Infodemia: ¿Hay vacuna?

Infodemia
¿Hay vacuna?
Para muchos es un problema de “tías y tíos” que creen todo lo que llega por Whatsapp, pero la desinformación echa raíces profundas en el funcionamiento de nuestro cerebro, en prejuicios sociales y en las flaquezas de las redes sociales. Científicos intentan entender la pandemia de fake news.
Por Pablo Correa Torres / @pcorrea78
Si diéramos por ciertas las noticias falsas que han circulado en el último año y medio, tendríamos que reescribir la historia de la pandemia del nuevo coronavirus.
Podría resultar algo así:
fake
El virus SARS-CoV-2 fue creado de forma secreta en un laboratorio en Wuhan, China, por medio de manipulación genética. No está claro si escapó accidentalmente o fue liberado como una estrategia política del gobierno chino. Millones de personas fallecieron a pesar de la disponibilidad de tratamientos básicos, baratos y accesibles para todos: gárgaras con metanol, hidroxicloroquina, ivermectina y varios antibióticos tradicionales. El multimillonario y creador de Microsoft, Bill Gates, aprovechó el caos global y la aparición de vacunas para lanzar cápsulas implantables en humanos con certificados digitales que pueden mostrar quién ha sido infectado por coronavirus y quién ha sido vacunado.
Es difícil arriesgar una cifra del número de noticias falsas que circularon durante la pandemia. Si les creemos a los pocos datos que revelaron los ejecutivos de Facebook, luego de ser señalados por el presidente Joe Biden de “estar matando gente” por la desinformación, esta plataforma eliminó más de 18 millones de casos de información errónea de COVID-19, al tiempo que etiquetó y redujo la visibilidad de más de 167 millones de piezas desacreditadas sobre el coronavirus.
Esto es apenas la punta del iceberg de la infodemia, de la epidemia de desinformación que se extiende por el mundo, y que la Organización Mundial de la Salud define como una “sobreabundancia de información, algunas precisas y otras no, que dificultan que las personas encuentren fuentes confiables y orientación confiable cuando sea necesario”. De ahí que la revista The Lancet, en agosto de 2020, planteara la necesidad de una nueva ciencia capaz de dar cuenta de este fenómeno. Una infodemiología, la bautizaban. Tarea que varios científicos en el mundo ya llevan adelantada.
Una nueva ciencia
En la Universidad de Indiana, el director del Observatorio de Redes Sociales, el profesor Filippo Menczer, se interesó por la distorsión que creaban estas plataformas hace casi una década. Al teléfono se nota al instante su acento italiano. Menczer se graduó como físico en la Universidad Sapienza de Roma y luego obtuvo un doctorado en Ciencias de la Computación en la Universidad de California en San Diego.
Uno de los primeros trabajos en los que se aventuró fue un experimento dentro de la propia comunidad universitaria en el que descubrió que 72 % de los estudiantes confiaban ciegamente en enlaces que parecían provenir de amigos, incluso hasta el punto de ingresar información personal de inicio de sesión en sitios de phishing (robo de datos).

La manipulación de imágenes con programas de edición se ha convertido en otro reto en la epidemia de desinformación. Esta imagen circuló durante los incendios en Australia en 2019-2020.
Fuente: Imágenes tomadas del artículo Visual Mis/disinformation in Journalism and Public Communications
Ese dato lo llevó a diseñar un experimento sencillo. Creó una página web con información falsa. También incluyó la posibilidad de recibir publicidad. “A fin de mes, recibí un cheque por correo con las ganancias de los anuncios. Esa fue mi prueba: las noticias falsas pueden hacer dinero contaminando internet con falsedades”, contaría más tarde.
A partir de ahí comenzó a analizar datos a gran escala. En 2011 reveló cómo republicanos y demócratas en Estados Unidos vivían atrapados en burbujas, cámaras de eco, en las que los usuarios solo interactuaban y compartían la información con usuarios similares. Noticias de un tribalismo favorecido por algoritmos que los dueños de las plataformas no estaban tan dispuestos a aceptar por las implicaciones sobre su reputación y negocio.
“A lo largo de esta última década hemos visto que algunas de las plataformas intentan controlar los abusos que se presentan en diferentes niveles, pero también hemos visto que las estrategias de manipulación son cada vez más sofisticadas. Existe un mercado para comprar likes, seguidores falsos y aplicaciones para que los usuarios pongan sus cuentas al servicio de campañas de desinformación. Los bots se hacen más sofisticados y borran sus propios contenidos”, cuenta Menczer.
Diversas investigaciones lo han llevado a reunir en tres grupos los sesgos que nos tienen metidos en este despelote.
El primer grupo corresponde a los sesgos mentales. Nuestro cerebro no evolucionó para interactuar con este tipo de tecnología. Nuestro cerebro está diseñado para manejar una cantidad finita de información, para interacciones directas con otros humanos y demasiados estímulos entrantes pueden causar una sobrecarga de información.
El otro grupo de sesgos está dado por la forma misma en que funciona nuestra sociedad. Son los prejuicios sociales los que por lo general guían la manera en que elegimos amigos y referentes. En otras palabras, esas “burbujas” en redes sociales son también un reflejo de las “burbujas” que creamos al conformar grupos.
En la foto original, arriba, Martin Luther King Jr. reacciona en St Augustine, Florida, después de enterarse de que el Senado de los Estados Unidos aprobó el proyecto de ley de derechos civiles el 19 de junio de 1964. Una versión alterada de la imagen se compartió ampliamente en Twitter, Reddit y en el sitio web de supremacistas blancos Daily Stormer.
Fuente: Imágenes tomadas del artículo Visual Mis/disinformation in Journalism and Public Communications

Por último, están los sesgos en los algoritmos que gobiernan las redes. Solo en Twitter cada día se generan más de 500 millones de mensajes. Son 6.000 tuits por segundo. ¿Quién escoge qué vemos cada uno de los usuarios? Un algoritmo diseñado por los mismos humanos llenos de sesgos mentales y prejuicios sociales. ¿Resultado? En otra investigación, Menczer y sus colegas demostraron que las plataformas de redes sociales exponen a los usuarios a un conjunto de fuentes menos diverso que los sitios que no son redes sociales como Wikipedia. “Lo llamamos sesgo de homogeneidad. Otro ingrediente importante de las redes sociales es la información que está en tendencia en la plataforma, de acuerdo con lo que recibe la mayor cantidad de clics. A esto lo llamamos sesgo de popularidad”, explica.
Durante la pandemia, por ejemplo, la información errónea relacionada con la salud atrajo cuatro veces más tráfico que las fuentes oficiales, según lo estableció un informe de la organización Avaaz que promueve el activismo ciudadano. Y un trabajo publicado en 2018 liderado por Soroush Vosoughi, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, tras analizar cerca de 126.000 noticias verificadas, verdaderas y falsas, compartidas por más de tres millones de personas en Twit-ter de 2006 a 2017, concluyó que la información falsa “se difundió significativamente más lejos, más rápido, más profundo y más ampliamente que la verdad en todas las categorías de información”. Una cifra lo dice todo: el 1 % superior de la cascada de noticias falsas se difundió entre 1.000 y 100.000 personas, mientras que la verdad rara vez se difundió a más de 1.000 personas.
Quizás una de las conclusiones que me parecen más pesimistas del trabajo de Menczer y su grupo es que hemos creado un sistema para comunicarnos, las redes sociales, en las que la “calidad” no es el criterio que determina la dispersión de la información. Lo que se viraliza es simplemente una consecuencia estadística de la proliferación de información en una red social de usuarios con poca atención.
En los últimos 2 años
se duplicó
el número de países con campañas de desinformación política en las redes sociales.
64%
de las personas que se unieron a grupos extremistas en Facebook en los últimos dos años lo hicieron porque los algoritmos los arrastraron a ello.
En 2013 se estimó que mas del
50%
de la población de EE. UU. creía en al menos una teoría de conspiración sin fundamento real.
tiene de 9 a 15 % de bots.
tiene 60 millones de bots.

