
Al principio fue un tanto duro, pero me adapté bastante rápido. Cuando terminé la carrera, acá en Colombia, creí que ya sabía todo. Pero, al estudiar allá, me di cuenta de que no, que era mejor ser más modesto y humilde porque casi no sabía nada, tenía que empezar a estudiar por mi cuenta. Algo que realmente me marcó.

Foto: John Wilson Vizcaíno - Archivo Universidad de los Andes
Eso lo tenemos que transmitir a nuestros estudiantes. Ellos no tienen que estar sentados de manera pasiva esperando a que el profesor les enseñe, sino que deben motivarse para aprender solos. El profesor es una ayuda, y una ayuda muy valiosa en algunos casos, pero tenemos que convencerlos de que, si quieren salir adelante, tienen que dedicarse a aprender por sí solos.
En 1984 decide volver a Colombia y ser profesor, ¿qué lo motivó a elegir este camino?
Parte de mi motivación era que veía allí la oportunidad de seguir aprendiendo. Necesito y quiero aprender algo nuevo todos los días. Me desespera el día que pasa plano. Y no hay nadie mejor para educar a los profesores que los estudiantes. Los que he tenido me han educado bastante.
No estoy de acuerdo con la idea de que un profesor es una autoridad que va a imponer o a transmitir un conocimiento que solo él posee. Sí, sabe un poco más que sus alumnos, pero, con toda seguridad, un buen estudiante tiene el poder de hacer dudar al mejor profesor cuando hace una buena pregunta.
¿Ha logrado resolver alguna de las inquietudes que lo impulsaron a estudiar física?
Nadie ha logrado todavía entender las leyes básicas del universo, pero eso justamente es lo interesante. Sabemos que vamos conociendo cada día nuevos comportamientos y fenómenos en la naturaleza, pero cada vez que creemos encontrar una respuesta se abren mil preguntas más de las que no tenemos ni idea. Es una carrera sin fin y eso es lo que me interesa en especial. Llegar a pretender que tenemos la verdad absoluta me deprimiría, porque perdería el gusto por lo que hago.
SUS MODELOS
“Aunque es una respuesta muy obvia, indudablemente en física Albert Einstein es una figura central en mi motivación. Prácticamente es la primera imagen de un científico que ve un niño o una niña.
Foto: Víctor Solano - Archivo Universidad de los Andes
Ahora, más allá de él, también hay figuras muy interesantes en la física moderna. Entre ellos Richard Feynman (1918-1988), un profesor de Caltech en EE. UU., que publicó excelentes libros de física con explicaciones alternativas, con palabras tan sencillas que todos pudieran entender. Además, transmiten un poco lo que parece haber sido su personalidad: un tanto irreverente, un tanto rebelde, contra corriente.
Gran parte de las motivaciones que actualmente nos llevan a investigar sobre información y computación cuánticas vinieron de ideas que él propuso, aunque esto no hacía parte de su área de investigación exactamente”.
“Mi futuro en la academia lo veo a corto plazo, pues ya estoy en edad de jubilación.Tengo que tomar una decisión en muy poco tiempo:si me jubilo o no; pero eso es algo que está en proceso de discusión con mi familia. Claro que lo he pensado.”
Luis Quiroga Puello
"No voy a quedarme callada"
"No voy a quedarme callada"
Foto: Angelika Rettberg
Valentina Ibarra cursa quinto semestre de Ciencia Política con opción en Derecho y Estado. Es beneficiaria del programa Quiero Estudiar Escala y se convirtió en la nueva presidenta del Consejo Estudiantil Uniandino (CEU). Dice que no guardará silencio sobre asuntos como el acoso sexual y el mansplaining (machoexplicación) entre los universitarios.
Cuando Valentina Ibarra vio que el ‘No’ superó al ‘Sí’ y terminó imponiéndose como vencedor en el plebiscito del 2016 para refrendar el acuerdo de paz con las Farc, no pudo contener las lágrimas. Lo que más le dolió fue ser menor de edad y no haber podido votar.
