A partir de entre 300 y 400 fotografías de altísima precisión, que luego se juntaron para recrear en 3D este espacio geológico, surgió un proyecto que combina arte y ciencia para proponer un nuevo entendimiento de la relación entre el hombre y la naturaleza. Hoy el trabajo de un profesor del Departamento de Diseño es expuesto en un centro de arte y medios digitales en Alemania, y también está disponible en línea.

Aun en la oscuridad es posible ver las paredes rugosas, caminar, mirar hacia todos los lados y percibir el lugar estrecho. De fondo una música acompaña el recorrido y cuando está terminando se escucha la voz de la narradora concluyendo (en inglés): “No todo es únicamente destrucción o degradación”. Al final, el movimiento de la cámara parece atravesar la roca y mostrar de cerca las partículas que la componen.

El viaje virtual ocurre dentro de una de las cuevas cercanas al volcán Chaitén, en la Patagonia chilena, y es posible gracias al proyecto Double-Sided Inmersion, Three dimensional reconstruction of the cave geometry, del profesor Andrés Burbano, del Departamento de Diseño de la Universidad de los Andes. Este es un componente de las investigaciones de la arqueóloga y vulcanóloga Karen Holmberg, de la Universidad de Nueva York (NYU), en esa zona de Suramérica.

El trabajo de Burbano, doctor en Arte, Medios y Tecnología y apasionado por los volcanes debido a que nació en Pasto, muy cerca de ellos, consistió en documentar los viajes con la científica para visibilizar a través del arte zonas remotas geográficamente. La intención es proponer un nuevo entendimiento sobre la relación de los seres humanos con el planeta, pues, por ejemplo, las pinturas de sus paredes datan de hace 1.500 años y podrían dar nuevas luces sobre cómo llegó el hombre a las Américas. Además, dan la posibilidad de que cualquier persona pueda visitar de manera virtual un lugar de difícil acceso sin alterar el ecosistema ni afectar su valor arqueológico.

Utilizó un equipo robusto compuesto por drones, cámaras y luces, pero que a su vez resultaba fácil de portar durante varias horas de largas caminatas. El objetivo de la investigación iba más allá de la cueva y, en realidad, apuntaba al volcán Chaitén y su entorno, pues este se convirtió en un actor importante de la zona, tras su erupción en 2008, momento en el cual se supo de su existencia.

Para reconstruir la cueva digitalmente, el investigador usó videos en 8k y 360 grados que permitieran captar los detalles. También tomó entre 300 y 400 fotografías para alcanzar una reproducción lo más exacta posible. “Fue como poner un estudio en medio de la selva: la cueva estaba oscura, entonces tuve que usar luces para iluminar y evitar el uso del flash para no dañar los pigmentos de pinturas rupestres de hace más de 1.500 años”, explicó Burbano.

Dentro de la cueva se usaron unas tarjetas de referencia para que, luego, los diseñadores pudieran utilizar las imágenes como si fuera un gran rompecabezas. Mediante una técnica llamada fotogrametría se creó el modelo tridimensional, que propone un recorrido en varias direcciones y que está diseñado para ser visto con gafas 3D o en instalaciones con varias pantallas.

Pierre Puentes, diseñador de Los Andes y encargado de la digitalización, contó que fue un proceso complejo: el modelo de las fotos es gigante porque al unir las imágenes, arrojaban millones de polígonos en el software; la tarea, entonces, fue mantener la resolución completa, pese a reducir ese número de polígonos.

Una de las actividades que más disfrutó Puentes fue reconstruir los segmentos de cueva que tenían las tarjetas de referencia, pues no solo debía darles color, sino textura. En sus palabras, fue una sensación de pintar a mano la naturaleza.

Double-Sided Inmersion, Three dimensional reconstruction of the cave geometry hace parte de la exposición Critical Zones: Observatories for Earthly Politics, del Centro de Arte y Medios Tecnológicos de Karlsruhe (ZKM) en Alemania.

El trabajo de Burbano y Holmberg también está disponible en línea en la exhibición Topography-Time-Volcano: Online Inmersion, conformada por cuatro piezas mediante las cuales, además de visitar la cueva, se puede recorrer el volcán Chaitén y ser testigo de una de sus erupciones; hacer viajes en dron por las playas, el mar y las montañas que componen este paisaje; y pasar de la superficie del volcán al suelo del planeta Marte, como una forma de mostrar que los humanos son también parte de un universo.