En enero de 2020 se estrenó el documental El dilema de las redes sociales (The Social Dilemma) dirigido por Jeff Orlowski. Un buen baño de realidad para los ingenuos frente a este tema. “Hay dos industrias que llaman a sus clientes usuarios: la de las drogas ilegales y la del software”, nos dice el narrador en uno de los momentos más reveladores de este documental que expone cómo las redes sociales interactúan de forma perversa con nuestras emociones y comportamiento mientras las compañías ganan toneladas de dinero. “Creamos un sistema que privilegia la información falsa (…) porque la información falsa rinde más dinero a las empresas que la verdad”, dice otro de los entrevistados. “La verdad es aburrida”, afirma uno más.
“La única forma que veo de combatir ese problema es reduciendo el volumen de información. Añadir fricción. Desde que comenzó internet hay una gran tendencia a reducir el precio de generar contenido”, apunta Menczer.
Un problema al querer “añadir fricción” al sistema es el riesgo de crear modelos que ocasionen censura. Que el remedio resulte peor que la enfermedad como suele pasar. “Creo que hay mucho que pensar sobre la fricción que debemos poner —reflexiona Menczer—. La verdad es que ni la tecnología que tenemos ni las estrategias con humanos verificando datos funcionan a la escala y con la precisión que se necesita”.
¿Un algoritmo con problemas de salud mental?
Thomas Hills es psicólogo e investigador de la Universidad de Warwick en Inglaterra. Se involucró en el estudio de la desinformación porque, dice con algo de desparpajo, era una consecuencia inevitable de su interés por explorar “lo que ocurre dentro como fuera de nuestras cabezas”.
Es precavido a la hora de sacar conclusiones sobre la infodemia: “Sí, es cierto que la proliferación de información puede devaluar la información y puede llevarnos por mal camino. Pero tener más información también puede permitirnos pensar cosas nuevas, conectar nuevas ideas e incluso nuevas formas de entender viejos problemas”.
Algo similar advierte sobre el asunto de los sesgos mentales y los prejuicios sociales. Como todo en biología hay una contracara: “La mayoría de nuestros prejuicios mentales están ahí por una razón. Tendemos a creer lo que nos dicen nuestras familias, tendemos a creer lo que nos dice nuestro grupo, tendemos a creer en las personas que nos han ayudado en el pasado”.
Recientemente Hills se embarcó en un proyecto para rastrear las teorías de conspiración y descifrar sus lenguajes. El nombre del proyecto no podía ser más apropiado: “LOCO”. Aplicando una batería de herramientas digitales rastrearon casi cien mil documentos con un total de ochenta y ocho millones de palabras.
En 2013 se estimó que más del 50 % de la población de EE.UU. creía en al menos una de estas locas teorías. Las consecuencias asociadas con la circulación de tales teorías no son triviales, advierte Hills. Pueden desembocar en menores tasas de vacunación, pero también en rechazo a políticas de protección ambiental, reducción de la protección contra enfermedades de transmisión sexual, desconfianza general, alienación política y hasta justificaciones de violencia.
“Todavía no entendemos cuánta información se necesita para influir en el comportamiento de las personas”, dice Hills. Esa es justamente la cuestión que sueña con responder. “La pregunta es cuánto importa y cuánto se necesita para marcar la diferencia. Si una sola mentira desestabiliza a un país, entonces tenemos un problema”, insiste Hills.
¿Soluciones?
En un ensayo sobre desinformación, Whitney Phillips, profesora de comunicación, cultura y tecnologías digitales en la Universidad de Syracuse (EE. UU.) resaltaba la tarea de reinventar los esfuerzos de alfabetización mediática, especialmente en las aulas. Escribía que “para tener éxito, y probablemente para ayudar a restaurar la confianza, estos esfuerzos no deben tapar nuestros sesgos cognitivos. En cambio, deben hacer de esos sesgos una lección objetiva”.
Hills coincide en que la solución está en la educación: “La educación es siempre la respuesta. Si no podemos enseñar a las personas cómo comprender mejor su mundo e interactuar con él, tratar de controlar la información será como intentar controlar las drogas ilegales”.
Mientras encontramos una salida al problema de la desinformación, o al menos herramientas para contenerla, no hay que olvidar lo que dijo Jesús de Nazareth: “No crea todo lo que lee en internet”.
Las manos del cannabis
Las manos del cannabis
El cannabis –o marihuana– aparece hoy en múltiples presentaciones para consumo medicinal. Mirada fotográfica a este mercado emergente en Bogotá.
El cannabis –o marihuana– aparece hoy en múltiples presentaciones para consumo medicinal: en gomas masticables con Tetrahidrocannabinol (THC), resinas, cristales y extractos con Cannabidiol (CBD), pomadas, mieles, cervezas, gotas para dormir. Mirada fotográfica a este mercado emergente en Bogotá.
Fotorreportaje: Felipe Cazares


Extracto / Múltiples usos

Gomas / Infusión

El Decreto 811 de 2021 ha buscado suplir las demandas y requerimientos de la industria incipiente del cannabis medicinal en Colombia.

