¿Pobreza y salud mental, un círculo irrompible?

¿Pobreza y salud mental, un círculo irrompible?

 

Foto salud mental
Ilustración: Luisa Fernanda Negrete

Los jóvenes de hogares en pobreza tienen un 25 % más de posibilidades de presentar síntomas depresivos. Las transferencias económicas podrían estar teniendo un efecto leve sobre la salud mental ¿Qué hace falta?

Por Lina Fernanda Sánchez Alvarado

“Va y me dice la profesora si no te puedes conectar no es mi problema. O estudias o trabajas. No había luz, no había baño, nada. Nosotros vinimos a tener baño, dos años después. Era muy difícil tener esas necesidades, entonces íbamos donde el vecino, por ejemplo”, así cuenta Erick García las dificultades que enfrentaban en su casa, en el barrio Los Libertadores, en Bogotá. En vacaciones, Erick cuenta que su mamá optaba por levantarlos tarde y así tipo 4, 5 de la tarde les daba la única comida del día porque no alcanzaba para más. “Era algo así como un almuerzo comida y un desayuno del otro día, a la vez. A eso nos acostumbramos”, narra. Los trapos rojos en las ventanas de las casas en Colombia, durante el confinamiento, confirmaron que, como Erick y su familia, unos 2,4 millones de hogares se alimentan con menos de tres porciones diarias.

Lo cierto es que sus condiciones de vida lo alejaban de sus sueños de estudiar y trabajar para alguna organización social. A esto se sumó la muerte de su mamá, que lo hizo sentir que perdía un gran apoyo. La vida de Erick tuvo un pequeño empujón, según sus palabras, pues se convirtió en un beneficiario de un programa de transferencias económicas para poder estudiar (Jóvenes en Acción): “Con esos primeros pesos pude comprar un mercado, luego un pantalón y una camisa. A veces solo alcanza para el transporte, pero también de vez en cuando para poder almorzar en la universidad con tranquilidad- cuenta-. En algunos momentos digo que soy fuerte y que no necesito un psicólogo, pero la verdad es que sí”.

Y es que el 12 % de jóvenes en Colombia presenta algún tipo de trastorno de salud mental y un 52,9 % ha tenido síntomas ansiosos según la última Encuesta Nacional de Salud Mental (2015), del Ministerio de Salud. La situación es aún más preocupante cuando los jóvenes viven en situación de pobreza, pues tienen un 25 % más de probabilidades de vivir este tipo de síntomas o enfermedades.

Philipp Hessel, doctor en Demografía de la Escuela de Economía de Londres, afirma que hay un ciclo vicioso entre la pobreza y la salud mental. Un efecto negativo que empieza a tener una primera incidencia en la adolescencia con temas como la depresión y la ansiedad. Chances 6, una investigación de la que hace parte Hessel, evalúa vías para romper con este ciclo y el impacto de las transferencias económicas en esta tarea, en 6 diferentes países del mundo con ingresos medios y bajos (México, Liberia, Malawi, Colombia, Brasil y Sudáfrica).

La investigación considera que la pobreza debe verse más allá de los ingresos: la falta de acceso a la educación o salud son también factores que marcan las condiciones de vida. En Colombia y en Sudáfrica, por ejemplo, no poder estudiar es un factor de riesgo alto para la salud mental de los jóvenes.

La región andina (Perú, Colombia y Ecuador) es el área del mundo con mayores niveles de ansiedad. Las causas, en el país, pueden estar vinculadas con la exposición a la violencia, desplazamiento y robos. Hessel, investigador y profesor de la Universidad de los Andes, explica que la pobreza y la escasez generan estrés, además que no poder terminar el colegio o no encontrar trabajo impacta la oportunidad de vida de las personas y sus conductas: son factores de riesgo para la violencia, el consumo de drogas y traen efectos no solo para las personas en particular, sino todo su contexto social.

