Aunque Colombia fue uno de los primeros países en ser amenazado con una sanción comercial del gobierno de Donald Trump, su caso no formaba parte del conflicto principal. Este incidente fue menor en comparación con la batalla comercial que desenfundó una de las armas más temidas en un mundo globalizado: los aranceles.
El sábado 1 de febrero, Estados Unidos dirigió su ofensiva contra México, Canadá y China. Impuso un arancel del 25 % a los dos primeros y del 10 % al país asiático.
México, cuyo 80 % de las exportaciones tienen como destino Estados Unidos, respondió con diplomacia, pero dejó claro que, de no haber cambios, devolvería el golpe. Tras negociaciones, logró posponer la medida un mes. Canadá también consiguió un aplazamiento al final del mismo día. China, en cambio, contraatacó.
Cuando los aranceles entraron en vigor a la medianoche estadounidense del martes 4, China respondió con impuestos adicionales sobre el gas natural licuado, el carbón, la maquinaria agrícola y otros productos de EE. UU.
Los economistas advierten que si estas tensiones comerciales se materializan en medidas más drásticas, el comercio mundial podría verse afectado con consecuencias como la pérdida de empleos, el aumento de precios y una mayor inflación. Esto perjudicaría no solo a los países sancionados, sino también a quienes imponen las restricciones, como el propio Estados Unidos.
“Si usted lo piensa desde el punto de vista de costos, lo que va a pasar es que van a aumentar y seguramente va a disminuir el comercio mundial y cuando disminuye el comercio mundial, puede tener efecto sobre empleo, al tiempo que está teniendo efecto sobre los precios, o sea, sobre inflación” Jorge Tovar, Ph.D. en Economía.
Una llamada a Donald Trump
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El profesor Jorge Tovar enseña comercio internacional en la Universidad de los Andes. Sostiene que grandes empresarios estadounidenses probablemente presionaron a la Casa Blanca para evitar que se aplicaran sanciones a México, debido al impacto que tendrían en sus negocios.
Además, el economista explica que las cadenas de valor actuales hacen que productos como los automóviles crucen la frontera entre Estados Unidos y México varias veces durante su proceso de fabricación, lo que significaría pagar aranceles en cada cruce.
Trump ha justificado las tarifas, entre otros argumentos, diciendo que EE. UU. está subsidiando a otros países. “Esto se debe a que tiene un déficit comercial con China, por ejemplo; con México la situación es más equilibrada, pero algunos años también ha registrado déficit”, señala Tovar.
El déficit comercial ocurre cuando el valor de las importaciones de un país supera el de sus exportaciones en un periodo determinado. Aunque en un inicio Trump vinculó las sanciones a temas como la migración y el tráfico de fentanilo, el manejo del déficit tiene mucho que ver si se tiene en cuenta su política de America first.
Para Tovar, la estrategia de estos países ha sido priorizar la negociación y evitar, en la medida de lo posible, una escalada de represalias arancelarias. Y es que tras 30 años de acuerdo comercial entre estos países las empresas han desarrollado fuertes cadenas de suministros que cruzan fronteras.
Colombia con pocas “armas” en una guerra comercial
En términos comerciales, Colombia no representa una amenaza para EE. UU., ya que importa menos de lo que exporta. Por ello, la imposición de aranceles por parte del gobierno de Gustavo Petro, en respuesta a la medida de Trump, tendría un impacto limitado en la economía estadounidense.
Hay que recordar que casi el 30 % de las exportaciones colombianas son hacia Estados Unidos, mientras que solo el 1 % son el total hacia Colombia.
“Somos una economía mucho más pequeña que la mexicana y, estratégicamente, menos relevante porque no estamos integrados en las cadenas globales de valor”, explica Tovar. Además, las exportaciones colombianas consisten principalmente en bienes de bajo valor agregado, como productos agropecuarios, agroindustriales y manufacturas básicas.
Si EE. UU. impusiera un arancel del 25 % a productos colombianos, el impacto sería devastador. Un ejemplo es el café: un incremento de ese nivel haría que países como Brasil o Vietnam ofrecieran precios más competitivos y desplazaran a Colombia del mercado.
“Son dos peleas diferentes, es decir, la pelea con México, Canadá, China y Estados Unidos es global, donde Estados Unidos tiene una política de America First. Dentro de esa política, Trump entiende que él tiene que exportar más que importar”, Jorge Tovar.
Asimismo, si Colombia respondiera con aranceles a productos estadounidenses, los precios de bienes tecnológicos aumentarían sin posibilidad de sustituirlos con producción nacional.
Ante la posibilidad de que la guerra comercial escale, Tovar señala que una oportunidad para Colombia sería buscar nichos en el mercado global y tratar de insertarse en las cadenas de valor internacionales, aunque reconoce que esta no es una tarea sencilla y por eso resalta la labor de instituciones como Procolombia.
Para Colombia la mejor estrategia es la diplomacia y el fortalecimiento de su industria nacional. Involucrarse en una guerra comercial con los gigantes económicos del mundo supondría un alto riesgo y pocas posibilidades de éxito.