¿Puede la naturaleza sanar la mente? Para la población urbana, prácticas como los baños de bosque se presentan como alternativa a los tratamientos de salud mental ¿son efectivos?

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Regar las plantas, podarlas o cosechar es el trabajo de los agricultores, pero para quienes viven en la ciudad podría ser una terapia que ayude a su salud mental. Esto es lo que ofrecen terapias hortícolas o los llamados baños de bosque.

¿Qué tan efectivas son y cómo se les pude garantizar a las personas en zonas urbanas tener ese contacto?. Una psiquiatra clínica y una arquitecta, lo explican.

Martha Escobar Lux,  psiquiatra y salubrista, ofrece una mirada cauta, pero sin dejar de señalar a la naturaleza como una fuente de bienestar mental. "La exposición a entornos verdes puede ayudar a fortalecer la concentración y mejora el estado de ánimo y la horticultura comunitaria puede promover un sentido de propósito”, dice la psiquiatra y salubrista, quien toma como referente el libro La mente bien ajardinada de Sue Stuart-Smith, que mezcla conocimiento científico e historias de vida en torno a la jardinería.

Además, la luz solar contribuye a la síntesis de vitamina D y a la regulación de la serotonina, lo que puede disminuir síntomas como la ansiedad.

 

Evidencia en construcción

Tres personas en una huerta. Alternativa de salud mental.

Mantener una huerta implica movimiento físico e intercambio social, dos elementos que benefician la salud mental.

Aunque los beneficios parecen prometedores, Escobar, quien es profesora de la Universidad de los Andes, advierte que la evidencia científica aún está en proceso de consolidación. Hay estudios que muestran mejoras en síntomas como la ansiedad, la depresión y el estrés, especialmente en adultos, pero “es importante aclarar que la mayoría de estos son de corto plazo y no siempre tienen la mejor metodología”.

Esto significa que, aunque los resultados son alentadores, no se puede afirmar con certeza que el entorno natural sea el único responsable de los efectos positivos, los beneficios podrían derivarse de factores como el ejercicio físico, la desconexión digital o el aumento del contacto social.

En tiempos donde se busca alivio frente al bombardeo de estímulos de la vida moderna, existe el riesgo de romantizar el contacto con la naturaleza como una cura para todo. Escobar insiste en que estas prácticas deben verse como herramientas complementarias, no como sustitutos de tratamientos médicos o psicológicos.

“Cuando estamos hablando de trastornos mentales instaurados, es supremamente importante consultar con un profesional de la salud mental — dice la psiquiatra — puede que la persona necesite de otras estrategias médicas, de psicoterapia o incluso de medicamentos”.

 

Naturaleza como estrategia preventiva en salud pública

La ciudad vista desde la naturaleza que la rodea

Una característica de un sector urbano planeado es la presencia de naturaleza. Lamentablemente, no todas las zonas de una ciudad tienen este servicio ecosistémico.

Más allá del tratamiento, el contacto con la naturaleza podría desempeñar un papel clave en la prevención de enfermedades mentales. Una revisión publicada en The Lancet Planetary Health en 2023 encontró asociaciones claras entre vivir cerca de áreas verdes y una menor incidencia de síntomas mentales, enfermedades cardiovasculares y mortalidad prematura.

Señala Escobar que estos beneficios podrían estar más relacionados con los estilos de vida saludables que el entorno natural facilita: “si vivo cerca de un bosque agradable, es probable que me anime a camina, y eso beneficiará tanto mi salud física como mental”.

Esto invita a pensar en la naturaleza no como un recurso terapéutico aislado, sino como parte de un grupo de hábitos saludables que deben ser promovidos desde la salud pública.

 

Naturaleza para todos

En las ciudades el acceso a la naturaleza no es igual para todos y es lógico plantearse que si trae beneficios para la salud física y mental debería ser un servicio ecosistémico del que toda la ciudadanía debería disfrutar.

Manuela Guzmán Ramírez, profesora del Departamento de Arquitectura de la Universidad de los Andes, coincide en que el acceso a la naturaleza debe ser visto como un derecho urbano. Plantea la necesidad de tomar acciones en tres frentes: el fortalecimiento de las iniciativas existentes, la articulación de políticas con movimientos comunitarios y el trabajo por ecosistemas sanos.

Subraya que los beneficios del contacto con la naturaleza están estudiados, pero ese conocimiento técnico no está llegando a quienes diseñan y gobiernan las ciudades. “Es importante que este conocimiento se articule con el sector salud, para que el acceso a la naturaleza no se vea como una aspiración ambientalista o un gusto personal, sino como una necesidad respaldada por datos y evidencia”, afirma.

 

Renovar la ciudad para sanar la mente

Mujer abraza un árbol.

La naturaleza es un elemento esencial en la apuesta de Barcelona por convertirse en una ciudad más saludable.

Para lograr una transformación urbana que garantice el acceso equitativo a espacios naturales, Guzmán propone renovar la ciudad existente mediante planes de ordenamiento territorial con indicadores técnicos. Cita como ejemplo el trabajo de la Agència d’Ecologia Urbana de Barcelona, que ha desarrollado un sistema de indicadores aplicables a distintas escalas para medir la biodiversidad, la conectividad ecológica y otros factores clave.

Este tipo de herramientas permite diagnosticar el estado del territorio y definir estándares normativos que guíen la construcción de ciudades más saludables y conectadas con la naturaleza.

El contacto con la naturaleza puede no ser la cura para todas las enfermedades, pero sí una pieza valiosa para la salud. Como señala Escobar, estas prácticas relacionadas con la naturaleza ayudan a fortalecer la salud mental, tanto en la prevención como en el acompañamiento de tratamientos.

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Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento personería jurídica: Resolución 28 del 23 de febrero de 1949 Minjusticia.

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