 

 

No basta solo “con una patadita de la buena suerte”

En un parque de Bogotá, Pilar Sanabria, beneficiaria de Familias en Acción, otro programa de transferencias económicas, cuenta que un día no aguantó más y tuvo que elegir entre estudiar o trabajar. Entre lágrimas dice que sufrió una parálisis en su cuerpo, que empezó a tener altos niveles de ansiedad y eso se mezcló con la sensación de estar sola en el proceso. “Ahí me di cuenta que cuando tienes salud mental puedes hacer cosas, pero cuando tienes un caos en tu cabeza, un caos en la sociedad y en la familia es muy difícil progresar”, añade esta joven.En el mundo, la mayoría de países de bajos y medios ingresos tienen transferencias monetarias. ¿Son entonces estos programas efectivos para romper el círculo entre pobreza y salud mental? A través de Chances 6, los investigadores han corroborado que estas iniciativas nunca fueron diseñadas para mejorar la salud mental, sino para aliviar la pobreza o invertir en el capital humano. No obstante, en Colombia estos programas muestran algo de efecto positivo sobre la salud mental.

En Familias en Acción, por ejemplo, los hogares reciben dinero si sus hijos menores de 18 años asisten al colegio. Y son estos jóvenes quienes muestran comportamientos y conductas más positivas en sus relaciones con padres, madres y otras personas, frente a jóvenes que no hacen parte del programa. “Si estás en el colegio interactúas, participas, te asocias, aprendes a controlar impulsos, lo cual trae efectos positivos”, explican los investigadores. Estas transferencias también tienen consecuencias sobre la brecha de aspiraciones educativas de los jóvenes.

Erick García asegura, mientras alza y acaricia a su gato, que hoy ve más cerca esa idea de trabajar en una organización, para hablar con la gente y ayudarla. Incluso dice que si hiciera un esfuerzo podría intentar pagar un psicólogo. Y es que, aunque estos programas no tengan efectos negativos sobre la salud mental, si pueden aliviar el estrés, permitiéndoles acceder a comprar comida, materiales para el colegio o universidad. Sin embargo, esto no aumenta el acceso a tratamientos y “con comida no se cura la depresión ni la ansiedad”, dice uno de los investigadores.

Sanabria quien no es solo beneficiaria de estos programas, sino psicóloga en formación, añade que la salud mental es vital en la formación de cualquier persona. De hecho, a largo plazo le gustaría implementar un proyecto donde se atendiera este aspecto y no como pasa hoy con las Entidades Promotoras de Salud (EPS) que lo hacen, según su punto de vista, de forma precaria: “Todas las personas deberían recibir atención sin importar la estabilidad económica con la que cuenten”.

García y Sanabria coinciden en lo que afirman los investigadores: las transferencias monetarias no son un medicamento que va a solucionar los problemas de salud mental. Las políticas sociales se siguen ejecutando de forma independiente de las políticas de salud, lo que significa una pérdida muy grande para el país. De ahí que los investigadores trabajen hoy en conjunto con el Gobierno Nacional en una intervención específica para el programa Jóvenes en Acción: una iniciativa de la que también hacen parte los beneficiarios y que espera resultados a largo plazo en la vida de los más vulnerables.

Las transferencias son importantes, pero no suficientes: No basta solo, como dice el joven García, con una “patadita de la buena suerte”. El investigador Mauricio Avendaño, del King´s College of London, explica que la adolescencia es un periodo importante en el desarrollo individual, emocional e intelectual y es importante atender los síntomas que se puedan presentar pues el 75 % de los trastornos mentales surgen antes de los 15 años y la mitad de estos nunca se identifica ni se trata.

 

 

Recomendaciones de Chances 6:

    1. Priorización: Los programas de transferencias monetarias deberían priorizarse para aquellos jóvenes que tienen riesgos más altos de desarrollar condiciones de salud mental.
    2. Acceso: Se deberían aprovechar los espacios de contacto con los beneficiarios para ofrecer servicios de apoyo a salud mental a quienes reciben subsidios.
    3. Evaluación de impacto: Incluir este componente para optimizar el sistema para los jóvenes y la sociedad.
    4. Uso de datos: La información sobre impactos en la salud mental es clave en la toma de decisiones. Por ejemplo, la irregularidad en los pagos puede conducir a un aumento de estrés en los jóvenes y la larga duración de pagos del beneficio puede reducir la depresión.

