Para encontrar la salida, primero, se debe definir o trazar una línea desde el punto de origen. Luego, serpentear con cautela y establecer una ruta —por lo general hacia el centro o hacia el lugar opuesto al punto de partida—.
El complejo camino del científico es increíblemente parecido al juego del laberinto.
Lo sabe —y muy bien— el físico colombiano Juan Andrés Urrea Niño. Tenía 22 años cuando viajó a Alemania para hacer sus estudios de posgrado en la Bergische Universität Wuppertal. Hoy es investigador y ha recibido el premio de una red de científicos de Alemania luego de desarrollar una mejora sobre el método para entender más fondo —en simulaciones computacionales— partículas subatómicas, invisibles e importantes en las estructuras y los comportamientos esenciales de la materia. Lo suyo se llama cromodinámica cuántica reticular. Es un área donde se combinan la física de esas partículas ínfimas conocidas como hadrones y la programación informática.
Juan Andrés rastrea entre lo visible y lo invisible para hallar tesoros entre los átomos del Universo: “Siempre sentí una afinidad por las matemáticas. Me gustaba aplicar esas normas establecidas para entender el mundo —recuerda Urrea, cerca de cumplir los treinta años y tan minucioso como cuando estaba en el colegio—. Me encantaba armar figuras con fichas de Lego y eso tuvo una gran influencia en mi vida. Siempre disfruté al entender cómo funcionaban las cosas”, complementa.
No a cualquiera le da por escarbar para encontrar nuevas partículas. A Juan Andrés, por demás, se le metió en la cabeza explorar las consideradas ‘exóticas’, con propiedades diferentes e inesperadas con respecto de las más comunes como el protón y el neutrón. Él piensa cada frase. Es metódico. “Queremos llegar a hacer afirmaciones sobre partículas consideradas exóticas y entender sus características. No podemos quedarnos con ‘creemos que hay algo’”.
Su tesis doctoral se centró en la espectroscopía de hadrones, específicamente de un grupo llamado charmonio. Los resultados de su estudio mejoraron la técnica de extracción de masa de estas partículas en simulaciones computacionales y, con ello, se logró proponer un método para facilitar los cálculos a científicos que, como él, buscan las características de partículas similares.
Él lo resume: “Este trabajo de grado tiene que ver con hadrones exóticos, unas partículas subatómicas que han sido predichas, pero no todas han sido encontradas y sus características no pueden explicarse con los modelos convencionales”.
Ahora su trabajo consiste en aplicar esta variante mejorada a sistemas más grandes, no solo a cierto tipo de partículas, sino también a otras y estudiar sus interacciones. “Estamos enfocados en la búsqueda de una partícula cuya traducción correcta es ‘bola de gluones’. Es un estado que se predice teóricamente, pero experimentalmente no ha tenido confirmación definitiva”.
Tratar de comprender el universo y su composición puede ser tan complicado como desbaratar un balín con las manos —al decir de las abuelas—. Se necesita paciencia. Método. Y correr el riesgo de fallar muchas veces. Es como atreverse a cruzar el laberinto.
Einstein, Keppler, Newton o Hubble lo hicieron. Persistieron durante años y dejaron huellas en ese camino para responder de dónde venimos o de qué está hecho el universo. En 1964, Peter Higgs y otros investigadores propusieron un mecanismo para explicar el origen de la masa de las partículas elementales. Se esperó cerca de cinco décadas para que se confirmara.
“La paciencia es clave. Ya sea al aguardar a que alguien confirme a través de experimentos o a que los resultados salgan de un supercomputador. Las grandes ideas pueden surgir de la nada, pero después de mucho tiempo de reflexión. Si todo fuera fácil, no necesitaríamos estudiar física. Si fuera trivial, la ciencia no existiría”, sentencia.
Juan Andrés recibió el NRW-FAIR PhD Prize, un premio otorgado por la red NRW-FAIR, conformada por físicos de distintas universidades e institutos de investigación del estado alemán de Renania del Norte-Westfalia. Físico de la Universidad de los Andes, en 2023 recibió el doctorado en Física de la Universidad de Wuppertal en el mismo estado alemán.
Cree, con convicción, en que el desarrollo de la física podría avanzar en Latinoamérica a pasos gigantes. Se necesita una labor colaborativa impulsada desde universidades cuyas conexiones internacionales permitan trabajar en laboratorios como el CERN, en Suiza.
“No contar en Colombia con supercomputadores tan grandes como los de Alemania o Estados Unidos no significa que no se pueda investigar en esta área. En esta época la tecnología facilita enormemente las colaboraciones. Hay gente conectada con el CERN y otros institutos de alto nivel realizando investigación internacional. En Colombia hay mucho potencial. Físicos en diferentes áreas pueden alcanzar logros significativos”.
Juan explora en todos los rincones, incluso en medio de la nada o entre una fórmula para hacer tangible lo intangible. “A veces, uno puede morir sin saber si su propuesta tuvo confirmación experimental, pero el hecho de haber propuesto algo, esté bien o mal, es un aporte”.