Ese evento fue un punto de quiebre para interesarse por la Ciencia Política como carrera, pues después de esas votaciones encontró su forma de manifestarse sin necesidad de una cédula: asistió a movilizaciones, comenzó a trabajar en iniciativas de paz y conoció a miembros del Comité de Paz de la Universidad de los Andes. Ellos la hicieron enamorarse de esta institución que daba debates trascendentales para el momento que atravesaba el país.
Con el ejemplo en su casa de un hermano mayor graduado de Música gracias a Quiero Estudiar, Valentina decidió abandonar la carrera de Negocios y Relaciones Internacionales que cursaba en otra universidad y presentarse al mismo programa de apoyo financiero.
Lo logró, y desde primer semestre se involucró en iniciativas relacionadas con el tema que la llevó a darle un giro a su futuro profesional. Ayudó a organizar las dos jornadas de conmemoración del Día de las Víctimas de Conflicto Armado, participó en el Día Paíz y llegó a ser directora del Comité de Paz de Los Andes.
El 10 de diciembre de 2019, esta bogotana de 20 años se convirtió en presidenta del Consejo Estudiantil Uniandino. “Creía que me conocían como la persona de la paz, que es un tema controversial, así que pensé que no me iban a elegir”, confiesa.
En entrevista con NOTA UNIANDINA comparte su visión de la educación, su preocupación por la salud mental de los universitarios y los cambios que quiere lograr en su período como presidenta del CEU.
Tuvo cinco minutos para convencer a los miembros del Consejo Estudiantil de que usted debía ser la presidenta. ¿Qué propuestas presentó en la asamblea?
La primera fue un plan de salud mental pensado por facultades y departamentos; también propuse ideas alrededor del acoso y el abuso sexual, como hablar con colectivos sobre los avances obtenidos y pensar cómo se puede reforzar el Protocolo MAAD (Protocolo para casos de Maltrato, Acoso, Amenaza y Discriminación), para así lograr que la Universidad sea un espacio seguro para todas las personas. Otro punto que toqué fue el de nivelar la cancha para todos los que llegan a estudiar a Uniandes, pues, aunque no es un asunto de capacidades, el colegio influye mucho en el nivel de inglés o matemáticas, por ejemplo; es muy difícil competir en igualdad cuando esta no existe. Por último, planteé una reforma de estatutos del CEU y mecanismos para lograr una mejor relación entre este órgano y los estudiantes.
“Mi trabajo cambió debido a la coyuntura del Coronavirus. Me enfoqué en garantizar que esta experiencia fuera la mejor para todos”.
¿Cómo deben manejar la salud mental de los estudiantes las instituciones educativas?
Esa es una pregunta supremamente difícil que nos hacemos en cada reunión. Lo primero es promover el autocuidado y que los estudiantes busquen ayuda a tiempo. Incluso me ha pasado que he esperado a estar realmente mal para pedir un salvavidas, cuando dos o tres semanas antes hubiera solucionado mi problema. A veces también hay una competencia entre nosotros mismos sobre quién está más colapsado o duerme menos. Eso genera una presión adicional, pues algunos sienten que no están aprovechando la vida universitaria por no participar en varias actividades al mismo tiempo. A todo esto se debe sumar el panorama laboral de los jóvenes; muchos se preguntan cómo van a conseguir un buen trabajo, pagar el crédito estudiantil o aportar dinero a sus hogares si no hacen doble programa o se meten en todos los extracurriculares posibles. Tenemos que encontrar alivios para que esta presión no sea tan fuerte.
¿A qué obstáculos se enfrenta una universitaria hoy en día por el simple hecho de ser mujer?
Uno muy duro es el mansplaining , que es cuando un compañero te interrumpe, dice que no sabes, intenta hablar por ti o minimiza tu idea. Tristemente también prevalecen el acoso y el abuso en las universidades. Además, tenemos un techo de cristal sobre nuestras cabezas: ¿cuántas mujeres logran dirigir compañías? Para nosotras será más difícil llegar a esos puestos debido a problemas estructurales.
¿Qué piensa hacer desde el CEU para romper techos de cristal y enfrentar el acoso y el mansplaining?