     


Vestirse para cambiar el mundo

Vestirse para cambiar el mundo

Foto: AFP
Pañuelos verdes, buzos con capota, gorros rosa con orejas, ‘jeans levantacola’, turbantes… vestirse, además de un acto que trasluce la personalidad, es una expresión social, cultural y política e identifica momentos, identidades o luchas. Una mirada al significado profundo de cinco prendas.
Por Lina Fernanda Sánchez Alvarado

LOS PAÑUELOS VERDES

Aborto legal para no morir

El pañuelo verde es el símbolo de los esfuerzos por el derecho al aborto legal bajo la consigna “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.Nació en Argentina en un encuentro anual de mujeres que se reúnen cada año para formarse y debatir sobre asuntos que les conciernen. María Alba Zito, socióloga, docente y feminista, dice que su uso se masificó tanto en ese país luego de la aprobación de la ley que hoy lo usan personas de todas las edades que se reconocen entre sí. Durante la pandemia, los pañuelos fueron colgados en las ventanas y rejas de las casas en todo el territorio.

Se inspiró en el pañuelo blanco que usaban las Madres de la Plaza de Mayo en su búsqueda por la verdad sobre el paradero de sus hijos y nietos, desaparecidos durante la dictadura.

“Ese pañuelo va adonde voy siempre”, cuenta Zito sobre esta prenda que se ha convertido en un símbolo de la lucha feminista en América Latina.

Foto: AFP

 

LAS CAPUCHAS CHILENAS

“Reivindicar la rabia que una siente por dentro”

Esta es una de las razones que explican el uso de gorros que cubren completamente la cabeza y que caracterizaron a los grupos de feministas jóvenes en las calles de Santiago de Chile durante las revueltas de 2019. “La capucha es la manifestación de todas y cada una de nosotras, quienes tanto física como ideológicamente vivimos en un territorio de resistencia”, cuentan las mujeres en sus manifiestos.

El medio de comunicación Vice en español explica que el uso de capuchas, que se volvió sistemático en los años 80 por agrupaciones de izquierda enfrentadas a la dictadura, hoy es una forma de ocultar la identidad, evitar la persecución policial y aplacar el efecto de los gases lacrimógenos durante las protestas. “Queremos que nos vean, que nos escuchen”, cuentan las mujeres; por eso esta capucha, además de huecos para los ojos y la boca, tiene lentejuelas, pompones, trenzas y accesorios que cada mujer construye desde su identidad.

Foto: AFP

Pauta de AFP

LOS TURBANTES Y EL PELO AFRO

Los turbantes, símbolo de identidad para las mujeres negras

Esto, luego de que durante la colonia fueron usados como elementos de opresión. Angélica Balanta, Miss Balanta, cuenta que cuando los esclavizadores notaron que las mujeres trazaban rutas de escape a través de las trenzas, las obligaron a tapar sus cabezas. El boom del pelo afro en los años 60, en Estados Unidos, empezó a transformar el significado del turbante. Hoy Miss Balanta asegura que se ha convertido en un símbolo de resistencia y lucha.

La cartagenera Cirle Tatis ha empezado a resignificar el pelo afro con su proyecto ‘Pelo bueno’. “Alisarte era un ticket para entrar a muchos escenarios. La discriminación no es por etnia, es por raza y va ligada a lo fenotípico”, cuenta a la revista Garbos.

Cirle relata que pasó de “blanquearse” a reconocerse como una mujer negra y a reivindicar la estética afro. “La moda puede ser la llave de acceso al alma y donde debe germinar la simiente de una conciencia racial crítica”.

Foto: AFP

EL ‘HOODIE’ Y EL ‘PUSSY HAT’

Las vidas de las personas negras importan

“No soy peligroso” era el mensaje de las marchas en Estados Unidos tras el asesinato de Trayvon Martin, en Florida (2012), a manos de un policía. Los manifestantes vestían buzos de capota como una manera de oponerse a la connotación de crimen que pareciera dársele al buzo o ‘hoodie’ en ese país.

El ‘hoodie’ se convirtió entonces en una prenda que representa al movimiento Black Lives Matters (Las vidas de las personas negras importan) y busca ser una voz de reclamo en una nación que aún es atravesada por el racismo.

Luego de la elección de Donald Trump como presidente, una ola de gorros rosa invadió las calles de Estados Unidos. Gorros que se conocen como ‘pussy hat’, en respuesta a las grabaciones que se difundieron durante la campaña y en las que usaba la frase “Agarrarlas por la vagina” para referirse a las mujeres. El ‘pussy hat’ se convirtió en el símbolo de la Marcha de las Mujeres.

