El desafío de proteger nuestros pensamientos Con los avances de las tecnologías neuronales, se puede interpretar o alterar la actividad cerebral. Colombia busca regularizarlas para evitar malos manejos.

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Una de las empresas de Elon Musk, el multimillonario sudafricano, es Neuralink, la compañía desarrolladora de interfaces que conectan el cerebro y el computador por medio de implantes.

El primer humano en recibir uno de estos dispositivos intracraneales fue Noland Arbaugh. En 2016, a los 22 años, Noland tuvo un accidente que lo dejó tetrapléjico. Ahora, gracias a un implante de Neuralink, puede incluso jugar ajedrez en línea, lo que, como él mismo dice, se parece más a un acto de telequinesis o telepatía.

Esta tecnología neuronal representa un gran cambio en la cotidianidad de Noland, quien, en una entrevista con The Guardian, dijo que ahora sueña con tener un robot que le ayude con oficios físicos y un carro que pueda manejar con el mismo sistema.

Aunque la historia parece sacada de una película, surge una inquietud: ¿hasta dónde la neurotecnología puede beneficiar o afectar a los humanos?

Las interfaces cerebro-computador (BCI, por sus siglas en inglés) son una tecnología que se ha desarrollado por varias décadas. Ya en los años 60 se les implantaron chips a ratones, y desde entonces ha evolucionado hasta llegar a los humanos con otras funciones que han servido de escalones para llegar al chip N1, implantado en Noland.

Este tipo de dispositivos puede ayudar en el diagnóstico, el tratamiento o la rehabilitación de enfermedades como el Alzheimer, la esquizofrenia o el Parkinson. Pero, así como pueden ser poderosos, como todo gran poder, deben tener un control.

El impacto de estas tecnologías puede ser tan grande que los propios científicos han planteado actualizar la Declaración de los Derechos Humanos para proteger la dignidad y la identidad de las personas.

Por eso, en Colombia se presentó un proyecto de ley para “regular los principios en materia de neurociencias, neurotecnologías y derechos humanos”.

El documento, elaborado por profesores de la Universidad de los Andes y de la Universidad del Rosario, y presentado por el senador Carlos González, busca, además de promover la investigación en neurociencias, que la neurotecnología desarrollada esté en pro de la salud dentro de un marco de reglas que respeten los derechos humanos.

Entre los derechos reconocidos por la Constitución que se quieren defender están:

  • Identidad e integridad personal.
  • Autonomía y libre desarrollo de la personalidad.
  • Intimidad y tratamiento de los datos personales.
  • Libertad de pensamiento y conciencia.
  • Salud.

 

Durante la radicación del proyecto de ley sobre neurociencias y neurotecnología.

 

Igualdad y no discriminación.

“Varios derechos se pueden violar si se usa indebidamente la neurotecnología. Lo fundamental es la dignidad humana. El ser humano no es perfecto, pero no hay que tratarlo como un objeto”, dice el profesor Nelson Remolina, uno de los autores del proyecto, quien considera fundamental evitar que se llegue a programar a las personas como a una máquina.

También resalta la importancia de proteger la intimidad mental y los neurodatos que tiene cada persona, es decir, aquellos que se obtienen del sistema nervioso por medio de las neurotecnologías.

Remolina,  doctor Summa Cum Laude en Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana, señala que este tipo normas legislativas han comenzado a surgir en Latinoamérica. Por ejemplo, en Chile se incluyó la información neurológica en la Constitución y hay proyectos de ley en Brasil y México para modificar sus respectivas constituciones. “En última instancia, este es un proyecto de ley pionero en Colombia, pero también se suma a los precursores en el mundo”.

El debate es amplio y plantea diversas preguntas, como lo menciona Ana Isabel Gómez, magíster en Bioderecho y Bioética y rectora de la Universidad del Rosario: “Si tenemos una neurotecnología que nos permite leer los datos de una persona, ¿es lícito acceder a ellos? ¿Con qué fines vamos a acceder? ¿Cómo los vamos a utilizar? ¿Se requiere o no del consentimiento?”.

 

Ciudadanos de primera y segunda categoría

Una de las grandes discusiones tiene que ver con la accesibilidad a estas tecnologías sin que haya distinción económica.

Existe el temor de que los tratamientos y el manejo de enfermedades solo estén al alcance de quienes pueden pagarlos, e incluso que surja el fenómeno en el que algunas personas se pongan implantes para potenciar sus capacidades.

“Se pueden crear seres humanos de primera o segunda categoría: unos más superdotados cerebralmente porque fueron manipulados artificialmente, y el resto de la humanidad seres de segunda, los que no fueron intervenidos. Eso también crea artificialmente una desigualdad entre los seres humanos”, comenta Remolina.

Es un campo que sigue creciendo y, como sucede con la inteligencia artificial, lleva décadas en desarrollo, pero ahora está dando saltos que comienzan a influir directamente en las personas. “La vertiginosa forma en que se está invirtiendo en investigación es impresionante. Por ejemplo, en neurotecnología hay 17 billones de dólares presupuestados para el año 2026, y la inversión ha aumentado en un 700 % en los últimos seis o siete años. Lo que se viene es alucinante, es desafiante”, dice el senador González, quien tendrá el reto de abrir el debate en el país y lograr que el Congreso convierta estas regulaciones en ley.

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Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento personería jurídica: Resolución 28 del 23 de febrero de 1949 Minjusticia.

Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento personería jurídica: Resolución 28 del 23 de febrero de 1949 MInjusticia.

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