Venta de semillas para autocultivo

Miel / Infusión

Cristales / CBD (Cannabidiol)

Extracto / Múltiples usos


De lo que nos perdemos
Por Pablo Zuleta
Colombia está entre los primeros cinco países que iniciaron el camino de la regulación del cannabis para uso medicinal, pero su industria es la de menor desarrollo en lo económico y en el acceso a los productos. Esto nos conduce al mercado negro, que, durante 25 años, ha basado sus productos en publicaciones web, tanto para cultivo como para análisis de los contenidos de cannabinoides. La referencia histórica sobre el conocimiento reciente del cannabis es la legalización del uso médico de la marihuana en California en 1997, que involucra investigaciones en muchas universidades del mundo, entre las que se destaca el trabajo de Raphael Mechoulam. En todo esto hay que subrayar la divulgación de la información visual de las flores hembras de cannabis, sus diferentes colores, en flores frescas y en aquellas ya curadas; los cultivos a gran escala y los productos terminados. La flor hembra es la parte de la planta que se usa en el consumo para embriagarse y para los usos médicos, y, a pesar de la cantidad de información que se ha publicado, persiste la idea equivocada según la cual lo que se usa de la planta son las hojas.
Existe un avance en los productos terminados para el uso humano, en cuanto al nivel de maduración y almacenamiento que necesitan las flores, el uso del vapeo que disminuye el calor de los gases que se aspiran, y las gotas para uso oral que aumentan el tiempo de vida media de los cannabinoides en el cuerpo. Como es obvio, los productos del mercado negro no cuentan con certificación legal y confiable.
Pablo Zuleta es médico, especialista en psiquiatría de la Universidad Javeriana. Desde hace 13 años está dedicado al trabajo en adicciones y farmacodependencia. Dirige el Área de Consumo de Drogas, Salud Pública y Educación del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas (CESED).

El mercado legal, en Colombia, no avanza lo suficiente porque los productos que permite la reglamentación apuntan a fármacos y no a fitoterapéuticos y porque el gremio médico ha esperado esos productos con base en el nivel uno de evidencia terapéutica. Eso limita las posibilidades con respecto de Canadá, Uruguay, Israel o algunos estados de Estados Unidos.
Las flores quedaron excluidas de los productos médicos en el mercado legal colombiano, lo cual es fundamental para el estancamiento en la industria y sus productos. Mientras los países que antecedieron a Colombia en regulación siguen usando la flor seca para uso médico, en el país tratamos de llegar al gremio de la salud sobre la base de productos farmacéuticos. Afortunadamente las flores entraron al comercio del cannabis legal para la exportación como materia prima, lo cual le permite a la industria mejorar las opciones de comercio, pero aún no resuelve las grandes limitaciones internas para acceder a productos. La calidad de las flores de la industria legal podrá evaluarse a través de la exportación.
El cultivo de precisión requiere un cuidado en donde la tecnología y la práctica del jardinero son esenciales. La historia de los cultivadores de cannabis es la historia del master grower, jardineros de precisión, de cuidado y observación diaria de los cultivos.
La legislación colombiana siempre ha tenido la opción de la investigación clínica con el uso de las flores, pero nuestro avance ha sido pobre en cuanto a productos legales.

¿Pobreza y salud mental, un círculo irrompible?
¿Pobreza y salud mental, un círculo irrompible?