Foto: AFP

EL JEAN LEVANTACOLA

De gustos y disgustos

“Más allá de Johana Ortiz o Tcherassi, el verdadero éxito de la moda colombiana en el mundo, la prenda nacional más importante es el jean levantacola”, publicó en su twitter @dianalunareja, la creadora de El Podcast de Moda. De acuerdo con la escritora e historiadora Vanessa Rosales, esta indumentaria también conocida como el ‘jean symbol’ es un objeto que “materializa cómo entendemos la clase en Colombia”, ya que es una prenda que, a pesar de ser un producto de exportación, se relaciona con las clases populares y se califica como de “mal gusto”.

Este pantalón ahora hará parte del mercado angloparlante, luego de la colección que lanzó la cantautora colomboestadounidense Kali Uchis. Rosales explica que la moda puede contener un sistema de ideales que legitima o no lo estético y se pregunta si tras la entrada de este objeto al mercado estadounidense, la prenda tendrá una nueva resignificación. “¿Estarán las élites dispuestas también a usar esta prenda que se ha tildado de popular?”, se pregunta.

Foto: Felipe Cazares

Fuentes:

Laura Beltrán-Rubio, Facultad de Arquitectura y Diseño - Universidad de los Andes
Vanessa Rosales, escritora especializada en historia y teoría del estilo y la moda
María Alba Zito, socióloga de la Universidad de Buenos Aires (UBA)
Luz Lancheros, periodista de moda de Metro World News


Crisis social

Las salidas a la crisis social en Colombia

Cuando 5.000 colombianos se sentaron a arreglar el país

Foto crisis social
Foto: Felipe Cazares

En medio de un país convulsionado por el estallido social durante 2021 nace ‘Tenemos Que Hablar, Colombia’, iniciativa que puso a dialogar vendedores informales, amas de casa, empresarios, campesinos, entre muchos otros, como una vía para buscar soluciones a los mayores problemas del país.

Claudia Ruiz, empresaria, y Carlos Suárez, lustrador de calzado, no se conocen. Incluso viven en ciudades diferentes: ella en Cali y él en Bogotá. No obstante, coinciden en que la corrupción es uno de los problemas más apremiantes del país. “Ha sido algo de toda la vida. Tengo 70 años y siempre, siempre, se escucha lo mismo”, llama la atención Carlos. La mujer complementa y dice que se ha normalizado dar comisiones, subirnos al bus sin pagar: “Es algo cultural”.

Ambos fueron protagonistas de una de cientos de conversaciones virtuales que se dieron en ‘Tenemos Que Hablar, Colombia’, una iniciativa que sentó a cerca de cinco mil personas a hacer lo que normalmente no se hace: dialogar. Una charla que se dio en medio de la búsqueda de soluciones, cuando el país vive uno de los estallidos sociales más difíciles de los últimos años.

Y es que precisamente durante 2021 las calles de muchas ciudades se convirtieron en el escenario central de este descontento. Al confinamiento y la pandemia se sumaron grupos de jóvenes que hacían oír su voz en el espacio público. La desesperanza se incrementaba y las salidas eran cada vez más confusas.

En vez de diálogo, los enfrentamientos entre manifestantes y la fuerza pública se convirtieron en el día a día. Uno de los detonantes fue la propuesta de reforma tributaria, que luego fue retirada por el Gobierno nacional. Además de otras problemáticas como las reformas pensional, laboral y educativa y el incumplimiento del acuerdo de paz con las Farc, que habían sido puestas sobre la mesa en las marchas del 21 de noviembre de 2019 y que igualmente se extendieron por varios días.

La crisis sanitaria por el COVID-19 también impactó a muchos colombianos que perdieron el empleo, dejaron de recibir ingresos e, incluso, colgaron banderas rojas en las ventanas de su casa en señal de que no había qué comer. Era como un reloj contra el tiempo en un país que pedía soluciones urgentes.

Empresariado, academia y diferentes organizaciones buscaron experiencias que permitieran escuchar la evidente pluralidad de voces en medio del paro nacional. Así nació ‘Tenemos Que Hablar, Colombia’, inspirada en el ejemplo de TQH, Chile, un país que venía de una situación similar, luego de las protestas en octubre de 2019.