No quedarme callada. Expresaré mis opiniones. Cuando estas cosas estén pasando, las diré; traeré estos diálogos a discusión y los debatiré. Sobre el acoso, he intentado trabajar con los colectivos feministas, pues conocen este tema mucho más a fondo, al estar trabajándolo durante años. Debemos revisar el Protocolo MAAD y los problemas estructurales que llevan al acoso. Todavía no tengo una solución, porque no es algo fácil de resolver, pero debemos traerlo a la esfera pública, discutirlo, que esté ahí y que nos haga pensar.
¿Cuál es el legado más grande que quiere dejar al terminar su período como presidenta del CEU?
Todo lo que había pensado hacer en mi presidencia se vio desafiado por la pandemia. Por el momento espero que el CEU sea visto como una ayuda para los estudiantes en el momento más duro que probablemente vamos a enfrentar en nuestra vida universitaria, porque tuvimos que cambiar la forma en que entendíamos la educación.
“Disfruto debatir, escuchar perspectivas que no conozco y que mi interlocutor entienda por qué pienso lo que pienso”, dice Valentina.
Pa'lante Caribe
Otro paso por la inclusión y la educación de calidad
Más de 7.500 millones de pesos se recaudaron durante la campaña Pa’lante Caribe, que se llevó a cabo entre el primero de octubre y el 24 de diciembre de 2019. Esta financiará los estudios de pregrado de jóvenes talentosos del Caribe colombiano en cuatro universidades de alta calidad. Con estos recursos se aportará al cambio social en Colombia y al desarrollo de una región en la que una de cada tres personas vive en condición de pobreza extrema.
En una frase:
“Más de 900.000 colombianos participaron en este esfuerzo para tener un país más decente, más justo y más digno y eso es absolutamente destacable”. Alejandro Gaviria, rector de la Universidad de los Andes
Beneficiarios
A largo plazo, 128 estudiantes colombianos de entre 16 y 21 años, provenientes de la región Caribe, de estratos 1, 2 y 3, de colegios públicos y privados, que hayan presentado las Pruebas Saber 11. 42 estudiantes ya ingresaron a Los Andes y a las otras universidades aliadas.
Red de recaudo
- 370 puntos de venta de tiendas Olímpica.
- 354 cajeros Scotiabank Colpatria.
- 181 oficinas Scotiabank Colpatria.
- Sitio web de la campaña.
La región caribe
Para esta alianza comprende los departamentos de Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, La Guajira, Magdalena, San Andrés y Providencia y Sucre. También se extiende a los municipios de Turbo, Necoclí, San Juan de Urabá, Arboletes, Unguía y Acandí, en el Urabá.
Los aliados
- W Radio
- Universidad de los Andes
- Universidad del Norte
- Universidad Tecnológica de Bolívar
- Universidad Pontificia Bolivariana(sede Montería)
Total recaudo | $7.584.824.528 |
Meta propuesta | $5.000.000.000 |
Donantes | 950.000 |
Cobertura | 98% del costo de la matrícula de pregrado |
Covida, un proyecto para entender la COVID-19
Covida, un proyecto para entender la COVID-19
Foto: Felipe Cazares
En abril de 2020, la Universidad de los Andes, en alianza con la Fundación Santa Fé de Bogotá, la Universidad Nacional, la Secretaría de Salud del Distrito, el Banco
Interamericano de Desarrollo, la Asociación de Egresados Uniandinos y Emermédica, puso en marcha el proyecto Covida.
Su meta es realizar 100.000 pruebas diagnósticas gratuitas de la COVID-19 para recoger información que ayude a entender de mejor forma las variables de propagación de la epidemia.
Para el análisis de las muestras, Los Andes habilitó el Laboratorio de Diagnóstico de COVID-19, a cargo de la Vicerrectoría de Investigación y Creación, certificado por las autoridades de salud.
El proyecto incluye identificar grupos de población de alto riesgo de ser vectores y focos de infección, mediante la búsqueda activa de ciudadanos asintomáticos en diversos sitios de Bogotá para practicarles las pruebas. Dentro de ellos hay taxistas, repartidores y mensajeros.
Con el objeto de recaudar fondos para alcanzar la meta propuesta, se lanzó la campaña “Llegó la hora de multiplicar: #LaPruebaEsDeTodos”. Este dinero se suma al aporte sustancial que ya hizo la Universidad.
Foto: Felipe Cazares