Los jóvenes de hogares en pobreza tienen un 25 % más de posibilidades de presentar síntomas depresivos. Las transferencias económicas podrían estar teniendo un efecto leve sobre la salud mental ¿Qué hace falta?
“Va y me dice la profesora si no te puedes conectar no es mi problema. O estudias o trabajas. No había luz, no había baño, nada. Nosotros vinimos a tener baño, dos años después. Era muy difícil tener esas necesidades, entonces íbamos donde el vecino, por ejemplo”, así cuenta Erick García las dificultades que enfrentaban en su casa, en el barrio Los Libertadores, en Bogotá. En vacaciones, Erick cuenta que su mamá optaba por levantarlos tarde y así tipo 4, 5 de la tarde les daba la única comida del día porque no alcanzaba para más. “Era algo así como un almuerzo comida y un desayuno del otro día, a la vez. A eso nos acostumbramos”, narra. Los trapos rojos en las ventanas de las casas en Colombia, durante el confinamiento, confirmaron que, como Erick y su familia, unos 2,4 millones de hogares se alimentan con menos de tres porciones diarias.
Lo cierto es que sus condiciones de vida lo alejaban de sus sueños de estudiar y trabajar para alguna organización social. A esto se sumó la muerte de su mamá, que lo hizo sentir que perdía un gran apoyo. La vida de Erick tuvo un pequeño empujón, según sus palabras, pues se convirtió en un beneficiario de un programa de transferencias económicas para poder estudiar (Jóvenes en Acción): “Con esos primeros pesos pude comprar un mercado, luego un pantalón y una camisa. A veces solo alcanza para el transporte, pero también de vez en cuando para poder almorzar en la universidad con tranquilidad- cuenta-. En algunos momentos digo que soy fuerte y que no necesito un psicólogo, pero la verdad es que sí”.
Y es que el 12 % de jóvenes en Colombia presenta algún tipo de trastorno de salud mental y un 52,9 % ha tenido síntomas ansiosos según la última Encuesta Nacional de Salud Mental (2015), del Ministerio de Salud. La situación es aún más preocupante cuando los jóvenes viven en situación de pobreza, pues tienen un 25 % más de probabilidades de vivir este tipo de síntomas o enfermedades.
Philipp Hessel, doctor en Demografía de la Escuela de Economía de Londres, afirma que hay un ciclo vicioso entre la pobreza y la salud mental. Un efecto negativo que empieza a tener una primera incidencia en la adolescencia con temas como la depresión y la ansiedad. Chances 6, una investigación de la que hace parte Hessel, evalúa vías para romper con este ciclo y el impacto de las transferencias económicas en esta tarea, en 6 diferentes países del mundo con ingresos medios y bajos (México, Liberia, Malawi, Colombia, Brasil y Sudáfrica).
La investigación considera que la pobreza debe verse más allá de los ingresos: la falta de acceso a la educación o salud son también factores que marcan las condiciones de vida. En Colombia y en Sudáfrica, por ejemplo, no poder estudiar es un factor de riesgo alto para la salud mental de los jóvenes.
La región andina (Perú, Colombia y Ecuador) es el área del mundo con mayores niveles de ansiedad. Las causas, en el país, pueden estar vinculadas con la exposición a la violencia, desplazamiento y robos. Hessel, investigador y profesor de la Universidad de los Andes, explica que la pobreza y la escasez generan estrés, además que no poder terminar el colegio o no encontrar trabajo impacta la oportunidad de vida de las personas y sus conductas: son factores de riesgo para la violencia, el consumo de drogas y traen efectos no solo para las personas en particular, sino todo su contexto social.
No basta solo “con una patadita de la buena suerte”
En un parque de Bogotá, Pilar Sanabria, beneficiaria de Familias en Acción, otro programa de transferencias económicas, cuenta que un día no aguantó más y tuvo que elegir entre estudiar o trabajar. Entre lágrimas dice que sufrió una parálisis en su cuerpo, que empezó a tener altos niveles de ansiedad y eso se mezcló con la sensación de estar sola en el proceso. “Ahí me di cuenta que cuando tienes salud mental puedes hacer cosas, pero cuando tienes un caos en tu cabeza, un caos en la sociedad y en la familia es muy difícil progresar”, añade esta joven.En el mundo, la mayoría de países de bajos y medios ingresos tienen transferencias monetarias. ¿Son entonces estos programas efectivos para romper el círculo entre pobreza y salud mental? A través de Chances 6, los investigadores han corroborado que estas iniciativas nunca fueron diseñadas para mejorar la salud mental, sino para aliviar la pobreza o invertir en el capital humano. No obstante, en Colombia estos programas muestran algo de efecto positivo sobre la salud mental.
En Familias en Acción, por ejemplo, los hogares reciben dinero si sus hijos menores de 18 años asisten al colegio. Y son estos jóvenes quienes muestran comportamientos y conductas más positivas en sus relaciones con padres, madres y otras personas, frente a jóvenes que no hacen parte del programa. “Si estás en el colegio interactúas, participas, te asocias, aprendes a controlar impulsos, lo cual trae efectos positivos”, explican los investigadores. Estas transferencias también tienen consecuencias sobre la brecha de aspiraciones educativas de los jóvenes.
Erick García asegura, mientras alza y acaricia a su gato, que hoy ve más cerca esa idea de trabajar en una organización, para hablar con la gente y ayudarla. Incluso dice que si hiciera un esfuerzo podría intentar pagar un psicólogo. Y es que, aunque estos programas no tengan efectos negativos sobre la salud mental, si pueden aliviar el estrés, permitiéndoles acceder a comprar comida, materiales para el colegio o universidad. Sin embargo, esto no aumenta el acceso a tratamientos y “con comida no se cura la depresión ni la ansiedad”, dice uno de los investigadores.
Sanabria quien no es solo beneficiaria de estos programas, sino psicóloga en formación, añade que la salud mental es vital en la formación de cualquier persona. De hecho, a largo plazo le gustaría implementar un proyecto donde se atendiera este aspecto y no como pasa hoy con las Entidades Promotoras de Salud (EPS) que lo hacen, según su punto de vista, de forma precaria: “Todas las personas deberían recibir atención sin importar la estabilidad económica con la que cuenten”.
García y Sanabria coinciden en lo que afirman los investigadores: las transferencias monetarias no son un medicamento que va a solucionar los problemas de salud mental. Las políticas sociales se siguen ejecutando de forma independiente de las políticas de salud, lo que significa una pérdida muy grande para el país. De ahí que los investigadores trabajen hoy en conjunto con el Gobierno Nacional en una intervención específica para el programa Jóvenes en Acción: una iniciativa de la que también hacen parte los beneficiarios y que espera resultados a largo plazo en la vida de los más vulnerables.
Las transferencias son importantes, pero no suficientes: No basta solo, como dice el joven García, con una “patadita de la buena suerte”. El investigador Mauricio Avendaño, del King´s College of London, explica que la adolescencia es un periodo importante en el desarrollo individual, emocional e intelectual y es importante atender los síntomas que se puedan presentar pues el 75 % de los trastornos mentales surgen antes de los 15 años y la mitad de estos nunca se identifica ni se trata.
Recomendaciones de Chances 6:
-
- Priorización: Los programas de transferencias monetarias deberían priorizarse para aquellos jóvenes que tienen riesgos más altos de desarrollar condiciones de salud mental.
- Acceso: Se deberían aprovechar los espacios de contacto con los beneficiarios para ofrecer servicios de apoyo a salud mental a quienes reciben subsidios.
- Evaluación de impacto: Incluir este componente para optimizar el sistema para los jóvenes y la sociedad.
- Uso de datos: La información sobre impactos en la salud mental es clave en la toma de decisiones. Por ejemplo, la irregularidad en los pagos puede conducir a un aumento de estrés en los jóvenes y la larga duración de pagos del beneficio puede reducir la depresión.
Lo que vale el agua que sale de los Parques Nacionales Naturales
Lo que vale el agua que sale de los Parques Nacionales Naturales
Al menos 25 millones de personas, en Colombia, dependen de forma directa o indirecta del agua que captan, regulan, almacenan y depuran los Parques Nacionales Naturales. Eso incluye economías como las del café, caña o palma de aceite, sin contar el suministro del líquido a las ciudades.
Por primera vez desde que se crearon las zonas naturales protegidas, Colombia cuenta con un documento comparativo, detallado y consolidado de sus áreas nacionales de reserva. Lo realizó, en 2021, Parques Nacionales Cómo Vamos, iniciativa creada por nueve instituciones -oenegés nacionales e internacionales, fundaciones de grupos económicos y universidades-. En un momento en el que urgen acciones ante la gravedad de los problemas ambientales, entre ellos el cambio climático y la extinción de múltiples especies, el informe muestra cómo estos territorios resultan cruciales para el agua de la que vive el país.
EN TODO EL PAÍS
Distintos pisos térmicos, múltiples ecosistemas
El informe dice: “Las actividades económicas dependen de los servicios ecosistémicos, ya sea para la producción de materiales e insumos o para la regulación y sumidero del metabolismo social, industrial o urbano, entre otras contribuciones”.
20%
de los caudales que abastecen de energía eléctrica al país son regulados por los Parques.
70 %
de la Energía eléctrica de Colombia es hidrogenerada.

1960
Es el año en el que se declara el primer Parque Nacional Natural: La Cueva de los Guácharos.
7,6%
de zonas de humedales, apenas 1,9 de los 26 millones de hectáreas de estos ecosistemas en el país, están protegidas.
5,2 millones
de animales de cría están en zonas aledañas a los Parques Nacionales. Esto representa 18 % del ganado de todo el país.
54,9 % de cultivos agroindustriales,
957 mil hectáreas de café, palma de aceite, caña y cacao, entre otros, dependen de los servicios ecosistémicos de los parques.
59 áreas protegidas
tiene Colombia:
17.613.380,9 hectáreas
En los municipios donde también hay parques se produce (del total nacional):

ALTA MONTAÑA
+ 3.000 MSNM
Colombia es el país con la montaña costera tropical más alta y cuenta con otros parques nacionales con áreas por encima de los 5 mil metros. Eso aumenta la biodiversidad.
En la alta montaña se destaca
la Sierra Nevada de Santa Marta al tener el mayor rango de altitudes: desde el nivel del mar hasta el glaciar. Cubre todos los pisos térmicos y de morfología.
24 parques de alta montaña
sirven como grandes esponjas: capturan, almacenan y distribuyen el agua río abajo. Son los “abastecedores de agua” de Colombia.