Carlos Suárez, el lustrador de calzado que protagonizó una de las charlas de TQH, Colombia, contó que siempre son los poderosos hablando entre ellos y que esta vez se sintió contento al aportar su punto de vista: “El de la gente más humilde”, enfatiza. En esa misma ocasión, Alejandro Higuera, psicólogo y literato, destaca que estos ejercicios ponen en evidencia muchas voces que necesitan ser escuchadas.

Esta vez las cinco mil personas que, como se dice coloquialmente, se dedicaron a arreglar el país contaron con el respaldo de una plataforma diversa de organizaciones. Esta consolidó los resultados en un documento que será enviado a los candidatos presidenciales y que fue analizado por una mesa de expertos encargados de complementar las ideas.

“Tenemos unos problemas sociales sin solucionar y que se han arrastrado históricamente. Sin embargo, en medio de la inconformidad y la desconfianza hay también un deseo de mejora”, puntualiza Silvia Restrepo, vicerrectora de Investigación y Creación de la Universidad de los Andes.

 

TEMAS PARA ACTUAR

CORRUPCIÓN

No solo algunos son corruptos

La corrupción se concibe como un fenómeno social referido a frases populares como “hacerse el vivo”. De ahí que esta problemática no sea solo un asunto de las instituciones y por eso resulta clave repensar comportamientos arraigados que aumentan la desigualdad, agravan los problemas ambientales y reducen la confianza en el Estado.

 

En voz de los expertos

 

Juny Montoya, Centro de Ética Aplicada, Universidad de los Andes : “Es necesario entender que es un problema compartido. ¿Qué hacemos mientras los políticos deciden dar buen ejemplo? En nuestras acciones promovemos o no la corrupción: saltarnos una fila es, sin duda, alimentar el sistema corrupto”.

Pablo Sanabria, doctor en Administración y Políticas Públicas:

“Para combatir la corrupción:
1. Necesidad de políticas públicas que desde lo local enfrenten el problema.
2. Disminuir los trámites y facilitar la transparencia de los procesos.
3. Apoyar procesos de veeduría.
4. Revisar el rol de los entes de control”.

Andrés Hernández, director ejecutivo de Transparencia por Colombia: “Avanzar dependerá de cómo el país aborde retos históricos que facilitan la corrupción, pero también de nuestra capacidad para proteger los recursos públicos”.

EDUCACIÓN

Plan de choque para recuperar lo perdido

Acceso, calidad y gratuidad fueron tres de las preocupaciones expuestas por los participantes de ‘Tenemos Que Hablar, Colombia’ frente a la educación. Las voces coincidían en que era un asunto que, sin duda, necesita cambiarse o mejorarse. Además de ser una herramienta para transformar el comportamiento de las personas y cuidar el medio ambiente.

 

En voz de las expertas

Sandra García Jaramillo, profesora, Escuela de Gobierno (Universidad de los Andes):  “El reto que viene será recuperar y acelerar el aprendizaje que se detuvo por los cierres de colegios, identificar los riesgos y mitigar la deserción, además de recuperar a los estudiantes que se salieron del sistema educativo”.

Stephanie Majerowicz, doctora en Políticas Públicas de la Universidad de Harvard: “Se debe implementar un plan de choque enfocado en los estudiantes más vulnerables para recuperar el tiempo perdido. Apoyar a los docentes con estrategias para nivelar, también será clave”.

Noemí Durán Salvadó, doctora en Artes y Educación de la Universidad de Barcelona: “Hay que recuperar el conocimiento de las comunidades ancestrales y dar voz a la diversidad. La academia debe articular ideas que lleven procesos educativos sin brechas de desigualdad”.

POLÍTICA

Entre el escepticismo y la esperanza

Las voces piden con urgencia un cambio y una mejora en las reglas de juego de la política, porque en medio de la desconfianza y el profundo escepticismo, la ciudadanía aún reconoce que es a través de acciones provenientes de la política que se resuelven los problemas sociales.

 

En voz de los expertos

Oskar Nupia, doctor en economía“: Seguir trabajando en reducir la desigualdad —a través de un mejor sistema de impuestos y asignación del gasto público— ayudaría a recuperar la confianza entre las clases sociales”.

