Una de las hijas de Tatiana está en sus brazos. Después de la firma de los acuerdos de paz de 2016, en el Centro Poblado Héctor Ramírez de La Montañita (Caquetá), fueron muchas las vidas que se inauguraron. Frutos de esa paz que sigue en vilo. Fotos: Daniel Álvarez
El sueño de muchas madres firmantes de paz, como Tatiana, es que sus niños no deban abandonar los territorios para buscar alguna oportunidad en las ciudades sino que crezcan con en esa vida que ellos no pudieron tener.
Las botas de Tatiana, el trapo para esto y aquello, su celular... Es mucho lo que se hace en el Centro Poblado, desde producir piñas, piscicultura, proyectos de turismo hasta abrir pequeños comercios o fabricar botas. El emprendimiento es otra ilusión.
Merdecitas tiene un don natural para la cocina. Ni estando triste la comida le queda mal. Desde su cocina, quizá no tan dotada como las de las casas de Florencia donde trabajó durante años, sueña con edificar su casa.
Merceditas mira a su hija menor, Leydi, y sonríe... Esta mujer se ha convertido en lideresa social de uno de los barrios más pobres de Florencia y con su ejemplo busca inspirar a sus hijas y a otras mujeres al sanar de historias de maltrato similares a la suya.
Las calles, en el Centro Poblado Héctor Ramírez, en La Montañita (Caquetá), se convierten en terrenos fangosos cuando llueve y en caminos polvorientos al calor del sol. Son cuadras erigidas con esperanza, lejos de los dís nómadas de largas distancias a pie en el monte.
Las visitas, para Fidel, son atípicas. Son un bálsamo para la soledad. No duda un instante en compartir lo poco que tiene, un trozo de pan y su aguadepanela, para luego dejar salir a raudales todas las palabras guardadas durante días en su silencio.
En el espejo, un hombre cerca de los 70 años. En su pasado, una vida entregada al trabajo de campo. En los pliegues de su piel se ve la marca del sol y su voz temblorosa deja notar un asomo de tristeza, pero en la mirada conserva intactas las ganas de vivir.
Los gestos de las manos de Fidel, trémulos, complementan sus respuestas. Acaricia sus articulaciones, como cuando se oculta un dolor, y no detiene su antojo de decir y contar. Son los aprendizajes de lecciones, tropiezos y más lecciones luego de décadas de vivir en estos lugares del sur de Colombia.
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Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento personería jurídica: Resolución 28 del 23 de febrero de 1949 Minjusticia.
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