3,2 millones de animales
(9 % de la ganadería del país) se cría alrededor de parques de alta montaña. Hay 696 mil hectáreas de cultivos agroindustriales en los municipios aledaños (40 % del total nacional).
80 % del agua que consume Bogotá
viene del Parque Nacional Natural Chingaza (que va desde los 780 hasta los 3.977 metros de altitud).
Y unos datos clave:
Colombia es el segundo país más biodiverso del mundo en número de especies por área. Tiene la mayor diversidad de aves y anfibios.
MONTAÑA MEDIA Y BAJA
Entre los 100 y 3.000 metros de altitud
MENOS BIODIVERSIDAD = MÁS RIESGO POR LLUVIA

13 parques
de media y baja montaña distribuyen el agua que baja por ríos y canales subterráneos. Disminuyen su velocidad, reducen la evaporación y conservan humedad. Son reguladores.
La biodiversidad es un freno natural, en todos los pisos térmicos, para disminuir la cantidad y velocidad con que el agua cambia de estado (entre líquido, sólido y gaseoso) porque:
- Los seres vivos estamos compuestos por agua (los humanos somos casi dos terceras partes de este líquido). Si hay menos biodiversidad, aumentan los riesgos por excesos de agua en el ambiente.
- La cobertura vegetal en cuerpos de agua ayuda a conservar parte de la humedad y evita que todo el líquido ascienda a la atmósfera hacia otras partes del mundo. Mayor evaporación, mayores sequías.
- La biodiversidad en las pendientes de la montaña ayuda a retener el agua y el suelo; si se pierde, aumentan los deslizamientos y riesgos de este tipo.
1,2 millones de animales
(3,6 % de la ganadería del país) se cría alrededor de parques de media y baja montaña. Hay 160 mil hectáreas de cultivos agroindustriales en los municipios aledaños (9,2 % del total nacional).
ZONAS BAJAS
Por debajo de los 100 metros de altitud
Incluyendo la montaña, las tierras bajas y los parques marinos, con ecosistemas plurales,
Colombia también es el segundo país con mayor diversidad de plantas, el tercero en reptiles y el quinto en mamíferos.

MANGLARES, VITALES
“Deberían ser una garantía fundamental ante el ascenso del nivel del mar, pero los que están ubicados en el Caribe preocupan por su mal estado (los del Pacífico están en mejores condiciones)”, asegura Sandra Vilardy, directora de Parques Nacionales Cómo Vamos.
MÁS BENEFICIOS
Desde la alta montaña hasta las tierras bajas, los bosques y la cobertura vegetal regulan la temperatura a su alrededor, conservan humedad en cuerpos de agua y favorecen pequeños ciclos, retienen el agua y reducen el número de derrumbes.
22 parques
de zonas bajas conservan la humedad en el ambiente y el suelo. Los humedales costeros son ‘plantas de tratamiento’ o riñones para el reciclaje de nutrientes, con trampas de sedimentos y contaminantes.
1,9 millones de animales
(5,3 % de la ganadería del país) se cría alrededor de parques de zonas bajas. Hay 99 mil hectáreas de cultivos agroindustriales en los municipios aledaños (5,7 % del total nacional).
Parques Nacionales Cómo Vamos
fue creado por la Fundación Corona, la Fundación Santo Domingo, la Facultad de Estudios Rurales y Ambientales de la Universidad Javeriana, la Fundación Natura, la Universidad de los Andes, la Fundación Alisos, World Wildlife Foundation, Dejusticia y Wildlife Conservation Society. Esta iniciativa es dirigida actualmente por Sandra Vilardy.
Película Encanto: ‘Un hermoso Frankenstein’

‘Un hermoso Frankenstein’
Cómo tres arquitectos de una misma familia asesoraron en escenarios a la película de Disney sobre Colombia, que ya ganó un Globo de Oro y logró tres nominaciones al Óscar, incluyendo Mejor Película Animada. En Encanto, la casa es un organismo que crece y decrece, que respira.
Cuando Stefano Anzellini Fajardo viajó a Tokio, Japón, a estudiar una especialización en Ingeniería Arquitectónica, a mediados de los años noventa, conoció a Yolanda Lomeli, una colega mexicana. Varios años después, ella sería el puente para que él, su hijo Martín y su esposa, María Inés, fueran los asesores en escenarios arquitectónicos de Encanto, cinta que ya ganó un Globo de Oro como Mejor película animada y que compite por los Óscar.
Después de más de 24 meses de reuniones virtuales con un montón de muchachos, Anzelini pudo ver el primer borrador de Encanto. Se le erizó la piel y se le encharcaron los ojos. Cuenta que pudo ver cómo ese montón de “duros” plasmaron con “encanto” detalles, colores, costumbres, paisajes, materiales, saberes y sabores de la Colombia que se debe mostrar al mundo.
“Precisamente eso es lo que permite el arte, de eso se trata, de proponer; sobre todo el cine, que es el arte más mágico de todos. Se ve en la película un hermoso Frankenstein hecho de pedacitos de todas las regiones del país. Cuando nos mostraron el primer borrador donde había partes de la película ya elaboradas y partes que eran apenas bocetos a mano alzada, en blanco y negro, se me soltaron las lágrimas de la emoción”, relató en esta entrevista.
Para usted, ¿qué es Encanto?
Es una mezcla desmesurada de magia, donde no hay una demostración científica de algo. Es un producto creativo, donde el arte, que no pretende ser veraz, muestra ficción en un contexto que capta la esencia de Colombia. Se habla de la particularidad de nuestra cultura, sin ser muy tieso ni riguroso con los detalles.
Me sorprendió, porque nosotros nunca les dijimos cómo debería ser la casa, sino que les mostramos nuestra arquitectura con imágenes, ejemplos de lugares y construcciones colombianas y ellos hicieron su síntesis; un lugar con alma. Esa esquina de América que tiene unas condiciones muy especiales.
¿Por qué los eligieron?
Por nuestra experiencia en arquitectura vernácula. Es la arquitectura mal llamada ‘sin arquitectos’, porque es aquella que se hace según el sitio, con los recursos propios del lugar, esa es su impronta.
Yolanda Lomeli, una colega y amiga, es cercana a Ian Gooding, productor de diseño de Disney. En un viaje que hicimos antes de la pandemia a Santander, Boyacá y Cundinamarca, me comentó que ellos —Disney— buscaban una asesoría en arquitectura sobre Colombia. Enviamos nuestra hoja de vida, un perfil, libros y artículos.Creo que se animaron a llamarnos porque somos una oficina de socios/familia/académicos. Martín, mi hijo; María Inés, mi esposa, y yo, hemos combinado la actividad privada de diseño y construcción de proyectos con actividad académica. María Inés es profesora de La Universidad de la Salle; Martín, de La Javeriana y yo, de Los Andes.
¿Qué papel jugaron en la producción de la película?
Un día nos llamaron de Disney y nos dijeron: ustedes serán los asesores de escenarios arquitectónicos de la nueva película de Disney sobre Colombia. No nos dieron el argumento, ni mucho menos; en eso fueron bastante reservados, teníamos una cláusula de confidencialidad y apenas hace poquito les pudimos contar a nuestros amigos que estábamos en ese trabajo.
De ahí en adelante empezaron una serie de conversaciones muy fluidas y al mismo tiempo muy serias. Discutíamos temas muy precisos, pero muy informales.
¿Cómo trabajaban?
Hacíamos unas mesas de trabajo, obviamente virtuales por la pandemia, en las que nos reuníamos de 10 a 15 personas; evidentemente cada uno de ellos con un rol muy específico en la película. Nos mandaban previamente unas preguntas base para resolver durante la reunión. Así trabajamos durante el 2020 y 2021.
Era un grupo muy interesante, con mucha informalidad. Había personas muy jóvenes, también mayores, de razas muy distintas. Cada uno con su cuaderno o iPad en el que hacían anotaciones. De pronto sacaban una pregunta específica de su tema. Era un equipo trabajando en conjunto, cada uno en su parte, como armando un rompecabezas.