Observatorio de la Democracia - Universidad de los Andes: “La confianza será fundamental para que, una vez desaparezca el miedo a la COVID-19, se recupere la vida cívica y la participación democrática, para que los vecinos cuiden el uno del otro y para que se denuncie ante la policía a la delincuencia, que no para de crecer”.

Weildler Guerra, antropólogo: “La política parece no abarcar la complejidad de la sociedad, porque es vista solo a través de una dimensión (la mecánica electoral) que la empobrece. No basta una sociedad con individuos altamente capacitados, sino que es necesaria la búsqueda de factores emocionales que privilegien el diálogo”.

MEDIO AMBIENTE

Preocupa más a las nuevas generaciones

La protección del agua, de los páramos y de las fuentes hídricas fueron temas sobre los que llamaron la atención jóvenes, niños y adolescentes en TQH, Colombia, “El alcance de grupos armados y de las mafias dedicadas a acaparar tierras ha sido tal que ambientalistas y funcionarios han perdido la vida en manos de estos”, Juan Guillermo Zuluaga, gobernador del Meta a Radio Nacional.

 

En voz de las expertas

Sandra Vilardy, doctora en Ecología y Medio Ambiente: “Se debe reconocer la codependencia entre el bienestar de los colombianos y la persistencia de los Parques Nacionales y todas las áreas protegidas, que en el país de la megadiversidad deberían ser el eje de su modelo de sostenibilidad”.

Martha Rocío Ortiz, doctora en Ecología y Recursos Naturales: “Antes de pensar en reforestar deberíamos apostarle a la conservación de lo que ya tenemos. Las áreas del bosque natural deben separarse de animales como el ganado, porque estos hacen más difícil el proceso de regeneración”.

DESIGUALDAD

Colombia, uno de los países más desiguales

Sobre la mesa se puso de nuevo la desigualdad. Los países suelen sacar a relucir los resultados de crecimiento económico como una victoria, pero el verdadero desarrollo es que mejoren los más pobres y los más ricos, no unos más que otros.

 

En voz de los expertos

Andrés Ham, dr. en Economía Agrícola y Aplicada: “Las recomendaciones de la Misión de Empleo son una buena guía, desde las regulaciones antiguas, para un mercado laboral dinámico hasta considerar una protección social universal. Hay que sembrar semillas para construir vías duraderas de movilidad social”.

Banco Mundial: “Mejorar la progresividad del sistema tributario y reorientar las transferencias y subsidios a los más necesitados. Reducir el impacto de los choques climáticos sobre los más vulnerables. Promover mercados laborales más inclusivos”.

 

Los retos de los resultados de Tenemos Que Hablar Colombia:

María Victoria Llorente, directora ejecutiva - Fundación Ideas para la Paz: “TQH, Colombia se cumple de dos maneras: una que ya sucedió entre agosto y diciembre de 2021, en donde miles de personas de todos los rincones de Colombia pudieron intercambiar ideas sobre el país que quieren, gracias a los espacios de encuentro facilitados por las universidades promotoras. La otra manera es que efectivamente la agenda ciudadana que sale de estas conversaciones cale entre los actores de nuestro sistema político, y se constituya en marco de referencia ineludible para los próximos Congreso y Gobierno Nacional. Esto no es fácil y dependerá en buena medida de la capacidad de las universidades y organizaciones aliadas de transmitir de manera eficaz lo que los colombianos desean que se reforme, cambie o mantenga del país”.

 

Moisés Wasserman, exrector de la Universidad Nacional: “Hay muchísimas propuestas que surgieron en estas conversaciones y en muchos campos distintos de la actividad humana. Unas son de concreción relativamente rápida y posible, necesitan planes de acción realistas y una decisión política que las soporte. En el estudio que hacen sobre frecuencia con la que son nombrados problemas (y eso es un indicador de su importancia para la gente) predomina la palabra educación. Acá, por supuesto, confluyen una infinidad de problemas. Algunos de abordaje inmediato, otros de más largo término. Lo que sería esencial para su solución es decisión política y continuidad en los planes. Con eso la participación de los involucrados es esencial, y para educación prácticamente toda la sociedad está involucrada”.


Simón Uribe - Hombre trans

Hombres trans: La lucha por no perderlo todo

Actualidad y análisis

Hombres trans: la lucha por no perderlo todo

Por Lina Fernanda Sánchez Alvarado
lf.sancheza@uniandes.edu.co

En medio de la invisibilidad y la discriminación, hombres trans han unido sus voces para garantizar el acceso a la libreta militar y a la interrupción voluntaria del embarazo como parte esencial de una vida digna.

