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Líderes del mundo

Hugo Fazio Vengoa miró, desde los años 80, detrás de la cortina de hierro. Experto en relaciones internacionales, en sus libros ha ido de la URSS a la Perestroika y de los zares a Putin. Ahora, en ‘Rusia vs. Ucrania. La guerra por un nuevo orden mundial’, aborda la trama de poderes que redefine tensiones globales y anticipa desafíos.

Aclárenos cuál es la motivación de fondo de la guerra entre Rusia y Ucrania.

No hay una sola causa, es un entrelazamiento múltiple. En Ucrania se desarrollan varios planos de conflicto. Uno es el de los ucranianos-rusos contra los ucranianos-ucranianos; otro, el de Rusia ante Ucrania; un tercero es el de los países europeos y Rusia y otro se ha ido planteando con Estados Unidos (no tanto en la época de Trump, pero sí en la de Biden). Esta guerra tiene que ver con una redefinición del orden geopolítico mundial. En alguna medida involucra a China, Irán, la OTAN y otros actores. Los lleva a tomar partido sin participar directamente. Algunos sí envían armas o apoyan un bando, como Corea del Norte o los países de la Unión Europea.

Así está ocurriendo en los demás conflictos. Si uno mira Gaza, no han estado solo Palestina e Israel; también Estados Unidos, Irán, en su momento Turquía, Arabia Saudita…

Hablemos de Estados Unidos y de su rol...

Las grandes potencias tradicionales quieren conservar un orden geopolítico, su supremacía: Estados Unidos, Rusia y, a su manera, China. Rusia es una gran potencia en el mundo de las armas; si hablamos de centro de comercio es insignificante, pero es la primera potencia nuclear, conserva una importancia estratégica. Hay cierta connivencia entre estos países, que pueden ser de bandos distintos, pero les interesa mantener el estado latente de conflictividad militar. En el fondo, el mundo está dando un vuelco muy grande. En los últimos tiempos nos encontramos con un choque entre la búsqueda de un orden geopolítico y un orden social (un mundo más interesado en resolver grandes problemas que no son militares: la desigualdad, el comercio, la pobreza o el medio ambiente). Los países del sur global concuerdan más con resolver el tema de la pobreza que invertir en balas. De esto depende hacia dónde evolucione el mundo: si se impone de nuevo un orden geopolítico militar con prevalencia de grandes potencias, o se avanza hacia algo mucho más cercano al sentir de las personas.

¿Latinoamérica sí tiene tanto poder para entrar en esa discusión mundial?

Tenemos una gran importancia. Claro, hay organizaciones más visibles como los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica). Lo que pasa es que el sur es muy heterogéneo y eso es interesante. El mundo nos acostumbró, con el predominio de Occidente, a una unidad con ciertos países rectores, pero este sur tiene una serie de naciones con intereses distintos. India no es lo mismo que China, pero si en los mínimos en común actúan conjuntamente dan pie a un tipo de orden mundial muy diferente. También hay juego a través de países como Brasil o México, aunque a este último le cuesta mientras no resuelva sus temas con Estados Unidos. Si Trump sigue presionando, México tendrá que buscar socios diferentes. Trump está desplazando a muchos hacia una toma de posiciones más radical frente al mismo Estados Unidos y a su orden.

Hugo Fazio

Historiador y doctor en Ciencia Política por la Université  Catholique De Louvain, Bélgica.

Sus investigaciones se han centrado en el estudio histórico de los asuntos internacionales contemporáneos. Durante su carrera ha publicado más de veinte libros sobre el tema.

¿Trump encarna el miedo a la pérdida de ese orden?

Por supuesto. Cuando dice ‘make America great again’ busca hacer nuevamente poderoso a Estados Unidos porque hay campos donde ya no lo es. No como antes, aunque sigue siendo la primera potencia del mundo. Nadie cuestionaba la hegemonía del dólar, pero China da sus pasos y los BRICS están creando un banco distinto, basado en otras reglas y venden dólares que tenían en reserva.

¿Y qué pasa con Europa?

