En medio de protestas estudiantiles, polémicas políticas y tensiones institucionales, Donald Trump ha colocado a Harvard University en el centro del debate público.
Sus declaraciones, cargadas de crítica ideológica, han encendido una discusión de fondo: ¿está en riesgo la autonomía universitaria en Estados Unidos? ¿Qué hay detrás de este tipo de discursos?
El discurso de Donald Trump contra Harvard
En mayo de 2025, el presidente Trump acusó a Harvard de ser una institución “hostil a los valores estadounidenses” y anunció que revisará todos los convenios federales con universidades que promuevan “una agenda ideológica”.
Esta advertencia ocurrió luego de semanas de manifestaciones estudiantiles en los campus por la guerra en Gaza y críticas por parte de sectores conservadores que acusan a Harvard de sesgo político.
“Estamos ante una estrategia deliberada para deslegitimar a las instituciones que sustentan la democracia liberal: universidades, medios de comunicación y tribunales”, afirma Jorge Baxter, doctor en Política Educativa Internacional.
Para el también decano de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes, el ataque de Trump no es aislado. Se alinea con el llamado Project 2025, una agenda impulsada por think tanks conservadores como la Heritage Foundation y que busca controlar sectores estratégicos, incluyendo la educación superior.
Según Baxter, “esta estrategia se ha extendido más allá del ámbito universitario, afectando también a fundaciones filantrópicas, firmas legales e incluso agencias del Estado como USAID [Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional]”.
Más tarde, el 23 de mayo, la Casa Blanca publicó un decreto para revisar la financiación de proyectos científicos públicos según criterios políticos y anunció la congelación de más de 2 mil millones de dólares en subvenciones y contratos que se habían otorgado competitivamente a investigadores de Harvard, una medida que más de 6 mil académicos rechazaron por considerar que “politiza la investigación” y pone en riesgo la independencia científica.

Las decisiones del Gobierno Federal de Estados Unidos contra Harvard, han puesto en alerta el sector académico de dicho país.
¿Qué papel juega Harvard en el sistema académico estadounidense?
Harvard se ha convertido, según expertos, en un símbolo del prestigio académico y científico de Estados Unidos. Con más de $50 mil millones de dólares en fondos patrimoniales, la institución lidera investigaciones en ciencia, tecnología y políticas públicas.
Este capital supera el producto interno bruto de 120 países entre los que están Honduras y Bolivia, por lo que la confrontación entre el discurso presidencial y la autonomía académica va más allá de su caso puntual.
Baxter indica que “Estados Unidos ha sido históricamente un referente en libertad académica, división de poderes y derechos democráticos. Si se comienzan a socavar esos principios desde el Ejecutivo, se debilita un estándar global”.
Mauricio Velásquez, doctor en Ciencias Políticas, advierte que esta tensión es parte de una “crisis más amplia en la democracia contemporánea”. A su juicio, mientras la academia plantea “una crítica estructural al sistema económico”, el discurso trumpista ofrece una visión identitaria y defensiva, centrada en enemigos externos como la migración o China.
Este clima ha reavivado el debate sobre los límites de la libertad de expresión en los campus y el papel de las universidades como espacios de análisis y toma de decisiones.
A pesar de lo anterior, los especialistas coinciden en que la tensión entre gobierno y academia no es exclusiva de EE.UU. “La lógica de intervenir universidades para controlar el pensamiento se ha visto en regímenes autoritarios del siglo XX”, afirma Baxter, quien cita el caso de Mussolini obligando a los profesores italianos a jurar lealtad al Estado en 1931.
Velásquez, también profesor de Los Andes, añade que esta situación debe ser “un llamado de alerta para todas las universidades de élite en el mundo”. Explica que la creciente desconfianza institucional, combinada con la percepción de privilegio en algunas universidades, las convierte en blancos fáciles para “populismos de derecha y críticas radicales de izquierda”.
¿Qué han hecho otras universidades frente a la presión política?
Más de 700 rectores y presidentes de universidades en Estados Unidos han firmado una carta en defensa de la autonomía universitaria. En ella rechazan los intentos de subordinación política del pensamiento académico y reafirman su compromiso con la libertad de cátedra y la producción de conocimiento independiente.
Desde Harvard, el liderazgo institucional ha reiterado que seguirá priorizando la investigación rigurosa y la diversidad de pensamiento, sin ceder a presiones partidistas. “Las universidades no pueden convertirse en instrumentos del Estado”, concluye Baxter, “deben ser espacios donde se forme ciudadanía crítica y se proteja la verdad frente a la manipulación”.