¿Dónde está la casa de Encanto?
Claramente en Salento; también puede estar en Montenegro, en Jardín o en Jericó. En todos los pueblos de esta zona de la colonización antioqueña que son de ladera, donde se fundaron grupos de familias que abrieron país y que generaron una cultura de mucha laboriosidad, donde el patriarca o matriarca es la cabeza visible y todo el mundo trabaja en equipo.
¿Qué sabían de Colombia?
Eran personas muy ilustradas, no estábamos enseñándoles Colombia. Conversamos bastante de las flores, tema muy fuerte en la película. Del color, de la variedad de aves. Son casas en las que cruza el aire y eso es lo que les da la magia y encanto.
Sabían bastante de Colombia, tenían referentes de Cien años de soledad, de las mariposas amarillas de Gabo, de la diversidad de aves, de la fauna y la flora, o referentes de los paisajes y las regiones.
La casa de Encanto no es el levantamiento preciso de una casa, es más bien un organismo que crece y decrece y respira, se mueve; los pisos juegan y las paredes se agrietan. Ahí hay una alegoría, creo que lo que la hace más poética, es una casa viva.
¿Hablaron de los problemas del país?
Una parte muy conmovedora de la película tiene que ver con población desplazada; de eso hablamos bastante, del desplazamiento interno. Familias que tienen que refundar su vida en otra parte porque fueron expulsadas y el papel de la mujer, tan importante.
Nuestra función no era hablar de problemas sociales ni políticos del país. Pero sí de cómo se ha construido el paisaje con estos reasentamientos de poblaciones que van abriendo la frontera y que han configurado la cultura profunda. En ella, la casa es el símbolo de que aquí llegué y estoy armando una vida más allá de mí mismo; la de las generaciones que vienen.
No hubo una pregunta sobre la violencia, se trataba de mostrarle al mundo que Colombia no es eso. Sino que es más: el café, el Caribe, su cultura diversa, la biodiversidad, el paisaje, la convivencia con lo vegetal y lo animal.
La arborización y la arquitectura son un matrimonio. ¿Con las limitantes de la virtualidad, cómo le mostraron esa biodiversidad colombiana al equipo Disney?
Hablamos de las especies principales, de la frondosidad y exuberancia de la vegetación, de los guaduales, de las barreras verdes que hacen que haya distintos ambientes de paisaje.
También conversamos mucho de que la casa tiene su patio interior, que es un espacio completamente doméstico, acompañado de un solar exterior donde puede haber animales de corral, frutales o hierbas; es como un paisaje de fondo y un paisaje de la montaña.
Discutimos sobre lo importante que esto es en una casa del Eje Cafetero, donde por ejemplo, se pone un platico con agua y con un banano para que los pájaros lleguen, piquen y tomen; para que entren a la casa, vuelen y salgan.
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El físico que ayudó a descubrir una cuasipartícula evasiva
El físico colombiano que ayudó a descubrir una cuasipartícula evasiva

