La educación dual es un modelo formativo diseñado entre la industria y la academia que integra el aprendizaje académico con la práctica laboral, permitiendo que los estudiantes se formen en entornos reales de trabajo.
Por ejemplo, en Alemania, uno de los países líderes en este modelo, un estudiante que busca convertirse en mecánico industrial divide los días de la semana entre la institución en la que aprende los conceptos y habilidades técnicas, y la aplicación de esos conocimientos en una empresa.
Si bien existen competencias fundamentales en cualquier programa como la comunicación, el trabajo en equipo o el liderazgo, la educación dual permite definir habilidades específicas de acuerdo con las ocupaciones para las que se está formando a la persona. Esto hace que la construcción curricular sea flexible y adaptada a las necesidades del mercado laboral.
La educación dual disminuye las barreras comunicativas entre el sector formativo y el sector empresarial, asegurando que las competencias adquiridas por los estudiantes sean realmente requeridas.

"La parte formativa se hace en las instalaciones de la empresa y con su personal, lo que permite ser mucho más pertinente con las necesidades”, dice Natalia Ariza, consultora y exviceministra de Educación Superior, quien cree que este sistema conduce a una mayor empleabilidad.
En la adaptación a fenómenos como la digitalización y la necesidad de una actualización constante de los trabajadores, las instituciones de corte más tradicional buscan un mejor acople con las empresas y comienzan a desarrollar programas de este tipo, adaptándose a las nuevas generaciones e industrias.
El origen y los nuevos esquemas
La educación dual no es un concepto nuevo en Colombia. Cuenta Ariza que su origen se remonta a la creación del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y su primer director Rodolfo Martínez Tono, hace más de seis décadas, que tuvo la visión de formar trabajadores según las necesidades de las empresas. A lo largo del tiempo, sin embargo, esta conexión entre el sector educativo y el productivo se debilitó.
El contrato de aprendizaje es una de las manifestaciones más claras de este modelo, pues permite que las empresas integren en su estructura a aprendices con beneficios económicos y fiscales.
Instituciones privadas como la Universidad de los Andes han explorado modelos similares con empresas especializadas en áreas de comunicaciones (con canales privados a nivel nacional) o el de tecnología (con Microsoft y AWS).
“En cuanto a formación empresarial, desde Educación Continua y Educación Ejecutiva ofertamos cursos a la medida según las necesidades de las empresas, abarcando sectores diversos que van desde energía hasta patrimonio. El año pasado, formamos a cerca de 45.000 personas y acompañamos a más de 450 organizaciones”, dice Silvia Caro Spinel, vicerrectora académica de Los Andes.
A pesar de los esfuerzos, en Colombia persisten obstáculos para consolidar la educación dual. Las expertas identifican tres grandes barreras:
- Cultura empresarial y formativa: aún no se concibe plenamente la necesidad de unir al sector educativo y al productivo en programas estructurados.
- Herramientas de diálogo insuficientes: falta de desarrollo en los mecanismos que permitan una comunicación fluida y efectiva entre ambos sectores.
- Estructura económica del país: a diferencia de países como Alemania o Suiza, Colombia no cuenta con un tejido productivo tan especializado que facilite la adopción generalizada de este modelo.
El rol de las empresas en la educación dual
Las empresas identifican sus necesidades de formación, ya sea para incorporar nuevo personal que no se está formando en el sector o para realizar procesos de reskilling, la formación en habilidades que le permitirían a un empleado cambiar de rol, o upskilling, la mejora de las capacidades.
Natalia Ariza ve clave el papel de las empresas en este modelo en tres aspectos:
- Detectar sus necesidades de formación, ya sea para capacitar a nuevo personal o actualizar a sus empleados en nuevas tecnologías.
- Trabajar con las instituciones educativas en la definición y diseño de los contenidos académicos.
- Facilitar el acceso a sus instalaciones y equipos para el proceso formativo, así como proporcionar instructores internos que acompañen a los aprendices.
Por su parte el sector educativo también juega un rol esencial al aportar metodologías pedagógicas y estructurar de manera rigurosa los procesos de aprendizaje.
Estas nuevas iniciativas continúan forjándose para alinear la formación con las necesidades empresariales, apostando por una educación más pertinente y una mayor empleabilidad para los colombianos. Un paso urgente que deben dar las instituciones educativas hacia su transformación.