Él es Simón Uribe. Hay, dice mientras junta sus manos, mucha potencia y transformación en amarse y ser amado siendo una persona trans. “Es una herramienta para darle la vuelta a la incomprensión e injusticia que recibimos”.

Con firme convicción, Simón Uribe pronuncia en voz alta una de las frases que más sentido ha tenido en su vida. Cita a Susan Stryker, una activista, teórica y cineasta estadounidense con un papel fundamental en el desarrollo de los estudios trans en la academia: “Las personas trans perdemos mucho cuando hacemos el tránsito, pero nos ganamos a nosotros mismos”. Complementa diciendo: “Ganarnos a nosotros mismos es estar cómodos en la propia piel, sin que eso nos implique vivir con miedo”.

Sentado junto a Simón está Jhonnatan Espinosa, defensor de derechos humanos y activista transmasculino, que coincide con lo que acaba de señalar su hermano de lucha. Respira y agrega: “Ser un hombre trans en Colombia es un acto de resiliencia y resistencia”. Los hombres trans son personas que se identifican como hombres, pero fueron clasificados como mujeres al nacer. Un grupo históricamente discriminado que ha enfrentado un sinnúmero de vulneraciones a sus derechos.

“A pesar de que el país tiene un marco legal robusto con una Corte Constitucional que ha defendido y promovido los derechos de las personas trans, todavía existen muchos obstáculos”, concluye el documento Cartografía de derechos trans en Colombia, del Programa de Acción por la Igualdad y la Inclusión Social (PAIIS), de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes, el Aquelarre Trans y OutRight Action International.

Tomás Anzola, de la Fundación GAAT (Grupo de Acción y Apoyo a Personas con Experiencia de Vida Trans), asegura que con la invisibilidad viene la impunidad y el temor de salir a la calle pensando si lucen o no como la foto del documento, si el nombre coincidirá con el de la base de datos del policía de turno o si serán acusados de suplantación.

Libreta militar: una sin salida

“Hace 10 meses un compañero, que llevaba más de una década como contratista, hizo el cambio de sexo. Mientras eso pasaba se quedó cinco meses sin trabajo porque le exigían la libreta y, mientras tanto, ¿cómo sostenía a su familia?”, se pregunta Jhonnatan. Las cifras respaldan su preocupación: 5,3 % de los hombres trans cuentan con contrato laboral, según el informe de PAIIS. Por esa razón muchos se mueven en un círculo de extrema pobreza e informalidad.

Eso sucede porque, en Colombia, los varones necesitan la libreta militar para acceder a un empleo formal. Obtenerla es un callejón sin salida. Previo a solicitarla, se debe cambiar el sexo en los documentos de identidad, un procedimiento que podría costar entre 250.000 y 300.000 pesos y que no todos pueden pagar.

Desde GAAT, Tomás Anzola ha acompañado unos 250 procesos de cambio de sexo en los documentos. Solo 35 % fueron para hombres trans, los otros fueron para mujeres trans. Así, quedarían sin definir la situación militar quienes no pueden hacer el cambio en la cédula o prefieren mantener la (F) en el documento para protegerse de batidas de la Fuerza Pública.

En 2017, cuando se sancionó la Ley 1861, los hombres trans quedaron en un limbo jurídico, pues no fueron exonerados de prestar el servicio, lo que sí ocurrió con las mujeres trans. Eso explica por qué, por ejemplo, un hombre que hizo el cambio a los 30 años fue multado por ser considerado remiso desde los 18 años.

Dejusticia y los colectivos transmasculinos han recomendado al Ejército Nacional crear protocolos especiales para quienes quieran prestar el servicio, brindando condiciones dignas y seguras. Así también lo ordenó la Corte Constitucional en la Sentencia T-099 de 2015. La revista Puntos contactó al área de reclutamiento del Ejército Nacional para conocer si se han implementado algunos procedimientos, pero al cierre de la publicación no se había recibido respuesta.