“Aunque la investigación se concentró en un principio en la arqueología, queríamos asociar estas imágenes con narrativas más artísticas y mostrar la capacidad de entender el planeta a través de la tecnología —añadió Puentes—. Para mí resultó fascinante relacionarme con personas que habitaron esas cuevas hace miles de años y saber que, gracias a nuestro trabajo, esa dimensión temporal se acorta”.

ENTREVISTA

La evidencia más temprana del uso de estas cuevas data de unos 2.000 años

Karen Holmberg, doctora en Antropología, le contó a NOTA UNIANDINA detalles de su investigación.

¿Cómo se explora la relación entre el hombre y la naturaleza?

Nuestro objetivo en el proyecto era explorar las intersecciones entre el ser humano y el medio ambiente a través de una investigación científica transdisciplinaria y creativa. Si bien este tipo de investigación siempre ha existido, nuestro contexto actual como investigadores en un período de cambio climático antropogénico hace que esto sea aún más imperativo si queremos comprender completamente cómo el presente y el futuro humanos se cruzan con nuestro pasado.

Las personas que vivían en la costa noroeste de la Patagonia, donde se encuentra Chaitén, experimentaron repetidas erupciones volcánicas, así como un notable aumento de 60 metros del nivel del mar que habría cambiado de manera considerable las costas, dependiendo de la profundidad de la plataforma. Nuestro proyecto, en su sentido más amplio, analiza la experiencia pasada respecto a cambios climáticos dramáticos y se pregunta cómo informan nuestras percepciones actuales de los cambios que enfrentamos y cómo nosotros, como especie, podemos pensar en un futuro en el que habitamos nuestros paisajes de manera diferente al que teníamos en el pasado.

¿Qué tanto sabemos de las personas que habitaron esas cuevas?

Los principales hallazgos se relacionan con la evidencia más temprana del uso de estas cuevas (comenzando hace 2.000 años). El arte rupestre de las cuevas es una mezcla de pintura roja de óxido de hierro, principalmente puntos y rayas abstractas, así como diseños grabados que se interpretan como vulvas.

A través de nuestras excavaciones en las cuevas de arte rupestre, aprendimos mucho sobre los recursos marinos que los visitantes prehistóricos de las cuevas usaban para alimentarse y la variedad de herramientas que creaban a partir de hueso y piedra. Nunca conoceremos realmente sus intenciones o significados iniciales sin las historias orales que les dieron vida por quienes las crearon, pero lo que es indiscutible es que se refieren a la representación del paisaje natural y su incorporación a las narrativas culturales.

¿Cómo la tecnología y el registro a través de nuevos medios aportó a la investigación?

El papel del profesor Andrés Burbano en el equipo no se puede subestimar en su importancia y contribución. Como artista de los nuevos medios, trabaja con una combinación de rigor y creatividad que también es un requisito en las ciencias sociales y físicas, pero que se despliega de maneras que son de increíble utilidad para las ciencias. Sin su experiencia tecnológica, nuestro equipo habría dependido de dibujos arqueológicos estándar o fotografías del arte rupestre. A través de fotogrametría, fotografía 360 y drones, el profesor Burbano registró el contexto más holístico de las imágenes en relación con su posición en la cueva, a lo largo de la costa y en las cercanías del volcán que ha estado en erupción con frecuencia durante al menos 18.000 años. Además, de manera innovadora y como ninguna otra ideada para contextos similares, creó imágenes que permiten un registro digital de la estratigrafía de nuestras unidades de excavación de manera que nos permiten visitarlas virtualmente de nuevo a pesar de que eran inaccesibles.

La parte más importante del arte rupestre es su importancia para evidenciar el uso humano de un entorno natural excepcionalmente dinámico a pesar de sus transformaciones radicales a lo largo del tiempo. El trabajo del profesor Burbano es, en este sentido, una continuación de milenios de dominio tecnológico, creatividad y cambio ambiental que confluyen en esa cueva y supo convertir el estudio científico del arte rupestre en arte mismo.