Nobumichi Tosa creció en un lugar donde la risa es la base de la comunicación. Japonés, ha logrado fusionar la música y la tecnología, el arte y las máquinas para convertirse en un creador y en un visionario tecnológico. Es el presidente de Maywa Denki, la empresa dedicada, justamente, a la creación de arte, productos y dispositivos que combinan por los sonidos y los dispositivos.
Tosa, quien estuvo en Colombia en el evento Pabellón 2023, dialogó con PUNTOS acerca de las máquinas sin sentido, los retos y las oportunidades frente a los avances de la tecnología y sus exhibiciones alrededor del mundo.
—¿En qué consisten y cómo surge la idea de las máquinas sin sentido?
—Cuando yo era niño, me gustaba mucho dibujar y quería ser pintor, es una parte artística con la que nací. Además, mi papá era ingeniero y la planta de producción de la compañía en la que trabajaba quedaba en el primer piso de la casa, mientras nuestra familia vivía en el segundo. Eso me permitió crecer en el ambiente de la planta y estar familiarizado con todo lo que esto conlleva, especialmente el sonido de las máquinas. Entonces crecieron dentro de mí el gusto y el interés por la ingeniería.
Con el tiempo, logré fusionar estas dos pasiones en la música computarizada. Cuando iba al colegio me gustaba tocar instrumentos, sobre todo batería, y formé con mi hermano mayor un grupo musical. Luego, ya en la universidad, aprendí a expresar mi parte artística a través de ingeniería. Quería demostrar o reproducir la vida a través de las máquinas. Pero esto me llevó a una contradicción:
La vida evoluciona con el entorno, sin un sentido, mientras las máquinas no evolucionan, tienen una lógica específica, un sentido común.
Creé máquinas que se parecieran a la vida: máquinas sin sentido (nonsense machines). Así fueron naciendo algunos de mis instrumentos.
—Sus creaciones a menudo tienen un toque de humor y de sorpresa. ¿Qué papel juega el humor en su trabajo y cómo influye en la reacción de la audiencia?
Yo nací y crecí en la zona oeste de Japón, en una región llamada Kansai. Allí, en la base de la comunicación se encuentra la risa. Y lo que más me atrae dentro de los distintos tipos de risa no es la que ocurre cuando uno mira algo gracioso, sino la risa que se genera cuando miras algo sin sentido.
Yo crecí con la risa. La risa hace fluir más la comunicación
—¿Cómo percibe las diferencias culturales en la recepción de su trabajo y en su relación con la audiencia internacional?
—He encontrado que, sin importar el país, cuando un ser humano ve una máquina que no tiene vida le genera temor. Pero esa sensación de temor o susto se puede aprovechar para crear arte. Y, también, en mi presentación utilizo máquinas y estas no hablan, por lo tanto no hay diferencias de idioma y se crea un lenguaje común.
—En el actual y rápido panorama tecnológico en evolución, ¿cómo incorpora los avances tecnológicos en su trabajo y cómo anticipa el futuro de su arte?
—Cualquier tecnología para mí es como un pincel. Cuando uno dibuja necesita más pinceles. Entonces si hay nuevas tecnologías, yo las aprovecho como un instrumento para crear cosas nuevas. Con la inteligencia artificial, mucho arte podría perder su valor y su sentido.
La IA no es algo negativo, la espero ansiosamente porque sería el punto de partida de nuevas formas arte.
¿Tiene algún consejo para jóvenes artistas, ingenieros o creativos en esa intersección de la tecnología y el arte?
Con tantas tecnologías, hoy, con tantas respuestas fáciles y rápidas, muchas veces no creamos sino que escogemos. Pero eso no es creación de arte. Les recomiendo crear desde cero, hacer una dieta de información.
Uno necesita enfrentarse y mirar dentro de sí mismo para que lo que salga de ahí se convierta en obra. Puede que no sea bonito, pero luego se va perfeccionando. Es la esencia de la creación.
* Pabellón 2023 se realizó en octubre en Bogotá, en la Universidad de los Andes