Colombia fue referente mundial en paz, pero hoy enfrenta el escepticismo de sus aliados. ¿Está en riesgo el respaldo internacional?
Por momentos, los aplausos se han transformado en silencios incómodos. Las miradas internacionales que antes celebraban el proceso de paz en Colombia ahora observan con inquietud.
Lo que comenzó como una promesa de tregua entre el Estado colombiano y las FARC hoy enfrenta miradas escépticas.
Ahora, el Consejo de Seguridad de la ONU, Estados Unidos y otros aliados estratégicos, que antes respaldaban con firmeza el modelo de paz, expresan dudas que resuenan como advertencias.
¿Empieza Colombia a perder la confianza del mundo? ¿Qué pasa cuando quienes alguna vez elogiaron la paz se alejan?
Desde el Acuerdo firmado con las FARC en 2016, Colombia se convirtió en un referente global en construcción de paz.
Según Angelika Rettberg, doctora en Ciencia Política de la Universidad de Boston y decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes, “los actores internacionales han sido absolutamente fundamentales en el logro de los procesos de paz en Colombia, específicamente la Unión Europea, Noruega, Suecia y Estados Unidos”.
Estos aliados han cumplido funciones clave: facilitar acercamientos entre partes enfrentadas, financiar logística, capacitar a negociadores y proteger la legitimidad del proceso ante la comunidad internacional. Su apoyo, además de simbólico, es operativo, técnico y, sobre todo, financiero.
Sin embargo, en julio de 2025, en el Consejo de Seguridad de la ONU, Ting Wu, consejera política adjunta de Estados Unidos ante el organismo internacional, cuestionó los avances del modelo de “paz total” del gobierno colombiano.
La estadounidense ante la ONU, aseguró:
Si bien continúan los avances en algunas áreas, un liderazgo político errático amenaza con socavar el progreso logrado hasta ahora y, a largo plazo, una paz sostenible para todos los colombianos.
Como análisis a esas palabras, Rettberg explica que “claramente la tolerancia internacional a las dificultades en la implementación está disminuyendo, y por tanto quieren ver acción y respuestas efectivas”.
Aunque parte del financiamiento de la paz proviene de recursos nacionales, el respaldo económico internacional ha sido vital para programas como la reincorporación de excombatientes, la justicia transicional y el desarrollo territorial.
“Obviamente preferimos tener aliados internacionales por razones de confianza, por razones de reputación y por razones de financiación […], pero también es claro que una buena parte o la mayor parte de lo que nos cuesta la paz depende de los bolsillos de los colombianos”, asegura Rettberg.
Asimismo, perder el respaldo no solo implica menos dinero. También pone en riesgo la reputación de Colombia como un país comprometido con la solución pacífica de los conflictos, lo que puede afectar tratados, cooperación técnica, e incluso agendas comerciales.
De hecho, según la experta, “el Gobierno colombiano está en elevadísimo riesgo de perder credibilidad y de que deje de ser un buen socio creíble ante la comunidad internacional” si no demuestra control, por ejemplo, sobre territorios dominados por economías ilegales y sobre los cultivos ilícitos, dos temas claves para construir paz.
Por otro lado, uno de los temores en el panorama social es que los grupos armados ilegales interpreten el debilitamiento del respaldo internacional como una señal de debilidad institucional. Sin embargo, Rettberg aclara que el verdadero riesgo no está ahí:
Más riesgo que la falta de respaldo internacional es la existencia de una boyante economía ilícita en torno a la coca, pero también al tráfico de migrantes y de bienes extractivos como el oro o el coltán.
Es decir, lo que realmente debilita los incentivos para desarmarse no es lo que digan otros países, sino lo rentable que siguen siendo las economías ilegales en el territorio nacional.
La comunidad internacional espera resultados medibles. “Un punto clave es que la justicia transicional empiece a generar sentencias”, dice Rettberg. “Para que las víctimas y todos los observadores nacionales e internacionales vean que esa inversión, tan grande y tan dolorosa en producir verdad, genere reales niveles de reparación moral y de reparación material”.
Además, se esperan avances en control de homicidios (que actualmente se sitúan alrededor de 25 por cada 100.000 habitantes) y en la reducción de cultivos ilícitos. Estos indicadores, para los expertos, mantienen el respaldo exterior y ayudan a sostener la narrativa de que Colombia sigue siendo un ejemplo global en construcción de paz.
“El mundo necesita ejemplos como el colombiano”, afirma la decana de Los Andes, y aunque internamente haya escepticismo, aún se reconoce internacionalmente que “hemos logrado cosas que otros países nos envidian". Ejemplo de ello, convertir la guerrilla más antigua de América Latina en partido político o desarrollar un sistema de justicia transicional que ha proveído más verdad y memoria que ninguno antes.
Hoy, los ojos del mundo siguen puestos en Colombia, pero ya no con el mismo entusiasmo de antes. El respaldo sigue ahí, aunque menos ruidoso, más expectante. En esta etapa del camino, lo que ocurra —o lo que deje de ocurrir— hablará por todos aquellos que esperan la paz.
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Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento personería jurídica: Resolución 28 del 23 de febrero de 1949 Minjusticia.
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