Simón se ha negado a sacar su libreta militar porque dice que puede exponerse a ser patologizado, es decir, ser forzado a acogerse a un diagnóstico psiquiátrico. “Debemos justificar que no somos enfermos mentales; yo me niego a hacer eso porque es injusto y discriminatorio”. Su posición respalda lo que dice un grupo de activistas junto con Dejusticia, en Hombres trans y libreta militar en Colombia: no portar este documento vulnera los derechos a la intimidad, a la identidad y al trabajo digno.

“En ningún momento de mi vida me imaginé que iba a ser víctima de violencia sexual, mucho menos que iba a terminar embarazado. Esto puede sonar horrible, pero con o sin EPS, me hubiera realizado un aborto. Porque literalmente era algo que no podía vivir”, relata un hombre trans en Acceso al aborto seguro para hombres trans y personas no binarias, estudio de Profamilia y la Alianza TransAbortera de Colombia.

Y es que el aborto no es una necesidad exclusiva de las mujeres cisgénero (personas cuya identidad y expresión de género coincide con el sexo biológico que se les asignó cuando nacieron). “Las personas con experiencia de vida trans que han sido asignadas mujeres al nacer tienen también capacidad de gestar y necesidades como la atención prenatal, perinatal, posparto y neonatal o el aborto seguro”, señala el estudio.

Sin embargo, en la sentencia C-355 de 2006, de la Corte Constitucional, sobre la interrupción voluntaria del embarazo (IVE), solo se contempla a las mujeres. El informe insta a incluir conceptos como “personas que se embarazan y abortan”, para así identificar otros cuerpos y subjetividades.

“No estamos en los registros, no estamos en el sistema médico, no estamos en los espacios jurídicos. Podemos acceder, pero terminamos teniendo que escoger entre el derecho a abortar o el derecho que he venido construyendo sobre mi identidad”, contó Martín Junco, de la colectiva AlienHadas, durante el conversatorio ‘Aborto legal en América Latina y el Caribe’, de la Agencia Joven de Noticias en español.

Andrés, quien prefiere cambiar su nombre, fue víctima de una violación correctiva, concepto que se usa para referirse a un crimen de odio para “corregir” la opción sexual de las personas, y tras el hecho quedó embarazado y decidió abortar con fármacos. Sin embargo, estaba en la universidad, no tenía trabajo ni EPS. Lo hizo clandestinamente y el proceso le tomó 2 meses. “Recuerdo que sentí que me arrancaban el estómago”, cuenta y agrega que nunca paró de escuchar en su cabeza las palabras que le decían una y otra vez los violadores y quienes le hicieron el procedimiento: “¡No era pues muy machito!”.

Situaciones como las descritas llevan a Martín a agregar que hay una persecución en el acceso a este derecho, lo que hace que se muevan en círculos de marginalidad y terminen en lugares clandestinos. Se vulneran las identidades de género y se enfrentan a procesos que no son cuidadosos con sus cuerpos. Producto de esto, Atravesados y AlienHadas crearon la Alianza Transmasculina Abortera de Colombia (ATAC) que ha planteado rutas de atención diferenciales. ATAC ha acompañado interrupciones entendiendo el cuidado más allá de lo clínico.

En el reciente estudio de Profamilia, la encuesta revela un desconocimiento de los métodos anticonceptivos y la falta de claridad sobre los efectos secundarios de las terapias hormonales en la fertilidad, lo que los expone a embarazos no deseados.

Uno de los encuestados puntualiza: “Soy un hombre que sangra, que gesta, que puede parir y decidir sobre su cuerpo. Esto último sin duda es emancipación, reconocimiento de lo que soy y de lo que puedo exigir a otros sobre mí”.

Activismo y música, dos amores que se unen en Jhonnatan Espinosa Rodríguez. Aquí, uno de sus ensayos con la batucada Euforia Trans, en el Centro de Atención Integral a la Diversidad Sexual y de Géneros.

libro artículo hombres trans

El futuro es sin género

Autora compiladora: Sandra Sánchez López. Ediciones Uniandes*

Recoge historias de infancias trans en Colombia, Argentina y Chile. Incluye reflexiones sobre un oficio periodístico incluyente, en el que se haga más transparente el compromiso político de la comunicación y se dejen atrás los temores y prejuicios frente a los encuentros entre periodismo y activismo.


*Cuadernos de Periodismo /Centro de Estudios en Periodismo (CEPER)/ Universidad de los Andes.