Un físico colombiano participó en el descubrimiento de una cuasipartícula teorizada hace 50 años, pero esquiva para los científicos durante todo ese tiempo. Con este avance, damos un paso más para entender cómo interactúan los componentes de la materia y, de paso, la naturaleza y el universo.
Por: César Orozco Carrillo
Cursaba primero de primaria cuando Carlos Arturo Ávila, un físico de partículas que ha centrado sus investigaciones en entender los componentes fundamentales de la materia, descubrió su amor por resolver problemas matemáticos. Tenía 7 años y, desde entonces, superar desafíos difíciles se convertiría en una de sus pasiones, junto a la enseñanza.
Es el quinto de seis hermanos, pero fue el primero en acceder a la educación superior. “Mi papá era, básicamente, un obrero en la empresa donde trabajaba, por lo que no pensábamos que él ni ningún otro familiar nos pudiera pagar los estudios. Mis hermanos mayores terminaron el colegio y tuvieron que salir a trabajar. En ese sentido, yo, siendo el quinto, era afortunado porque podía pensar en estudiar; mis opciones eran ingresar a una universidad pública”, recuerda.
En segundo de primaria presentó un examen en la empresa de su padre, gracias al cual decidieron becarlo en el colegio que escogiera. Al terminar el bachillerato, y al ver que sus notas siempre fueron buenas, extendieron la oferta a cualquier universidad y carrera profesional. Esta oportunidad y su dedicación lo llevarían, años después, a trabajar en experimentos con protones y antiprotones, uno de los cuales lo conduciría a participar en el descubrimiento de Odderon, una cuasipartícula buscada por los científicos por casi 50 años.
Desde el principio supo que quería estudiar Física, pero era consciente de que debía aportar en su casa. Optó por Ingeniería Eléctrica, una carrera para aprovechar sus facilidades para las matemáticas y que le podría incrementar las opciones de encontrar trabajo.
“Ese fue un excelente matrimonio: el de las dos carreras. Desde que empecé a hacer mi tesis de pregrado en Física, siempre he trabajado en la parte de hardware: en la construcción de montajes para hacer la toma de datos, con tarjetas electrónicas y sistema de gestión. Además, mi formación en ingeniería me ha servido para querer buscar cómo esa investigación básica que hacemos puede tener aplicaciones interdisciplinarias. Me ayuda a aterrizar mejor las ideas”, reflexiona Ávila, quien se desempeña desde hace más de 20 años como profesor de Física en su alma mater.
Para la tesis de pregrado viajó al Laboratorio Nacional Fermi en EE. UU., más conocido como Fermilab. De allí pasó por una maestría en la Universidad de Massachusetts y un doctorado en la Universidad de Cornell. Toda su investigación ha girado alrededor de la física de partículas (el estudio de los componentes fundamentales de la naturaleza y de toda la materia), gracias a la influencia de sus profesores Rolando Roldán y Bernardo Gómez, que lo ayudaron a encarrilarse por ese camino. “Mi interés es entender cómo se comporta la naturaleza, mirándola desde un punto de vista microscópico”.
Más adelante llegaría la investigación en uno de los colisionadores de partículas de Fermilab que serviría para confirmar la existencia de Odderon.
Protones, antiprotones, gluones y quarks
Desde hace 200 años se sabía que la materia estaba compuesta por átomos, aunque se pensaba que estos eran la partícula más pequeña e indivisible que existía. Ahora, por el contrario, sabemos que los átomos están compuestos por unas partículas aún más pequeñas: los protones y los neutrones —que constituyen su núcleo— y los electrones —que giran alrededor de estos últimos—. Pero, además, sabemos sobre la existencia de la antimateria, compuesta por antiprotones, antielectrones y antineutrones.
Los protones, a su vez, están compuestos por gluones y quarks. Los primeros son los responsables de la Fuerza Fuerte (o fuerza nuclear) —tan poderosa que es capaz de contrarrestar la fuerza electromagnética que hace que dos partículas con la misma carga eléctrica tiendan a repelerse—. En otras palabras, son los encargados de mantener unidos dentro del núcleo atómico a varios protones. De allí que su nombre provenga de glue, que significa pegamento en inglés.
Los quarks, por su parte, dictan las características de las partículas que componen y también hacen parte de los neutrones.
Este conocimiento se ha conseguido, en parte, gracias a los experimentos de los colisionadores de partículas, que recrean las condiciones en que se originó el universo (bigbang). Cuando dos protones se encuentran a muy altas energías, se produce uno de dos resultados: se fragmentan o desvían su trayectoria. En el primer caso, que ocurre la mayoría de las veces, estos se dividen en nuevas partículas (una colisión inelástica).
Por el contrario, en un 25 % de veces, los protones permanecen intactos y conservan su misma energía inicial, pero cambian la dirección de movimiento (colisión elástica). En esta ocasión, las investigaciones están encaminadas a comprender cómo y por qué no se fragmentan. Una de las explicaciones teóricas apunta a que se debe a un intercambio de gluones en el momento de la interacción.
“Investigar es muy importante, pero poder transmitir lo que sabemos para que nuevas generaciones hagan avanzar la frontera del conocimiento más allá de lo que uno entiende es de lo más gratificante para mí”.
Carlos Ávila, director del Laboratorio de Altas Energías de la Universidad de los Andes.
En busca de una cuasipartícula evasiva
Pero volvamos Ávila y Odderon.
En 1973, los físicos Leszek Łukaszuk y Basarab Nicolescu teorizaron la existencia de una cuasipartícula —partícula con un tiempo de vida instantáneo que no puede ser medida experimentalmente— compuesta por un número impar de gluones (llamada Odderon), que se intercambiaba de manera instantánea entre los protones cuando ocurre una colisión.
Para entonces ya se sabía que en esas colisiones intervenía la fuerza electromagnética, con un intercambio de fotones. También que, por la fuerza fuerte, podían intercambiar una cuasipartícula compuesta por un número par de gluones (llamada Pomerón). Sin embargo, de acuerdo con Ávila, para encontrar a Odderon sería necesario comparar las colisiones protón-protón y protón-antiprotón para buscar alguna diferencia.
Precisamente, a principios del siglo XXI, el físico colombiano trabajó en el experimento protón-antiprotón DZero en Tevatron —un acelerador de partículas que funcionó entre 1987 y 2011 en Fermilab—. Allí lideró el equipo técnico que debía construir las herramientas capaces de recibir la información producida en el acelerador de partículas y traducirla a datos en computador que pudieran ser analizados con posterioridad. También lideró el análisis de los datos y la publicación científica de 2012, en la cual aseguraban que en los futuros experimentos del CERN se podrían encontrar las diferencias buscadas.
Media década después, el físico francés Christophe Royon contactó a Ávila, su antiguo colega de distintos experimentos, para hallar la manera de unir los resultados del experimento TOTEM —en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del CERN en Suiza— y los del DZero.
Ávila fue el encargado de guiar al equipo que intentaría recuperar la información de Dzero, por haber liderado la publicación con antiprotones —el último experimento realizado en este campo por sus grandes costos—. Como el antiguo experimento fue adelantado a una menor energía y en un acelerador distinto, los datos no coincidían, por lo cual era necesario traducirlo a un lenguaje que pudiera ser comparado con los resultados de TOTEM.
Cuando intentaron recuperar la información, encontraron que el software utilizado una década atrás ya no funcionaba, por lo que el primer paso fue crear uno nuevo.
Royon le explicó a la revista Symmetry que tardaron un año y muchos cruces de información en encontrar ese lenguaje común. Al final, estadísticamente pudieron asegurarle al mundo que habían encontrado a Odderon.
En otras palabras, nos acerca un poco más a comprender cómo funcionan e interactúan entre sí los componentes de la materia que están presentes en la naturaleza y en el universo, aunque, por ahora, los resultados no sean tangibles, asegura Ávila.
“En la historia de la física, la utilidad de los descubrimientos no es entendida de forma inmediata. Pasó con el electrón, se sabía que era interesante porque podía ayudar a entender ese mundo microscópico, pero nadie tenía claro que, décadas después, iba a implicar una revolución tecnológica como la que hoy día estamos viviendo. Sabemos que estos avances sirven para conocer mejor la naturaleza, lo que puede tener futuras implicaciones tecnológicas que hoy día ni siquiera podríamos imaginar”, concluye.
Detectores de fotones contra el cáncer

Las herramientas desarrolladas por Carlos Ávila y sus equipos ahora están siendo utilizadas de forma experimental en las mamografías, gracias un trabajo interdisciplinario con profesores de medicina.
En pocas palabras, los detectores utilizados en los experimentos con protones ahora son usados para obtener más información de la energía de los fotones y una mejora en el contraste: las imágenes pueden proveer más detalles de las características de las microcalcificaciones que sirven de indicadores sobre posibles lesiones cancerígenas en tejido mamario, lo que facilita el diagnóstico médico.
Sin embargo, deben implementar una mejora técnica para aumentar el flujo de fotones recibidos, ya que las tomas mamográficas deben ocurrir de forma casi inmediata para que los movimientos del paciente no alteren la calidad de la imagen.
La urbanización está influyendo en la evolución de las especies
La urbanización está influyendo en la evolución de las especies
El análisis de un insecticida natural que producen los tréboles les permitió a los científicos observar la evolución, en tiempo real, de estas plantas, omnipresentes en casi todo el planeta. El estudio, en el que participaron tres investigadores de Uniandes, fue la portada de la revista Science.
Quién no ha buscado, durante un soleado día de campo o una excursión en medio de la naturaleza, un trébol de cuatro hojas, universalmente reconocidos como preciados amuletos para la buena fortuna. Aunque no hay una explicación certera sobre esta peculiaridad en los tréboles, una de las posibilidades que contemplan los científicos es que esta cuarta hoja (también conocida como foliolo) sea el resultado de una mutación genética, responsable, incluso, de la existencia de tréboles de cinco o más hojas.
De hecho, el libro de los Récord Guinness cuenta en sus registros con una planta de increíbles 56 foliolos. Sin embargo, hasta donde se sabe, un número mayor de hojas extra no representa ninguna ventaja para los tréboles.
Durante varios meses, científicos de todo el mundo emprendieron la que puede ser la mayor búsqueda de tréboles de la que se tienen registros: alrededor de 200 investigadores de prestigiosos centros e institutos se dieron a la tarea de buscar tréboles en 160 ciudades, en los cinco continentes.
Pero ellos no buscaban plantas de cuatro hojas. En cambio, estaban interesados en otra alteración genética que sí les resulta ventajosa a los tréboles desde el punto de vista evolutivo: la capacidad de producir cianuro de hidrógeno, una sustancia química que los protege del ataque de diferentes insectos depredadores y, también, les ayuda a sobrellevar las sequías.
Pero, como los foliolos adicionales, la presencia del cianuro de hidrógeno en los tréboles también resulta, de cierta manera, enigmática para los científicos, pues no todas las plantas la producen y, al parecer, su presencia está estrechamente relacionada con la ubicación de las poblaciones, bien sea en zonas rurales o urbanas.

