Luego de la firma del acuerdo de paz, los exintegrantes cuentan sus anhelos, miedos y logros en este proceso de reincorporación. Estos son los resultados de un estudio de la Universidad de los Andes.
Por Lina Fernanda Sánchez Alvarado
lf.sancheza@uniandes.edu.co
Entre botellas y cebada transcurren los días de Doris Suárez y Alexander Monroy, dos exintegrantes de las Farc-EP que hoy dedican sus esfuerzos a La trocha: cerveza artesanal, un proyecto productivo que nació durante el proceso de reincorporación, luego de la firma del acuerdo de paz. “Seguimos convencidos de que la guerra no es la salida y que aún es posible un país más justo”, coinciden.
Ese optimismo parece ser el común denominador de más de 12.000 reincorporados, según un estudio reciente de la Universidad de los Andes que tomó datos del Registro Nacional de Reincorporación hecho entre diciembre de 2018 y enero de 2019. “Actitudes de exintegrantes de las Farc-EP frente a la reincorporación” también muestra que el 69 por ciento creen que hay condiciones para la reconciliación.
Sin embargo, el estudio —elaborado por investigadores de las facultades de Economía y de Administración y de la Escuela de Gobierno— señala que es necesario fortalecer habilidades, redes de apoyo, al tiempo que casi el 45 por ciento afirman haber sentido su seguridad en riesgo. De igual forma, el 73 por ciento aseguran cuidarse mucho de contar que pertenecieron a este grupo, lo que podría estar indicando una discriminación oculta, que los lleva a compartir sus historias solo en entornos que consideran protegidos y más cerrados.
Más optimistas unos que otros
El 76 por ciento de los exintegrantes se sienten optimistas ante el futuro y el 94 por ciento tienen una percepción positiva de sí mismos. No obstante, el estudio pudo determinar que los de actitudes más optimistas suelen ser hombres, sin problemas de salud, con más años de educación y que no residen en municipios PDET (Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial), explica el profesor Michael Weintraub, de la Escuela de Gobierno.
Este es el caso de Alexander Monroy, integrante de esta guerrilla durante 12 años y quien asegura que, como él, el colectivo fariano continúa creyendo en la paz y en el cumplimiento de los acuerdos. “Seguimos dispuestos a cumplir y a apostarle a esta nueva oportunidad como una vía para brindar garantías”, agrega.
Aunque casi el 70 por ciento de los encuestados creen que existen condiciones para la reconciliación, los que viven en zonas rurales son los más convencidos, frente a los que habitan en las zonas urbanas. Un hecho que, según la Consejería Presidencial para la Estabilización y la Consolidación, se explica porque el Gobierno viene concentrando esfuerzos en 170 municipios PDET, donde viven unos 6,6 millones de personas.
Más de la mitad necesitan más herramientas
Angelika Rettberg, profesora de Ciencia Política de Los Andes y experta en temas de construcción de paz, señala que de ninguna manera los desmovilizados se han quedado solos, porque han contado con la experiencia de más de una década de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN) y con el acompañamiento de las organizaciones de la sociedad civil.
“Este es un proceso que integra diferentes pilares: socioeconómicos, seguridad física y también los componentes de seguridad jurídica. Y uno muy particular en el proceso de reincorporación de las Farc es su participación política”, describe Andrés Stapper, director de la ARN. A agosto de 2020, el Gobierno reportaba más de 80 proyectos productivos que involucran entre 15 y 20 exintegrantes y más de 1.300, en los que participan una o dos personas. La cerveza artesanal La Trocha es uno de estos.
En contraste, más de la mitad de los reincorporados afirman que todavía requieren fortalecer habilidades y aumentar sus herramientas para afrontar nuevas situaciones. A su vez, robustecer las redes de apoyo y solidaridad.
Doris Suárez, con más de 35 años en filas y hoy parte del proceso, cuenta que ha sido un aprendizaje y que aún encuentra dificultades. “Al principio me dieron duro muchos temas relacionados con el proyecto, las matrices, las proyecciones. La mayoría somos campesinos y esa formación no la tenemos. Ahora necesitamos seguir aprendiendo más sobre cómo comercializar y asistencia en temas tecnológicos”, aclara.
La Trocha, cuenta Alexander, ha recibido asesoría de la Universidad Nacional con la presencia de maestros cerveceros y en el desarrollo económico del proyecto; incluso estudiantes de la misma institución han aportado en la creación de imagen de la marca. No obstante, la formación debería incluir más aspectos para asumir este nuevo reto.
“Me da temor decir que soy fariana”
Con los años, los exintegrantes han aprendido en cuáles escenarios pueden contar que fueron parte de las Farc-EP: Alexander prefiere los espacios académicos; mientras que Doris, los círculos más pequeños. “No me avergüenzo de ser fariana. Es más, estoy muy orgullosa, pero me da temor decirlo abiertamente”, explica.
No son los únicos; el 72 por ciento de los encuestados también se cuida de contar que hicieron parte de esta guerrilla y aunque apenas el 4 por ciento dicen haber sido discriminados, los investigadores insisten en que puede haber una discriminación oculta.
“Esto sugiere que ellos perciben un estigma y que la falta de discriminación en ámbitos cotidianos puede obedecer a que no comparten su pasado y se mueven en entornos limitados más seguros”, asegura Leopoldo Fergusson, profesor de la Facultad de Economía.
A esto se suma que menos del 13 por ciento de la población cree que los reincorporados están contribuyendo a los acuerdos de paz y menos del 50 por ciento piensa que es posible la reconciliación y el perdón, según la última encuesta de opinión del Observatorio de la Democracia, del Departamento de Ciencia Política.
Los dos exintegrantes aún recuerdan la última campaña política y cómo tuvieron que lidiar con personas que les gritaban en las calles, pero también resaltan los espacios donde víctimas, paramilitares, miembros de la Fuerza Pública, empresarios y otros sectores se han mostrado dispuestos a la reconciliación y al diálogo.
Las recomendaciones de los investigadores también se dirigen al tema de seguridad: cifras de las Farc indican que poco más de 200 integrantes han sido asesinados desde la firma del acuerdo y el 44 por ciento se han sentido en riesgo. Una realidad latente que, según Juana García, de la Facultad de Administración, supone un reto en materia de política pública.
“Los asesinatos y la persecución generan incertidumbre. Mientras, nos mantiene en pie trabajar con los camaradas y saber que estamos cumpliendo con lo que acordamos”, agrega Alexander.
Al final, los académicos afirman que, del resultado de la reincorporación, depende también el éxito de la implementación del acuerdo de paz y por eso es imprescindible seguir avanzando. Doris y Alexander con su cerveza La trocha están dando pasos para lograr tal propósito.
*Investigadores participantes: Universidad de los Andes: Leopoldo Fergusson, Lewis Polo y Tatiana Hiller (Facultad de Economía); Juana García (Facultad de Administración) y Michael Weintraub (Escuela de Gobierno). Universidad de California-Berkeley: Natalia Garbiras. Universidad de Northwestern: Ana Arjona.