Ocurren cosas absurdas. Mire, países como Inglaterra, Alemania y Francia crean una famosa “alianza de voluntarios” y supongamos que se inicia un proceso de paz entre Rusia y Ucrania. Si eso sucede, los europeos responden: “Enviamos nuestros soldados voluntarios a Ucrania para defenderla”. ¡Pero ellos son la OTAN y Rusia presiona para que Ucrania no ingrese a la OTAN! Eso nunca lo va a permitir Rusia, no ocurrirá. Pero si esos países europeos no participan de esa manera, no son nadie.

¿Qué diferencia encuentra entre esta guerra en Ucrania y guerras pasadas?

Las analogías hacen perder de vista las especificidades. Decir que Putin es Hitler no ayuda. Estamos en un mundo entremezclado, por más que se diga que el comercio recula o que la globalización es cosa del pasado. Lo que ocurre en Rusia y Ucrania impacta y obliga a tomar posiciones. Esa es una guerra con varios actores y varios niveles de conflictividad; se puede resolver alguno, pero continúa otro. Zelensky y Putin se podrían poner de acuerdo —no va a pasar—, pero la pelea grande de la OTAN contra Rusia no acaba ahí. Que Estados Unidos quiera ganarse a Rusia porque eso significa debilitar a China, tampoco se resuelve. Es una guerra inédita, globalizante. Por los actores y los niveles de conflicto. Es como decir que solucionando el problema palestino-israelí, se soluciona el problema del Medio Oriente.

Foto: Andrew Caballero-Reynolds / AFP

Esos conflictos seguirían en otros escenarios...

Mientras se mantenga la lógica de reconfigurar el mundo basado en la geopolítica, estas tensiones se mantienen. Todo apunta a que será así. Nunca se había invertido tanto en armas como hoy. Los europeos acaban de aprobar un gasto militar del 5 % del PIB. ¡Una locura! Si se invierte en armas, llega un momento en el que uno se pregunta qué hacer con ellas. Los europeos dicen: “Suponemos guerra con Rusia en cinco años”. Creen que los rusos los van a esperar para invadirlos, lo cual ya es absurdo. Pero supongamos que los esperen, ¿qué van a hacer los rusos en esos años? Se seguirán armando. Empezamos un escalamiento insospechado y, como ocurre siempre, las guerras comienzan con los más débiles.

¿Cuál es la diferencia con lo que sucedía durante la Guerra Fría?

La Guerra Fría era más ideológica: capitalismo, comunismo. Solo Estados Unidos y la Unión Soviética tenían la capacidad de destruir el planeta entero, eran líderes ideológicos, políticos y militares. Obligaban a los suyos a seguirlos: invadían a los checos o la CIA intervenía en Chile. Había unos códigos, siempre dentro del mismo esquema. Peleaban en zonas no sensibles, como en Angola, donde no pasaba nada si ganaba el uno o el otro. Hoy hay varias potencias y el panorama no se define en términos ideológicos: pueden darse factores culturales, civilizacionales, políticos… y es necesario identificar a cada actor. China, Rusia y Estados Unidos, ahora, son potencias mucho más poderosas que todas (Alemania y Francia podrían llegar a serlo, pero hoy no lo son), y también hay algo más: las potencias más pequeñas a veces logran poder regional. Turquía, por ejemplo, es muy importante en su zona, aunque de ahí no logra salir. Hay una jerarquía de poder muy distinta, ya no se trata de ‘tú estás dentro de mi esquema y me obedeces’. Tienen negociaciones con Rusia, China, Estados Unidos, la OTAN; están en contra de Israel, pero pueden voltearse en cualquier momento. Buscan lo suyo.

Rusia vs. Ucrania. La guerra por un nuevo orden mundial

Autor: Hugo Fazio Vengoa. Ediciones Uniandes

Este libro ofrece un análisis profundo del conflicto en Ucrania a partir de una perspectiva histórica, abarcando desde la desintegración de la Unión Soviética hasta la guerra abierta iniciada en 2022. Hugo Fazio Vengoa examina las múltiples dimensiones de un enfrentamiento en el que se redefine el equilibrio del poder global. La obra presenta un panorama para comprender cómo un conflicto entre dos países ha generado repercusiones que trascienden su región, influyendo en las tensiones políticas de impacto mundial.

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Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento personería jurídica: Resolución 28 del 23 de febrero de 1949 Minjusticia.

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