El lugar de las palabras En el 2017, a María Gómez Lara le extirparon un tumor cerebral de un lugar relativamente cercano al área del lenguaje. Esta experiencia la llevó a escribir

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Por Johanna Ortiz Rocha
johortiz@uniandes.edu.co

En el 2017, a María Gómez Lara le extirparon un tumor cerebral de un lugar relativamente cercano al área del lenguaje. Esta experiencia la llevó a escribir su más reciente libro y fue su manera de transformar el dolor en poesía.

Palabras número
palabras tiempo
palabras piel

si pudiera escoger otra piel

sería oscura como la mía
y estaría hecha de palabras

si pudiera decir palabras-piel

y así tener un cuerpo
como el mío

pero

elocuente
al quebrarse

si tuviera un cuerpo que dijera
por ejemplo aquí estoy no me he ido por ejemplo sobrevivo

un cuerpo que diera razones y porqués
y no este aturdimiento este cansancio estos huesos casi polvo de
tantas veces rotos

cuánto entendería entonces:

si tuviera palabras
en vez de cicatrices

“Palabras piel”,

María Gómez Lara

El lugar de las palabras no es solo un libro sobre el lenguaje; es un libro sobre el miedo, sobre el dolor y la transformación del dolor en poesía, en el que su autora piensa el lenguaje como un cuerpo frágil porque se puede inflamar, porque se puede romper, porque se puede enfermar.

Para la poeta María Gómez Lara, lo más importante de su obra no es la experiencia misma de la enfermedad, sino su transformación en poesía y sobre todo qué hacer con las palabras.

Los primeros poemas los escribió cuando le diagnosticaron un tumor cerebral. Y durante todo el proceso creativo tuvo que preguntarse ¿qué pasaría si lo que pudiera perder fueran las palabras?, ¿qué haría con esa pérdida?, ¿con qué la nombraría? “Debía pensar en el lenguaje, en mi manera de pensar mi propio oficio y de pensarme, porque no podía imaginar quién sería yo sin palabras”.

Por fortuna, lo que le rondaba en la cabeza solo fue una hipótesis y no solo pudo recuperarse y seguir escribiendo, sino que está cursando su doctorado en Poesía Latinoamericana.

María compone versos desde los cuatro años, incluso desde antes de aprender a escribir. “Las rimas y los versos ya estaban en mi cabeza desde que era muy pequeña, la poesía es fundamental en mi vida y una parte muy importante de lo que soy”, reflexiona.

Incluso recuerda el día en que, mientras su madre le enseñaba a escribir sobre la arena a la orilla del mar, dijo unos versitos que rimaban y por eso su mamá exclamó: ¡Mi hija va a ser poeta!”. Desde entonces y con su apoyo, tomó sus lecciones de poesía con Mario Ochoa, un músico y poeta que hizo que las clases fueran un juego. Él le ayudó a interiorizar la música de las palabras, cuando armonizaba con música los poemas que María escribía. Con él aprendió que la poesía es un lugar de libertad absoluta en la vida, una enseñanza que la acompaña hasta ahora.

Cuando hizo la primera comunión, su mamá, la periodista y también escritora Patricia Lara, le dio de regalo la publicación de sus poemas escritos antes de los ocho años.

Desde niña supo que los poemas llegan solos y pueden encontrarla en cualquier momento. Por eso, nunca sale de casa sin llevar un cuaderno. Siempre debe estar preparada.

Los primeros bosquejos los escribe a mano y con tinta morada; luego, en un proceso que describe como más racional y controlado, pasa los versos al computador; allí va cambiando las versiones, edita y ajusta la inspiración que trae de sus notas en papel. Lo suyo, al fin de cuentas, es encontrar el lugar de las palabras.

De poeta a poeta

María Gómez Lara nació un 10 de diciembre, el mismo día que una de sus poetas favoritas, Emily Dickinson. De ella admira la musicalidad de sus versos, la manera en que trabaja con el silencio, la forma de referirse al duelo y de nombrar el dolor.

A ella le dedicó este poema:

 

EMILY DICKINSON

Nací el mismo día que Emily Dickinson
casi dos siglos después
y las cosas han cambiado un poco
desde entonces

no tuve
su entereza ante el dolor
ni su oído sutil para las revelaciones

vivo en un edificio alto
donde no llegan los pájaros
sólo un ruido de sirenas
que no canta

es una ciudad inmensa
aquí todos somos Nadie
pero no hemos aprendido
a guardar el secreto:

al caminar regamos
nuestra nada en las esquinas

Nací con la piel oscura
en un país del trópico

y vine a buscarla a este estruendo
tan lejano de su voz
que se enredaba en las praderas
la imagino callando en los ladrillos
veo sus manuscritos de letras apretadas

como ramas de tinta negra
que se quiebran
en cualquier envoltura
en la lista de mercado
y se enlazan otra vez
para inventar el mundo

Nací un diez de diciembre como ella
y no traje ese silencio

sin embargo

gracias al conjuro
de repetir sus versos
mientras cambian los semáforos

estoy a flote

todavía. (…)

María en un currículo

Antes de publicar el libro El lugar de las palabras (Pre-Textos, 2020), escribió los poemarios Después del horizonte (2012) y Contratono (Visor, 2015). Este último mereció el XXVII Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe a la Creación Joven y además fue traducido al portugués por el poeta Nuno Júdice bajo el título Nó de sombras (2015).

Algunos de sus poemas también han sido traducidos al italiano, al inglés y al árabe y han aparecido, tanto en español como en ediciones bilingües, en distintos medios de Latinoamérica y España y en antologías de poesía colombiana y latinoamericana.

Su formación académica está centrada en las letras. Estudió Literatura en la Universidad de los Andes en Bogotá. Tiene una maestría en Escritura Creativa en español de la Universidad de Nueva York y otra en Literaturas y Lenguas Romances de la Universidad de Harvard. Actualmente es candidata al grado de doctora en Poesía Latinoamericana, también en Harvard.

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Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento personería jurídica: Resolución 28 del 23 de febrero de 1949 Minjusticia.

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