Así lo explica Andrew J. Crawford, profesor asociado del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de los Andes, en Bogotá (Colombia), y quien aparece, junto con sus estudiantes de maestría Melissa Hernández y Érika Rodríguez, en el listado de 183 autores de un estudio que acaba de ser publicado por la revista Science, sobre la relación evolutiva entre el cianuro de hidrógeno y la localización de los tréboles. La investigación, liberada en el Día de San Patricio, fue la portada de la prestigiosa publicación.
“Gracias a investigaciones previas sabemos que algunos tréboles cuentan con la adaptación para producir cianuro de hidrógeno, que les permite resistir los ataques de insectos e, incluso, las sequías; nuestro objetivo con este estudio era determinar si dicha adaptación es una respuesta de los tréboles a las condiciones del lugar en el que están ubicados, para entender si la evolución en estas plantas está ocurriendo en tiempo real, a medida que las zonas urbanas van creciendo”, explica Crawford.
“Esta adaptación -continúa el experto- es producto de la presencia de dos genes, y tenerla resulta beneficioso cuando hay insectos ‘vegetarianos’ alrededor. Pero cuando no hay depredadores, producir cianuro de hidrógeno representa una pérdida de esfuerzo energético. Lo interesante de este experimento era poder ver si, a medida que empiezan a crecer en zonas urbanas, y hay menos amenazas de insectos, los tréboles dejaban de producir el cianuro de hidrógeno, para, de esta manera, ahorrar esfuerzos energéticos.”
Cazando tréboles
Liderados por Marc Johnson, profesor titular del Departamento de Ecología Evolutiva de la Universidad de Montreal (Canadá), el numeroso equipo científico emprendió su cruzada global para buscar tréboles de la especie Trifolium repens, omnipresentes en casi todo el planeta. La idea era tomar muestras que dieran cuenta de la transición de las zonas urbanas a las rurales.
Así, por ejemplo, en Bogotá, el profesor Crawford, Hernández, Rodríguez y otros estudiantes recorrieron un camino de casi 30 kilómetros que iba desde el centro de la capital hasta la zona occidental de la calle 80. En total, hicieron 40 paradas, separadas por alrededor 700 metros, en las que recogieron 20 muestras con, al menos, tres tréboles en cada una ellas. De esta manera se aseguraban una mayor diversidad genética entre las muestras recolectadas.

Este mismo ejercicio los científicos lo repitieron en 34 ciudades de Europa, 94 de América del Norte, trece de América del Sur, diez de Asia, ocho de Oceanía y una de África. Allí, los investigadores procesaron las muestras, y luego las enviaron a Canadá para su posterior análisis. Al final, la colección total de plantas fue de más de 6.000 poblaciones de tréboles, a algunos de los cuales les secuenciaron el genoma.
Los investigadores llegaron a conclusiones sorprendentes. Crawford indica que, tal como lo previeron, por lo general, las plantas de zonas rurales mostraban una mayor probabilidad de producir cianuro de hidrógeno, mientras que las poblaciones que están en la ciudad casi no tenían esta particularidad.
“Encontramos que factores ambientales como la humedad y la temperatura se relacionan directamente con la presencia del compuesto químico; así, en el campo, donde hay una mayor tasa de evaporación y temperaturas más frías, los tréboles producían el cianuro de hidrógeno en mayores cantidades, a diferencia de las ciudades, donde ocurría lo contrario”, asegura Crawford.
Por su parte, la bióloga Hernández agrega que esta adaptación se vio reflejada, desde el plano genético, en una mayor expresión de los genes involucrados en la producción del cianuro de hidrógeno: “vimos cómo a los tréboles que no lo producían les faltaba un pedazo de la información genética, relacionada con esta misma adaptación”, señala.
“El hecho de que les faltara justamente la porción de la información genética necesaria para codificar cianuro de hidrógeno nos da claras luces de que evolucionaron para no segregar este repelente. Esta es una evidencia, además, de que la evolución no es casual, sino que es un proceso que puede seguir patrones, independientemente de la localización geográfica”, asevera Hernández.
“Para ponerlo en perspectiva humana: una generación humana dura unos veinte años; así, en dos generaciones humanas ocurren unas cien generaciones de tréboles y, en ese tiempo, en el que se puede notar claramente la transformación de un área rural en una urbana, los tréboles evolucionaron drásticamente para adaptarse a su nuevo ‘hábitat citadino’”, añade la bióloga.

En este sentido, y de acuerdo con James S. Santangelo, candidato a PhD de la U. de Toronto, y también autor del estudio, uno de los hallazgos más poderosos del estudio es que “la urbanización está impulsando entornos similares en ciudades de todo el mundo”.
“Esto significa que dos ciudades en los extremos opuestos del mundo son más similares entre sí que cada ciudad con su propio hábitat no urbano circundante”, dice Santangelo, quien agrega que se espera que esta ‘convergencia ambiental’ conduzca a respuestas evolutivas similares en las especies.
A la pregunta sobre si este estudio puede ser aplicable para entender cómo la urbanización puede influir en los procesos evolutivos de otras especies, tanto vegetales como animales, Santangelo responde que, si bien algunos de los métodos específicos que usaron solo serían aplicables en un número limitado de sistemas, como las plantas que producen cianuro de hidrógeno, el enfoque más general de examinar el cambio evolutivo en varias ciudades del mundo ciertamente sería aplicable.
“Muchas especies, por ejemplo, ratas, ratones, palomas, se han asociado con ciudades de todo el mundo, y existe una pregunta general en el campo de la ecología evolutiva urbana sobre si se están adaptando de manera similar en diferentes centros humanos. Es importante comprender si las ciudades independientes impulsan el cambio evolutivo de manera similar, para predecir cómo el cambio ambiental asociado con la urbanización podría afectar la biodiversidad”, dice.
Y al ser consultado si después de revisar tantos tréboles de todo el mundo encontraron alguno de cuatro hojas, Santangelo responde, en medio de risas, que “definitivamente”: “En mi propia colección, en el este de América del Norte, incluso, encontré tréboles de cinco, seis y hasta 7 hojas”, apunta.