Colombia le apuesta al hidrógeno como un elemento estratégico para la transición energética. El objetivo es alcanzar cero emisiones netas de gases de efecto invernadero (GEI) para 2050 y reducirlas en un 51% para 2030.
En 2023, el país ocupó el quinto lugar en producción de este recurso en América Latina y el Caribe y se proyecta como el cuarto mayor productor potencial para 2030. En respuesta a este panorama, el Gobierno desarrolla la Política Nacional de Hidrógeno, según Rafael Arias Cano, asesor del Departamento Nacional de Planeación (DNP), durante el evento Circuito H2 – Hidrógeno en las regiones.
Para Rocío Sierra Ramírez, magíster en Ingeniería Mecánica de la Universidad de los Andes, su versatilidad lo hace indispensable en la industria, el transporte y la producción de fertilizantes, combustibles sintéticos y productos químicos.
Una de sus principales ventajas es la ausencia de emisiones directas de GEI y contaminantes en su uso final. Sin embargo, debido a su alta reactividad, no se encuentra libre en la naturaleza y debe ser extraído a partir de agua, hidrocarburos o biomasa. Su impacto ambiental varía según el método empleado y la fuente de energía utilizada. Cuando se obtiene mediante energías renovables o tecnologías de captura de CO₂, se convierte en una opción sostenible para sectores donde la electrificación es limitada.
Datos de Rafael Arias Cano, asesor del Departamento Nacional de Planeación (DNP), durante el evento Circuito H2 – Hidrógeno en las regiones.
El transporte, sector estratégico para la implementación del hidrógeno
Este vector energético ha sido implementado en trenes con celdas de combustible en Europa y Asia, además de flotas de autobuses urbanos en ciudades comprometidas con la reducción de emisiones. También se desarrollan proyectos piloto en aviación e industria marítima, donde su potencial como combustible sostenible sigue en evaluación.
“El transporte representa un punto de partida estratégico para la adopción del hidrógeno en Colombia, si se considera que esta industria consume 44% de la energía nacional y genera 11% de las emisiones de GEI. Sin embargo, su implementación requiere una identificación precisa de los nichos donde resulte más viable en términos de facilidad, costo y oportunidad. No todas las aplicaciones pueden ejecutarse de inmediato, por lo que resulta esencial un análisis riguroso antes de tomar decisiones”, señala la investigadora del Grupo de Diseño de Productos y Procesos (GDPP), Rocío Sierra.
La industria pesada, que abarca sectores como la siderurgia, la producción de cemento, la refinación de petróleo y la manufactura de productos químicos, se posiciona como el sector con mayor prioridad en la transición hacia el hidrógeno. Su alta demanda energética y la dificultad de electrificación hacen que esta tecnología sea una alternativa clave para reducir emisiones. Le sigue el transporte de carga, otro gran consumidor de combustibles fósiles. Posteriormente, el almacenamiento de energía emerge como una opción relevante. En el caso de los combustibles sostenibles para aviación (SAF), su desarrollo podría impulsar la economía regional, aunque su viabilidad dependerá de la disponibilidad de insumos y costos asociados.
A pesar de su potencial, el país enfrenta limitaciones en su abastecimiento energético, una alta dependencia del gas natural y la vulnerabilidad ante fenómenos climáticos como El Niño, explica la experta.
El alto costo sigue siendo la principal barrera para su adopción a gran escala. La electrólisis con energía renovable, proceso que separa el hidrógeno y el oxígeno del agua mediante electricidad, requiere una inversión considerable. Por otro lado, el reformado de metano con captura de CO₂ reduce emisiones, pero no las elimina por completo. Además, la falta de infraestructura y los estrictos estándares de seguridad encarecen su transporte y almacenamiento, dificultando su implementación masiva.
Para que el hidrógeno sea una alternativa viable, es esencial reducir costos mediante innovación, escalabilidad y mayor acceso a energía renovable. En este contexto, definir cuándo, cómo y dónde expandir su producción y aplicación resulta fundamental. Sin una planificación adecuada, su desarrollo podría generar tensiones en la matriz energética, por lo que su implementación debe priorizarse en áreas con mayor impacto sin comprometer la estabilidad del sistema.

El primer bus a hidrógeno verde en Colombia, parte de la Hoja de Ruta del Hidrógeno Verde del Gobierno Nacional, marca un avance en la transición energética y la descarbonización del transporte público.
Colombia apuesta por el hidrógeno como un elemento estratégico en su transición energética
Anticiparse al desarrollo de esta tecnología permitirá a Colombia fortalecer su infraestructura, atraer inversión y reducir la dependencia de combustibles fósiles, como ocurre con la transición hacia vehículos híbridos y eléctricos.
El crecimiento de esta industria también podría generar empleo y fomentar el desarrollo en regiones con alto potencial en energías renovables, que impulsen un crecimiento económico más equitativo. Sin embargo, su adopción debe responder a una estrategia bien definida, priorizando aplicaciones con un impacto real y evitando inversiones en proyectos sin viabilidad clara.
En los últimos años, el país ha impulsado diversas iniciativas orientadas a diversificar su matriz energética y reducir emisiones. En 2021, el Gobierno presentó la Hoja de Ruta del Hidrógeno, con objetivos específicos para la producción de hidrógeno verde y azul. Empresas como Ecopetrol han desarrollado proyectos piloto en refinerías y explorado su aplicación en transporte y generación de energía.
Además, Colombia ha firmado acuerdos internacionales con países como Alemania y Chile para fortalecer la cooperación en tecnologías asociadas y facilitar la inversión y transferencia de conocimiento. Universidades y centros de investigación han intensificado estudios sobre producción, almacenamiento y nuevas aplicaciones.
A pesar de los desafíos existentes, el país avanza en la creación de normativas, la atracción de inversión y la investigación, elementos clave para una expansión gradual y sostenible de esta tecnología.